El sábado 7 de junio, por la noche, se celebró la Vigilia de Pentecostés, la gran fiesta del Apostolado Seglar y de todo el laicado, en la que el don del Espíritu Santo nos infunde fuerza, luz y esperanza para enviarnos a la misión, que no es otra sino el anuncio de la Buena Noticia continuando lo que hizo y dijo Cristo Jesús.
La primera parte se centró en la escucha de la Palabra y las reflexiones del papa Francisco en sus catequesis sobre la esperanza.
En la segunda se celebró el Jubileo de los Laicos y con la colecta se contribuyó económicamente al proyecto social para el Jubileo: la trata de personas y la explotación sexual y laboral. Acabó sintiéndonos todos comunidad de esperanza.
Nuestro obispo don José Antonio Satué concretó la actitud vital de los sembradores de esperanza en lo cotidiano, en el día a día: una mirada que “vea”, unas manos que abracen, unos pies que corran hacia el hermano necesitado y un corazón que ame.
Profunda, útil, cuidada e inspiradora, convirtió de nuevo los corazones de los asistentes, que se comprometieron ante el Señor, con humildad, a avanzar en el camino de ser agentes de esperanza, de andar hacia la santidad, de dejar que Cristo actúe en el mundo a través de sus manos, su palabra y su corazón y a irradiar con el testimonio de vida la luz del resucitado.