El Domingo de Pentecostés, jornada de la Acción Católica y el Apostolado Seglar, la Diócesis de Barbastro-Monzón celebró su tradicional Encuentro de Laicos en el Monasterio de El Pueyo de Barbastro. En esta ocasión, la cita fue también momento para agradecer el proceso sinodal que estamos viviendo y cuyas conclusiones se expusieron en las cuatro estaciones del Vía Lucis. Un centenar de fieles de los cuatro arciprestazgos subieron desde la Plaza del Sol hasta la iglesia de este enclave mariano, escenificando la voluntad sinodal de caminar juntos como Pueblo de Dios peregrino y misionero.
El obispo, que presidió la Eucaristía, subrayó la necesidad de romper las inercias y salir de los espacios de confort para dar respuesta a las necesidades de evangelización del mundo actual. «Nos hemos puesto en camino, torpe y humildemente, quizá mirando hacia atrás y sintiendo vértigo», señaló y aludió a la reciente reestructuración geográfica y pastoral. «Estamos plasmando un nuevo modo de ser iglesia en el que la parte de la gestión y la parte pastoral vayan al unísono», añadió, mostrando los diagramas de organización en los que laicos, consagrados y ministros ordenados tienen su responsabilidad.
1ª estación: Gracias, Padre, porque somos capaces de escucharnos
Un representante del Arciprestazgo del Somontano leyó un extracto de las conclusiones sinodales, resultado de un proceso de diálogo. El Espíritu Santo nos pide «escucha, cercanía, transparencia, cambios de hecho y no de palabra, apertura a colectivos excluidos, compromiso individual y colectivo, sencillez, creatividad, integración del otro… La lista es larga. El Espíritu Santo nos pide una transformación que fortalezca la esencia fraterna de la Iglesia para responder a la necesidad que el mundo tiene de Dios, hoy y siempre».
2ª estación: Gracias, Jesús, por el don de tu cuerpo entregado por nosotros
Un representante del Arciprestazgo del Cinca Medio-La Litera compartió alguna de las experiencias más significativas del proceso sinodal en la iglesia local. «En los fieles se ha detectado un deseo de aportar no solo opiniones sino propuestas y soluciones constructivas. Este proceso ha propiciado poder contar con unos tiempos y unos espacios para hacer una pausa y dialogar sobre lo que somos y lo que queremos ser, lo que en algunos casos han denominado “diagnóstico” de la unidad pastoral, de los grupos e incluso un análisis personal. Y, sobre todo, en una gran mayoría se ha decidido continuar la senda marcada por el Sínodo y se han mantenido reuniones posteriores».
3ª estación: Gracias, Espíritu Santo, por los dones con los que nos haces corresponsables en la misión de la iglesia
En la tercera estación, un fiel de Ribagorza-Sobrarbe aportó un resumen sobre los puntos de vista con más resonancia en el trabajo sinodal. «El primero, que la Iglesia, sin perder su esencia, tiene que evolucionar y para eso nos hemos de situar en posición de escucha y la escucha implica diálogo. (…) Que se dé un cambio efectivo en el modo de ser Iglesia exige el compromiso, la corresponsabilidad y la voz de los que forman parte de ella. La Iglesia debe acoger a todos los próximos o lejanos, así sean o se consideren diferentes: por género, raza, orientación sexual o distintas creencias. De forma concreta, se alerta sobre la necesidad de tener en cuenta a los jóvenes, porque son la Iglesia del futuro, así como a colectivos tradicionalmente alejados».
4ª estación: Pedimos al Paráclito que nos capacite para el diálogo en la Iglesia y en la sociedad
Finalmente, un representante del Arciprestazgo del Bajo Cinca leyó algunas luces y sombras del trabajo sinodal. «Esta Iglesia local viene trabajando, practicando la sinodalidad. No es fácil el trabajo conjunto porque exige cambiar muchos hábitos tanto individuales como de las organizaciones. Necesitamos un tiempo en la Iglesia de interiorización y discernimiento. Un tiempo que sirva para reconectar con la espiritualidad, incluso a nivel religioso y clerical.»
