Un numeroso grupo de fieles recibe la Unción por la Pascua del Enfermo en la Catedral de Tarazona

Marta Latorre
15 de mayo de 2023

Un importante número de fieles de las distintas parroquias de Tarazona recibió ayer, 14 de mayo, el sacramento de la Unción de Enfermos administrado por el obispo de la Diócesis de Tarazona, Mons. Vicente Rebollo. La administración del sacramento se realizó con motivo de la celebración de la Pascua del Enfermo durante la eucaristía en la S.I. Catedral de Ntra. Sra. de la Huerta. La Pascua celebrada ayer pone fin a la Campaña del Enfermo que comenzó el 11 de febrero, festividad de la Virgen de Lourdes.

El obispo de Tarazona recordó que el sacramento de la Unción de Enfermos ayuda a sanar y purificar el espíritu de quien lo recibe. «Dios está siempre al lado del débil y del que sufre y recibir este sacramento es una manera de sentirnos confortados por el Señor, de sentir su amor», indicó D. Vicente.

La administración del sacramento tuvo lugar tras la homilía y comenzó con la imposición de manos en la cabeza por parte del obispo y de los curas que lo acompañaban. Después los fieles y sacerdotes que quisieron recibir el sacramento se colocaron en semicírculo delante del altar mayor y, uno a uno, fueron ungidos por el obispo con el santo óleo -bendecido en la Misa Crismal- en las manos y en la frente. Gestos que se realizan en este sacramento y que son la demostración de la solidaridad y el servicio de la Iglesia para con sus enfermos y ancianos.

EL SENTIDO DE LA UNCIÓN DE ENFERMOS
A través del sacramento de la Unción, la Iglesia se dirige al Señor para pedir la salvación y el alivio de sus miembros enfermos, así como la fortaleza para aquellos que afrontan la debilidad de la vejez, tal y como señaló D. Vicente en la homilía. Gracias a la Unción, el enfermo y el anciano se ven fortalecidos en su fe porque se hace patente la relación profunda que su situación guarda con la muerte y resurrección de Jesucristo. Este sacramento perdona los pecados de aquel que lo recibe, haciendo presente la misericordia de Dios.

Los receptores de este sacramento fueron fieles mayores de 80 años, con enfermedades o crónicas o que fueran a someterse a una intervención quirúrgica.

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