Un nuevo sacerdote y un nuevo diácono en la Diócesis de Tarazona

Marta Latorre
7 de abril de 2021

El próximo domingo 11 de abril, la Diócesis de Tarazona contará con un nuevo sacerdote, Nahúm Inestroza, y con un nuevo diácono, Alberto Seminario. La S.I Catedral de Tarazona acogerá ambas ordenaciones a partir de las 17.30 y la ceremonia se podrá seguir a través del Facebook de la diócesis.
Nahúm Inestroza lleva siete años en España y es de Honduras, mientras que Alberto Seminario es peruano y está en nuestro país desde 2017. Ambos esperan con emoción este día.
-Vais a dar un paso muy importante ¿qué significa para vosotros?
Nahúm (N)
: gratitud y entrega generosa a Dios por el don recibido que por su gran amor y misericordia se ha fijado en mí y me ha llamado para desempeñar este hermoso ministerio en medio de su pueblo santo.
Alberto (A): Este paso significa seguir haciendo la tarea encomendada de asumir y vivir el llamado. El ser una ofrenda para los demás en la vida díaria, el poder acompañar a las personas en los diferentes aspectos de la vida cotidiana; aún sabiendo que el sufrimiento y las dificultades llegaran, eso no es obstáculo para “servir” a los más débiles, a los más pobres. Es una entrega plena que poco a poco va exigiendo más de mi y para ello cuento con la ayuda de Dios, de los sacerdotes y laicos para que juntos podamos
hacer realidad la locura de vivir en fraternidad y amor en la sociedad actual, que siempre nos interpela, pero que nos pide acciones concretas,entrega y humildad

Nahúm ¿Crees que es más difícil ser sacerdote en esta época?
Creo que a lo largo de la historia siempre ha habido dificultades y tanto ayer como hoy ser cristiano, ser sacerdote es ir contra la corriente del mundo. «El mundo os odiará», dijo Cristo, «porque también me ha odiado a mí». En este contexto ser sacerdote no es tan fácil, pero eso es muy bueno
e importante porque seguimos el ejemplo de Cristo, y de Cristo crucificado y unidos a él seremos luz para el mundo y testigos de su amor. Esta época
no es mejor ni peor que otra, simplemente es distinta, pero es propicia para la evangelización, es una época que exige testigos de Cristo; hombres
apasionados por el amor de Dios, que contagien la fe y la esperanza y la alegría de ser cristianos viviendo según la voluntad de Dios Padre.

-Alberto ¿Cómo te has preparado para ser diácono?
Pienso que la preparación no comenzó este año ni hacedos, se inicia al responder y aceptar el llamado de Dios en mi vida. Es una constante y permanente preparación desde la formación que recibo en el seminario hasta lo que voy aprendiendo con las personas en los pueblos, en la facultad,en Tarazona, en la vida diaria; es un constante aprendizaje que me impulsa a servir con mayor profundidad a los demás, en especial a los más
débiles en un lugar concreto, la Diócesis de Tarazona.

-¿Animaríais a dar el paso a los que sienten la llamada?
N: Desde luego que sí, y pido siempre a Dios que envíe más obreros a su mies. Los que sientan la llamada a la vida religiosa o sacerdotal les digo
que no tengan miedo a decir sí a Dios, que abran el corazón a su amor y que el centro de su vida sea Jesucristo.
A: El Señor tiene sus formas y su tiempo. El momento en donde uno no puede escapar,siempre llama de alguna u otra forma para así realizar vuestra vocación en la vida. Por ello invito a aquellos que se han preguntado por su vocación a dar el paso, Dios hace el resto y pone las herramientas para que uno descubra en nuestra respuesta lo que Él es.

Ante la situación que vivimos, vuestra familia no va  a poder estar con vosotros. ¿Qué os gustaría decirles?
N: Mi familia físicamente no puede estar conmigo y, en este momento tan importante y emotivo no podremos vernos ni darnos abrazos y besos. Echaré mucho de menos sobre todo a mis padres que tanto han rezado por mí y que han sufrido mucho conmigo. Les digo que les quiero y que por medio de sus oraciones Dios me ha dado fe y perseverancia para continuar adelante en los momentos más difíciles de mi vida. Les digo que la alegría más grande de mi vida es Dios que por amor me confía hoy el inmerecido don del sacerdocio. Les digo que agradezco a Dios y a ellos por la enseñanza cristiana y humana que me dieron desde niño y que con mucho amor me enseñaron lo bueno y me corrigieron lo que estaba malo. Con todo el amor de mi corazón les digo que les agradezco porque me enseñaron a hablar con Dios y con la Virgen María por medio de la oración. Gracias papá y mamá que desde tu simplicidad y sencillez me has enseñado a ser cristiano.
A: Es verdad, estamos en tiempo de pandemia y debemos cuidar la salud y más aún a los mayores. Es por ello que mi familia y en especial mis padres no podrán acompañarme. Es una ausencia rebosante porque, gracias a Dios y a ellos pude tener la libertad de participar en una parroquia desde la adolescencia y, poco a poco fui adentrándome en la vida de fe hasta descubrir el llamado de Dios y su plan para mí. Sin el apoyo, comprensión y respeto por parte de mis padres creo que no hubiera llegado hasta aquí. Y rebosante porque desde que llegué a España me he sentido como en casa. Es imposible no senitrse así con tatno cariño de la gente en los pueblos, de los nuevos amigos, de todas las personas que rezan por mí y de otras tantas que siempre se procupan por el seminario. Es decir, que mi familia ha crecido mogollón.

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