Con la proclamación de los premios Nobel, cita habitual del mes de octubre, y con el reconocimiento social que acostumbran a conllevar, me preguntaba cuál es la diferencia entre los santos de antaño, esa meta a la que todos los cristianos deberíamos aspirar y estos galardones relativamente modernos (se empiezan a otorgar en 1901).  En una sociedad secularizada, los premios Nobel o la Medalla Fields en matemáticas, son galardones que abren las noticias, o llenan páginas de periódicos, mientras que los santos de ayer y de hoy, quedan relegados a las páginas dominicales de algún periódico o las revistas especializadas en el ámbito religioso.

Si unas interesan y otras parece que no, tendrá que ver sin duda con una dificultad de comunicación, o un pasado que nos condena…porque en ambos casos estamos ante mujeres y hombres que han hecho grandes aportaciones a la humanidad, que han promovido un importante avance en lo científico, cultural o humanitario. ¿Quién no cree que cualquier aportación en estos ámbitos debería ocupar más titulares en nuestros medios, sean quienes sean las personas que los han merecido? Pienso, por ejemplo, en la puesta en marcha de la causa de beatificación del Padre Arrupe. Alguien como él, y antes de su probable canonización, debería llegar a todos los que anónimamente buscan el bien de toda la humanidad.

Teresa Gomà, rscj