No creo en ningún «dios»

Sí, ‘dios’ en minúscula. Así lo ha escrito Luna, su autora.

Quizás el mejor camino es la contemplación, mirar dejándose transformar. Contemplar para ir cambiando el corazón que entiende las razones en otro nivel superior al de las ideologías, el fundamentalismo religioso, los nacionalismos, los intereses políticos y gubernamentales o las opiniones egoístas y cerradas, tan inhumanas.

Este es el hecho tan sabido, ¿reflexionado? Así lo describe un periodista: “Arde la frontera entre Ceuta y Marruecos… Tras varios días de presiones de un lado y devoluciones en caliente del otro, las aguas parecen haberse calmado. Y, como siempre, a costa de los más débiles, de los pobres, de los emigrantes. Una vez más se ha jugado con las vidas y con los sueños de los más pobres. Una vez más se les ha instrumentalizado. Una vez más fueron carne de cañón”[1]. Para una parte y la otra, a ambos lados de la frontera.

Santiago Agrelo, arzobispo emérito de Tánger (Marruecos) nos lo hace ‘vivir’ desde el corazón, en el ‘El Objetivo’ de La Sexta del domingo 23 de mayo. Habla desde la experiencia de quien vivió esta tragedia durante muchos años. Dice que su actitud ante los emigrantes ‘no necesita recurrir’ a su fe en Dios, ni siquiera a su conciencia, sino ‘reaccionar’ ante la necesidad de quienes sufren tanto por buscar dignidad y trabajo. A los que “se les atribuye comportamientos violentos y, hay que decirlo, los muertos se cuentan entre los migrantes, no entre la sociedad civil ni las fuerzas del orden. Los muertos y mutilados se encuentran entre los migrantes, no entre nosotros”. Por tanto, se trata no de criminalizar, sino de preguntarse por las razones que los llevan “a buscar una oportunidad junto a una valla”. Y nos recuerda que los valores cristianos “son valores de acogida y de abrazar a quien está necesitado”. Y “esos niños lo necesitan todo, empezando por el cariño y la acogida, mucho más que el pan”.

Necesitamos ‘contemplar’ a Luna, esa joven de la Cruz Roja, que acoge, abraza, consuela a Abdou, un mocetón senegalés, que llegó a nado desde Marruecos y ‘perdió’ a su hermano. Abrazo que todos hemos podido ver o incluso mirar, por su gran difusión, y que necesitamos ‘contemplar’. Es una imagen mucho más que emotiva. Es la verdadera realidad de esos días. Contemplar detenidamente, con el corazón actuando, y algo nuevo puede nacer en nosotros. Sin duda. O muchas fotos de militares, guardias civiles, policías, voluntarios de Cáritas y de otras ONG y gente corriente haciendo lo mismo: acoger, consolar, abrazar, alimentar.

El mensaje de Luna en redes sociales, menos la primera frase que no entiendo, decía así: No creo en ningún dios, pero estoy segura que si viviera las situaciones que ha vivido esta gente lo haría. Qué frustración, qué cansancio psicológico y qué rabia. Ayuda humanitaria no es quitarse a las personas de encima, es entender sus necesidades y más en estas condiciones. Es raro que te den las gracias por algo que debería ser normal”.

Contemplemos la belleza de la foto y su extraordinaria sensibilidad para que crezca en nosotros no solo la vergüenza sino además la tristeza, la repugnancia, la rabia… y la alegría por tanta belleza y dulzura en una foto que refleja vida, la vida.  Pero Luna, por desgracia, ha decidido cerrar sus redes sociales porque ha recibido insultos, ataques y mensajes de odio y ya no ha podido aguantar más. No obstante, la mayor parte de la población se ha volcado a su favor y a su actuación. Pero algunos deben tener sentimientos desviados, inhumanos, para convertir un gesto de inmensa ternura con un desvalido, en un insulto. “Llévatelos a tu casa”. “Europa no es una ONG”. “Es una invasión”. “Discurso buenista y él aprovechando la turgencia”. “Lo vas a pagar caro”.[2]

 “No creo en ningún dios… Es raro que te den las gracias por algo que debería ser normal”. Bravo por las dos afirmaciones. Dos afirmaciones radicalmente cristianas, por ser muy humanas y viceversa. Hay mucha fe en estas acciones, aunque no debamos decírselo, por respeto, a quien las hace. Sí podemos y debemos manifestar nuestra alegría por su existencia. ¿Habrá cristianos entre los que han censurado e insultado a Luna o alientan campañas y propaganda contra los emigrantes? Esos sí creen en ‘dios’, el que sea, con minúscula. Pero han olvidado su fe en el Padre, la gratuidad y su humanidad. Los no creyentes, que también rechacen o insulten, han sepultado su humanidad y la solidaridad.

El ‘dios’ siempre es un ídolo fabricado por intereses inconfesables o por defender una ideología disfrazada de religiosidad. Hace bien Luna por no creer en ningún ‘dios’. Lo grave para nosotros, los cristianos, sería que el ‘dios’ de Luna incluyera también a nuestro Padre a causa de nuestro mal testimonio.

Y es que el amor, la solidaridad, el cariño, la compasión… no son obra de ningún ‘dios’. Son actitudes y acciones del ser humano que ha nacido de Dios. Eso creemos-los-creyentes. Y para los cristianos, Dios es el Buen Padre compasivo, que nos ha creado a su imagen y semejanza. Y todos los que ‘han nacido’ de Él, lo imitan, crean o no crean.


[1] José Manuel Vidal. Religión Digital .20.05.2021.

[2] Información de diversos periódicos.