Pilar Molina: «Quisimos que los mayores no se sintieran solos, que notaran nuestra cercanía»

Rocío Álvarez
7 de septiembre de 2020

Los ancianos han sido el colectivo más golpeado durante esta pandemia. Muchos de ellos han tenido que enfrentarse a la situación en su soledad acostumbrada. Por eso, toda la red de voluntarios de la delegación de Pastoral de la Salud de Zaragoza ha mantenido su actividad para seguir cerca de ellos, como brazos de Dios.

Pilar Molina es delegada de Pastoral de la Salud de la arhidiócesis de Zaragoza desde 2016.  Ella reconoce que es difícil reducir a unas pocas líneas lo que supone un trabajo que requiere tanta entrega y dedicación, pero se pone a ello y nos revela la tarea de su equipo de Pastoral de la Salud, una tarea sencilla y a la vez incansable, constante y amorosa como es visitar a los enfermos, a los ancianos que no pueden salir de su casa, para llevarles una palabra de aliento y lo más importante, los sacramentos.

En el confinamiento

La delegación de Zaragoza envió un correo electrónico a todos los párrocos y responsables de grupos de Pastoral de la Salud para asegurar que la atención a sus enfermos y mayores, a pesar de no poder ser presencial, no dejaría de realizarse a través del teléfono. «El objetivo es que no se sintieran solos, que notaran nuestra cercanía. Y así ha sido, no hemos perdido el contacto con ellos durante todo el confinamiento», recuerda Pilar Molina.

“Invito a los jóvenes a tener un gesto de ternura hacia los ancianos, especialmente los que están más solos, porque ellos son vuestras raíces” Papa Francisco

‘Nueva normalidad’

«Una vez finalizado el estado de alarma, fuimos recuperando poco a poco las visitas tomando todas las precauciones de seguridad debidas», señala Pilar. La delegada apunta que era necesario retomar las visitas pero sobre todo poder llevar los sacramentos (la comunión y la confesión) a todos los fieles que lo demandaban

Cifras y juventud

El grueso de los enfermos y ancianos solicitantes de los servicios de esta delegación zaragozana asciende a casi 800 personas. En cuanto a los voluntarios, superan los 500. «Casi todas las parroquias de la diócesis», afirma Pilar, «cuentan con un grupo de Pastoral de la Salud que  gestiona a los voluntarios que acompañan, visitan y llevan la comunión a sus enfermos, en este último caso, si son ministros de la comunión». 

Precisamente, respecto al perfil de los voluntarios es donde Pilar es consciente de la necesidad de rejuvenecerlo: «El problema», reconoce, «es que la mayor parte de nuestros voluntarios están necesitados de recibir los servicios que ellos prestan». Esta necesidad acuciante de promover el compromiso social de los jóvenes forma parte de la sensibilidad del Papa, quien este verano desde la plaza de San Pedro  invitó a los jóvenes a tener un «gesto de ternura hacia los ancianos, especialmente los que están más solos (…) porque ellos son vuestras raíces». 

La Hospitalidad de Lourdes en Zaragoza

Esta pandemia tambien ha afectado de forma sustancial a la Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes en Zaragoza, una entidad enfocada por vocación a la atención de los mayores y enfermos y que ha tenido que suspender sus actividades ya que el colectivo que la compone es de riesgo alto. Sin embargo, no ha querido perder la oportunidad de ayudar a los sectores mas desfavorecidos de la ciudad al ofrecer sendos donativos a la parroquia del Carmen y a Cáritas diocesana de Zaragoza. Con el ánimo de poder retomar sus encuentros con la normalidad acostumbrada, la entidad queda a la espera de ver cómo se desenvuelve este curso. La Hospitalidad informará oportunamente cuando puedan reanudar su actividad.

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