Los oscenses celebran el oficio de vigilia de la Inmaculada Concepción de María todos los 7 de diciembre desde el voto realizado por las instituciones de la época en 1450 a causa de una epidemia de peste que asoló la ciudad. Un coro y una orquesta interpretan cinco himnos litúrgicos, entre ellos el ‘Tota Pulchra es, María’.
Tradición, devoción y amor por la Virgen se dan la mano todos los 7 de diciembre en Huesca a las siete de la tarde. Por ello, se celebró ayer por la tarde el ‘Tota Pulchra’, el oficio de vigilia de la Inmaculada Concepción de María. Esta liturgia, que congrega en el templo a cientos de oscenses, se viene celebrando desde el siglo XV con las instituciones que mantienen el voto a la Inmaculada Concepción: el cabildo catedralicio, la corporación municipal y el claustro de profesores del Instituto de Enseñanza Secundaria Ramón y Cajal de Huesca, heredero de la Universidad Sertoriana desde su desaparición en 1845. El oficio toma el nombre del canto ‘Tota Pulchra es, María’.
El Tota Pulchra fue nombrado en 2014 por el Gobierno de Aragón Bien de Interés Cultural Inmaterial y la liturgia se completa con la interpretación con coro y orquesta de cinco himnos litúrgicos, el ‘Ave Maris Stella’, el salmo 97 ‘Cantad al señor un cántico nuevo’, de José María Aso, maestro de capilla de la catedral de Huesca; la antífona ‘Tota Pulchra es, María’, el canto gregoriano ‘Salve Regina Solemne’ y ‘El Magnificat’.
La celebración del Tota Pulchra forma parte de la liturgia oscense desde el siglo XV, lo que se refleja en el manuscrito catedralicio Consueta Oscensis. En aquella época el oficio de celebración del voto a la Inmaculada Concepción tenía lugar en el antiguo convento franciscano que se situaba en la actual plaza de Navarra y la liturgia que se seguía en oficio era la misma que se seguía en la celebración de la Natividad de Jesucristo. Se conserva el testimonio documental del voto realizado por las instituciones oscenses a la Inmaculada Concepción en 1450 con motivo de una epidemia de peste que asoló la ciudad.
Este voto de la ciudad y sus instituciones se ha mantenido y renovado a lo largo de los siglos. En 1619, una comisión de doctores de la Universidad Sertoriana notificó el voto realizado a la Inmaculada Concepción por la institución académica al concejo municipal. A este voto se sumaron tanto el concejo como el cabildo catedralicio, que propuso una liturgia para la celebración de la vigilia. Este voto fue celebrado con un gran festejo popular en el que no faltaron luminarias en las ventanas, hogueras y toros ensogados, así como una procesión en la que participaron las tres instituciones y gran parte de la población.
La virulenta peste declarada en 1651 en Huesca llevó a la ciudad y a sus instituciones a renovar el voto a la Inmaculada Concepción el 4 de octubre, día de San Francisco de Asís. En 1652 se cumplió por primera vez con el voto tras su renovación y se celebró con una procesión desde la catedral de Huesca hasta el convento de San Francisco portando la imagen de la Virgen de la Concepción, llamada también Virgen del Voto. Tras la desaparición del convento franciscano en el siglo XVII la vigilia de la Inmaculada se ha celebrado en la catedral.
El misterio de la Inmaculada Concepción de la Virgen María es reconocido y definido por el papa Pío IX como dogma de la fe católica el 8 de diciembre de 1854 en la bula Ineffabilis Deus. Huesca mantiene su devoción por la Inmaculada Concepción en un acto cultural y religioso que se caracteriza por el consenso institucional y popular de la comunidad que lo celebra y por el profundo arraigo en la memoria histórica colectiva de la ciudad.