Un café con Jesús. Flash sobre el Evangelio del I Domingo de Adviento (28/11/2021)

El párroco nos ha animado a preparar el próximo cumpleaños de Jesús y ha comenzado la Eucaristía encendiendo la primera vela de la corona del Adviento. Luego, ha recalcado unas palabras del Evangelio de este domingo (Lc 21, 25-36): «cuando empiece a suceder esto, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación». Pero “eso” que ha de que suceder más parece una catástrofe que otra cosa. ¿Cómo puede impulsar nuestra esperanza?

– ¡Alegra esa cara! -me ha dicho Jesús nada más verme-. ¿No has oído mis palabras recogidas en el Evangelio de hoy: «levantaos, alzad la cabeza»?

– Pues, justamente, eso es lo que me trae cabizbajo -he respondido-. Primero anuncias una catástrofe cósmica y luego pides que nos animemos. ¿Cómo casas ambas cosas?

Nos hemos acomodado, el camarero ha traído los cafés y Jesús me ha mirado sonriendo:

– ¿Tengo que recordarte lo de los géneros literarios? La gente de mi tiempo subrayaba la crisis que precederá a la irrupción del reinado de Dios, describiéndola como una gran catástrofe natural, pero es una descripción para llamar la atención; lo decisivo es que Dios reinará por fin en este mundo y su reinado traerá paz y justicia, sobre todo para los pobres. Es un género literario. ¿No decís vosotros que el delantero torpedeó la portería contraria, cuando lo que hizo fue poner un gol? Es también un género literario; nadie piensa que lanzó un torpedo como si fuera un submarino, y si sólo se dijera que puso un gol, no habría color…

– Tienes razón; perdona mis cortas entendederas en algunas ocasiones. Es que eso de tener que sufrir un examen o, más exactamente, una crisis nos resulta incómodo…

– Solamente si no podéis manteneros en pie ante el Hijo del Hombre, como advertí en aquella ocasión: «Tened cuidado no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida». Vuestro refranero dice que el que avisa no es traidor.

He guardado un par de minutos de silencio mientras revolvía el azucarillo en la taza y he tomado un sorbo de café. Jesús me miraba con cariño y, al final, me ha dicho:

– Sí, hombre; cuando se cumpla mi segunda y definitiva venida a este mundo, quedaréis libres de tantas ataduras como ahora os arrastran a una vida cargada de tareas pesadas, a veces agobiantes, y no pocas veces frustrantes. Y sobre todo los pobres verán el fin de sus sufrimientos, injusticias y falta de horizontes. Oír que os dicen: «Venid, benditos, recibid la herencia del Reino preparado desde la creación del mundo», ¿no invita a levantar la cabeza porque se acerca la liberación?

– Pero un juicio, un examen o la crisis, llámalo como quieras, siempre pone de los nervios, ¿no crees?

Jesús ha apurado su café y con una calma infinita me ha dicho:

– No es para tanto. Recuerda que seré yo quien vendré en una nube, con poder y majestad, es cierto; pero a mí ya me conoces, todos los domingos tomamos juntos este café y sabes que puedes fiarte de mí. Sólo quienes se hayan empecinado en vivir como si los otros no existieran, como si los pobres no existieran y como si el Padre no existiera pueden sentirse confundidos ante mi segunda venida. Para los demás, sobre todo para la pobre gente maltratada por la injusticia, será la aurora de su liberación.

– O sea, que tiempo de Adviento igual a tiempo para ponerse a punto -he concluido mientras dejaba sobre la mesa el importe de nuestros cafés-.