En 1959, en un rincón emergente del zaragozano barrio de Las Fuentes, donde apenas despuntaban viviendas en los grupos Girón y Escoriaza, el sacerdote Julián Matute —posteriormente canónigo del Pilar— dio un paso audaz: fundar un colegio. Así nacía Santo Domingo de Silos, una institución educativa con alma de misión.
Aquella primera aula acogió a 262 alumnos y marcó el inicio de una historia profundamente ligada al desarrollo del barrio y al compromiso social de la Iglesia. Desde sus primeros años, el colegio se concibió como mucho más que un espacio de formación académica: incluyó un cine, piscinas abiertas también a las familias, comedor escolar y una extensa área deportiva que acabaría alcanzando los 22.000 metros cuadrados. Educación, alimentación, cultura y ocio se entrelazaron para ofrecer un modelo integral de acompañamiento.
Con el tiempo, el colegio creció hasta convertirse, en 1982, en el centro educativo más grande de Europa, con cerca de 7.000 alumnos. Aunque los desafíos demográficos de las últimas décadas han reducido esa cifra, hoy Santo Domingo de Silos sigue vivo y en transformación, acogiendo a más de 2.200 alumnos de 33 nacionalidades, con una plantilla de 175 docentes y 64 profesionales de administración y servicios.
Una exposición en el Centro Joaquín Roncal repasa esta trayectoria a través de fotografías, documentos y objetos que evocan los orígenes: desde una recreación del aula original —con pupitres de madera, mapas escolares, un crucifijo y las imágenes de la Inmaculada y del santo titular— hasta testimonios de quienes impulsaron su crecimiento. La muestra, guiada por el comisario José Enrique Pasamar, se articula en torno a las etapas de sus cuatro directores: Julián Matute, Manuel Almor, Emilio Aznar y el actual, Fernando Urdiola.
El propio Urdiola, director titular de la obra diocesana, subraya que el colegio «comenzó con mucho esfuerzo, mucho sacrificio y al mismo tiempo con mucho tesón», como obra nacida en un barrio «casi marginal» y que llegó a ser, «con razón, el colegio más grande de Europa». Hoy, asegura, Silos «vive, pervive y seguirá viviendo en toda esta cuestión del desarrollo social, valorando la dignidad de la persona», con especial atención a la diversidad cultural y a las condiciones de vida de un barrio que ha cambiado profundamente.
En cuanto al futuro, Urdiola destaca varios horizontes: por un lado, el impulso decidido a la Formación Profesional, «durante años la niña fea del sistema educativo», que ahora gana protagonismo con una oferta cada vez más tecnológica —en electrónica, automoción, deporte, salud— y con presencia tanto en la FP concertada como privada. Por otro, la apertura en el curso 2025-2026 del macrogimnasio Enjoy! Silos, un proyecto compartido con la ciudad que dotará al barrio de nuevas instalaciones deportivas abiertas a toda la ciudadanía.
Durante la inauguración de la exposición, el presidente de Aragón, Jorge Azcón, expresó su reconocimiento por una historia educativa que ha beneficiado no solo al barrio, sino a toda la comunidad autónoma. Destacó el papel de la Iglesia como gestora comprometida durante estos 65 años y subrayó el valor de la educación concertada.
Por su parte, el arzobispo de Zaragoza, Don Carlos Escribano, recordó que «los sueños se cumplen», especialmente cuando hay personas valientes que apuestan por transformar la realidad desde el Evangelio. «La historia de nuestra ciudad está profundamente ligada a la Iglesia, y lo mejor del pasado es que muestra el camino hacia el futuro», afirmó. También valoró el legado de figuras como don Julián Matute, cuya visión permitió levantar una obra educativa sólida, inclusiva y generadora de comunidad.
Hoy, Santo Domingo de Silos continúa siendo signo de esperanza. En sus patios y aulas, se sigue educando con mirada evangélica, construyendo vínculos, sembrando sueños. Porque, como recordó el arzobispo, «tenemos que seguir soñando… y sirviendo».