«Recuerdo orante y agradecido» por los Consagrados víctimas de la pandemia

Diócesis de Teruel y Albarracín
16 de noviembre de 2020

La Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, a través de su Secretariado, ha propuesto a todos los miembros de la vida consagrada en España una jornada de recuerdo orante y agradecido por las personas consagradas que han fallecido en nuestro país durante esta pandemia. Será el próximo sábado 21 de noviembre.

Nos sentimos urgidos de muchas formas a mantener viva la memoria de todos los fallecidos en este tiempo. Nos acordamos de manera especial de Mons. Antonio Algora y, muy singularmente, a aquellos a quienes nadie recuerda. Junto a todos ellos y dentro de esa memoria continua y sentida por todas las víctimas mortales del COVID-19, queremos invitar a todos los consagrados a dedicar conjuntamente un día para el recuerdo orante y agradecido hacia los miembros de la vida consagrada que han dado los últimos pasos de su peregrinar aquí en España a lo largo de estos meses. Hombres y mujeres apasionados por Dios y por la humanidad, que hacen crecer la luz de la esperanza en la Resurrección, el gozo del Reino que se puede entrever en medio de regiones de muerte.

La fecha elegida, el 21 de noviembre, se celebra la memoria de la Presentación de la Bienaventurada Virgen María, modelo de consagración y seguimiento para las personas consagradas (cf. VC 28). Oramos con María, la Madre de Jesús, perfecta consagrada siempre atenta a lo que necesita la humanidad y bien dispuesta a mostrarnos cómo hacer lo que Él nos dice, mientras nos guarda en su Corazón Inmaculado.

Orar con María

María, Madre y Hermana nuestra
tú resplandeces siempre en nuestro camino
como signo de salvación y de esperanza.

Nosotros nos confiamos a ti,
Salud de los enfermos,
que junto a la cruz te asociaste al dolor de Jesús,
manteniendo firme tu fe.

En tus manos ponemos a todos nuestros hermanos y hermanas
de la Vida Consagrada que han fallecido,
durante esta pandemia
(Breve silencio)

Tú, Madre de todo consuelo,
sabes lo que necesitamos y estamos seguros de que proveerás,
para que, como en Caná de Galilea,
pueda volver la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.

Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
a conformarnos a la voluntad del Padre y hacer lo que nos diga Jesús,
que ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos
y se ha cargado con nuestros dolores para llevarnos, a través de la cruz,
a la alegría de la resurrección.

Todos:

Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita! ¡Amén!

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