Tres seminaristas reciben los ministerios de Lector y Acólito

Tres seminaristas de nuestra diócesis –Henry Joel Medina, Jorgé Iván Rodas y José Rodrigo Montoya- recibieron ayer, domingo de Pentecostés, los ministerios de Lector y Acólito que fueron instituidos por el obispo de Tarazona, Mons. Eusebio Hernández Sola.

La institución tuvo lugar en el transcurso de una eucaristía celebrada en la S.I Catedral, presidida por D. Eusebio y concelebrada por varios sacerdotes, tanto de nuestra diócesis como de otras que quisieron acompañar a los tres seminaristas en este acto.  Henry, Iván y Rodrigo contaron, además, con la presencia de compañeros y profesores del CRETA, donde los tres realizan sus estudios, y también por numerosos feligreses que no quisieron faltar a la cita.

D. Eusebio señaló en su homilia que «el Espíritu Santo alumbrará el camino de los tres» a la vez que les agradeció el paso que daban en su camino hacia el sacerdocio.

MINISTERIOS DE LECTORES Y ACÓLITOS

El ministerio de lectores es un servicio a la Palabra de Dios y consiste en proclamar la Sagrada Escritura en la asamblea litúrgica, a excepción del Evangelio que se reserva al Orden Sagrado. También dirigen el canto y la participación de la asamblea litúrgica, instruyendo a los que van a recibir los sacramentos y  a los que ocasionalmente hayan de proclamar la Palabra de Dios en la liturgia. Este ministerio exige aspirar constantemente a seguir los pasos de Jesucristo, como auténticos discípulos suyos, y meditar asiduamente la Sagrada Escritura para conocerla mejor.

El ministerio de acólitos es un servicio al altar y consiste en ayudar a los diáconos y presbíteros en la acción litúrgica, principalmente en la Eucaristía, y en instruir a los fieles que eventualmente ayudan en la liturgia. También son ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión en las celebraciones y en la distribución de la misma a los enfermos en sus casas, hospitales o residencias de ancianos. También pueden exponer el Santísimo Sacramento de la Eucaristía para su adoración pública, excluyendo la bendición con el mismo. Este ministerio exige ofrecerse diariamente a Dios en la oración y en la acción ordinaria, y estar cerca del Pueblo de Dios, especialmente de los necesitados, también de los jóvenes y ancianos. Por supuesto, el acolitado requiere una especial sensibilidad litúrgica.