Nuestra Iglesia diocesana de Teruel y Albarracín se suma, un año más, a la celebración de la Jornada Mundial de los Pobres, que tiene lugar el próximo domingo, 15 de noviembre. La jornada cumple este año su IV edición.
Es una jornada instituida por el papa Francisco al clausurar el Año de la Misericordia como gesto concreto de oración y acogida de los pobres en el seno de la Iglesia y cuya celebración fue encomendada al Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización.
Nuestro Obispo, don Antonio Gómez Cantero, nos invita a todas las comunidades de nuestra Iglesia diocesana (parroquias, movimientos, asociaciones, cofradías, …) para que hagamos una colecta extraordinaria en favor de Caritas Diocesana, para que se puedan paliar algunas de las necesidades más urgentes.
El director de Cáritas diocesana de Teruel y Albarracín, Juan Marco Deler, nos ha hablado de la frustración que sienten porque cada día les llega más gente para pedirles ayuda. Una de las necesidades más importantes que tienen es la vivienda. Juan Marco señala que además del albergue están ayudando económicamente para temas relacionados con la vivienda, en concreto nos comenta que están gastando 60000 euros en ayudar a la gente para alquiler, calefacción, luz… En estos momentos están volviendo a números y necesidades como en marzo de este año. Por eso piden el compromiso de todos y apoyo para no dejar a nadie atrás.
Esta colecta es para ayudar a Cáritas para que puedan dar respuesta a todas estas necesidades tan acuciantes que la situación actual está generando. Miremos nuestro corazón y respondamos con generosidad.
Esta cuarta edición se celebra bajo el lema ‘Tiende tu mano al pobre’, título del mensaje que el Santo Padre publicó a razón de esta jornada en el mes de junio.
El Papa Francisco en su magnífico mensaje nos quiere recordar que:
La opción por dedicarse a los pobres y atender sus muchas y variadas necesidades no puede estar condicionada por el tiempo a disposición o por intereses privados, ni por proyectos pastorales o sociales desencarnados. El poder de la gracia de Dios no puede ser sofocado por la tendencia narcisista a ponerse siempre uno mismo en primer lugar
