La responsable del área de Catequesis de Barbastro-Monzón ejerce de sobrabense y «laica comprometida» en todo aquello en lo que «el Señor quiere que haga». Abordar una catequesis misionera es uno de los objetivos que se traza y en el que cuenta con más de un centenar de catequistas, mayoritariamente mujeres, y el convencimiento de que deben poner los pies en las huellas del primer catequista: Jesús.
¿Quién es Sonia Orús?
Soy una albellense, una sobrarbense de 41 años, la mayor de tres hermanos que pertenezco a una familia normal. Recibí los sacramentos de iniciación cristiana a su hora, pero como fecha señalada en el calendario tengo el 22 de mayo de 1999, aquel día, estando en la iglesia de Boltaña, supe que aquel era mi lugar en el mundo y que debía hacer honor a los compromisos bautismales y mostrar con mi vida, la causa de mi alegría, haberme encontrado con Cristo.
En la iglesia he sido y soy laica comprometida, en la zona en la que vivo , en la unidad pastoral de Sobrarbe hago todo aquello que el Señor quiere que haga, sobre todo estar con la gente, como dice Jesús: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
Como responsable de Catequesis en Barbastro-Monzón, ¿qué competencias, atribuciones, responsabilidades…tiene?
Mi responsabilidad es tratar de armonizar la catequesis en nuestra diócesis, territorio que sabemos que es muy diverso con muy diferentes realidades, pero hay que tratar que todos, catequistas y sacerdotes pongamos nuestros pies en las huellas que ha dejado sobre nuestra tierra aquel que es el Primer Catequista, Jesús.
Sobre todo, desde el área de catequesis y catecumenado queremos “cuidar” a los catequistas, “cuidar” su espiritualidad, “cuidar” su crecimiento en la fe y tratar de caminar todos juntos en la evangelización de nuestros pueblos. Para ello tratamos de crear espacios de relación entre los catequistas diocesanos, encuentros, retiros, escuelas de verano, formación…y tratamos de coordinarnos con otras áreas, ya que la catequesis, seguramente, es la punta de lanza de la evangelización y de la misión.
¿Cuántos catequistas prestan servicio en nuestra diócesis? ¿Cuál es su perfil?
Superamos el centenar, y el perfil es principalmente femenino y se subdivide en dos tipos, aquellos catequistas cuyo recorrido es largo, llevan muchos años llevando grupos de catequizandos, pero también tenemos catequistas que se han incorporado en los últimos años, bien porque acompañaron a sus hijos a la catequesis y vieron en la catequesis una forma de colaborar en la Iglesia. También tenemos jóvenes que tras culminar su proceso de iniciación cristiana se han incorporado a la evangelización de su pueblo.
A veces decimos Catequesis y solo pensamos en niños. ¿Se trabaja en un abordaje más integral?
Esa es una de las preocupaciones (ocupaciones) más intensas del área, la catequesis es un proceso que puede (o debería) durar toda la vida: la preparación para el bautismo, el despertar religioso, la preparación para recibir la eucaristía, la confesión, la confirmación, la preparación al matrimonio y el catecumenado continuo. Aunque parezca que se hace poco, y que avanzamos en este proyecto, la realidad es que damos pequeños pasos que quieren asentar los cimientos de la evangelización en nuestra diócesis.
La Catequesis ¿se acaba o la formación siempre continúa?
La catequesis no termina nunca, porque nunca dejamos de seguir a Jesús, el estuvo durante toda su vida publica siendo catequista de sus discípulos y así es la vida de todo cristiano, un aprendizaje dinámico continuo tras las huellas del Maestro camino del Reino de Dios, camino de la Vida eterna.
¿Qué objetivos se ha marcado la diócesis en este ámbito?
Debemos continuar trabajando en armonizar la catequesis en nuestra diócesis y hacerla misionera, no solo centrándonos en los “grupos” que nos lo soliciten si no en una catequesis misionera, dialogada, que tenga como núcleo la oración y en muchos casos prácticamente individualizada. Todo esto supone un “reciclaje” de los agentes y sobre todo un acompañamiento a ellos.
¿Qué papel juegan y cuál han de jugar las familias como entorno para la catequesis?
Las familias deben ser consideradas como el destinatario principal del proceso catequético, deben ser incorporados a la catequesis, pero considerando su diversidad, tanto social como territorial, así como su proceso interno. Los catequistas, así como cualquier otro agente implicado en la evangelización, debemos ser ACOGEDORES, trasparentando las actitudes de Cristo, no haciéndonos ni jueces ni verdugos cuando se acerca a nuestras parroquias una familia que no cumple por así decirlo el estándar de “familia perfecta”.
La catequesis debe ser un proceso que nace tras la acogida y que debe conducir a facilitar el encuentro de las personas con Cristo.