Pilar Molina: «Hace falta más formación de voluntarios y visitadores de enfermos»

El domingo 22 de mayo, la Iglesia en España celebra la Pascua del Enfermo. Una festividad con la que culminan más de tres meses dedicados a quienes sufren enfermedades, y que empieza el 11 de febrero, día dedicado a dos acontecimientos: la festividad de Nuestra Señora de Lourdes, y la Jornada Mundial del Enfermo. Durante esta Pascua, las parroquias de todas las diócesis de Aragón suministrarán el sacramento de la unción a quienes están padeciendo algún tipo de dolencia y deseen recibirla. Con motivo de esta celebración, María Pilar Molina, delegada de Pastoral de la Salud de Zaragoza, nos explica la valiosa labor que realizan sacerdotes y laicos con personas que están en ese trance, y que reciben una gran ayuda espiritual.

Pilar Molina es la Delegada de Pastoral de la Salud en Zaragoza.

¿En qué consiste el trabajo de la Pastoral de la Salud?

Es una labor silente y gratificante que realizan sacerdotes, voluntarios, visitadores y profesionales de la salud para atender espiritual y materialmente a los enfermos y sus familias en la intimidad de sus hogares. Es un trabajo prioritario en las parroquias. Intentamos llevar la fe allí donde vamos. Nuestra labor es sencilla, pero muy gratificante.

¿Son suficientes los voluntarios y visitadores ante la demanda actual?

Hace falta más formación de voluntarios y visitadores de enfermos. Antes, bastaba la buena voluntad de los interesados, pero hoy día no es suficiente. Es necesaria una capacitación en todos los niveles para poder atender a los enfermos. Antes de la pandemia, los voluntarios y visitadores en Aragón sobrepasaban las mil personas, pero, en la actualidad, han disminuido bastante porque abunda la gente mayor. Se necesitan jóvenes que se impliquen con esta vocación. Si no, llegará un momento en el que nos quedaremos en nada porque todos son mayores.

Con la unción de enfermos he visto cómo algunas personas remontaban de una forma sorprendente. Les ha dado impulso, consuelo, paz e, incluso, han mejorado de forma momentánea.

¿Qué es lo más importante al atender un enfermo?

Tratar de conocerle bien a través de la escucha, si puede expresarse. Y, si no, a través de su familia o del cuidador. Es importante saber cómo ha sido su vida, cómo es ahora, si es creyente o no. Si el enfermo puede hablar, hay que dejar que se exprese. También hay que saber valorar los silencios, tener una muestra de cariño y cogerle la mano si lo necesita. De allí la formación de la que habla…Así es. El visitador necesita para saber distinguir cuál es el momento que vive el enfermo y saber cómo actuar. Por ello, desde la Delegación de Pastoral de la Salud nos encargamos de inculcar la atención espiritual desde el respeto a las creencias del enfermo. Si la persona no es creyente, nos quedamos ahí, pero siempre intentamos llevar palabras de esperanza.

La unción de enfermos no es un sacramento de muertos, sino de vivos. No hay que confundirla con la extremaunción, que, como su nombre indica, es un sacramento que se suministra in extremis.

¿Qué es lo que más le gratifica de su labor?

Con la unción de enfermos he visto cómo algunas personas remontaban de una forma sorprendente. Les ha dado impulso, consuelo, paz e, incluso, han mejorado de forma momentánea. Al final, han fallecido por efecto de la propia enfermedad. Y otra de las cosas que vivimos con frecuencia es que los propios enfermos admiten mejor el sentido de este sacramento que los propios familiares que los acompañan. La última experiencia que tuve fue de una mujer que estaba a punto de fallecer y, tras recibir la unción de enfermos, vivió un año más. La enfermera que la cuidaba me preguntaba qué le habíamos dado, porque se notaba que se había recuperado y parecía que le habíamos dado vida.

¿Qué le puede decir a un enfermo que no ha recibido aún el sacramento de la unción?

Que no es un sacramento de muertos, sino de vivos. No hay que confundirla con la extremaunción, que, como su nombre indica, es un sacramento que se suministra in extremis, por ejemplo, después de un accidente, cuando la muerte es inevitable. En cambio, la unción de enfermos es un sacramento de curación que prepara a las personas para el paso de esta vida a la gloria eterna. Por ello, se debe hacer con paz y celebrándolo. Es un regalo de Dios tener la oportunidad de recibirla.

¿Y los voluntarios pueden llevar también la comunión?

Los seglares autorizados por el párroco o por el obispo pueden llevar la comunión a los enfermos. Los sacerdotes no tienen tiempo de visitar todas las casas y nosotros podemos administrarla. Muchos enfermos nos dicen que, para ellos, el momento de la comunión es el más importante de la semana. Animo a todas las parroquias que formen a voluntarios para ejercer esta gran labor.