Pasadas las fiestas de Nuestra Señora del Pilar y con el entusiasmo y empuje evangelizador que ella siempre imprime en el corazón de los creyentes, animándonos a evangelizar como al apóstol Santiago, incluso en momentos de incertidumbre y dificultad, nos adentramos en la celebración del Domingo Mundial de las Misiones, DOMUND. 

El Mensaje del Papa para esta jornada nos brinda el lema de este Domund: ‘Seréis mis testigos’. Francisco toma estas palabras del último diálogo del Resucitado con sus discípulos antes de su ascensión (cf. Hch 1,8). Desde ese momento, la misión de dar testimonio queda abierta y también nosotros entramos en ese encargo. El uso del plural “seréis” que recoge el lema, destaca el carácter comunitario-eclesial de nuestra llamada misionera. En nuestro contexto de sinodalidad, esto refuerza todo lo propuesto: ‘Comunión, participación, misión’.

Jesús envía a los discípulos para vivir la misión, para ser sus testigos. Al final, los discípulos somos constituidos en testigos por gracia. La misión es siempre un don; formar parte de ella, ser testigo, es un regalo. Esto nos ayuda a vivir la humildad en la misión. Cada cristiano está llamado a ser misionero y testigo de Cristo. En efecto, el testimonio de vida evangélica de los cristianos es fundamental para la transmisión de la fe (cf. EN 41); esta propuesta debe desarrollarse en nuestro entorno más cercano y, a la vez, en tantos lugares donde aún no conocen a Jesús: “Con el testimonio de su vida y de su palabra, entablen los misioneros un diálogo sincero con quienes no creen en Cristo, para que, de modo acomodado a la mentalidad y cultura de estos, les abran los caminos por los que puedan ser llevados a conocer el mensaje evangélico” (C. 787 CIC). Este reto lo afrontan tantos hombres y mujeres, los misioneros, que a lo largo del mundo trabajan en la propagación de la fe y que dejaron atrás su familia y su tierra por anunciar a Jesús. Pero también nos sentimos llamados nosotros, en la diócesis de Zaragoza de hoy, que con el desarrollo del Plan VITA intentamos dar respuesta a ese mandato de Jesús en una sociedad que ha cambiado. 

Este año celebramos, además, los 200 años de la fundación de la Obra de la Propagación de la Fe por Pauline Jaricot, recientemente beatificada, y también se cumplen 100 años de la elevación a “Pontificias” de las primeras Obras Misionales por Pío XI. Por estos felices acontecimientos y por los muchos frutos que han dado a la hora de evangelizar, hay que dar muchas gracias a Dios. También agradecer el trabajo callado pero eficaz que realiza durante todo el año nuestra delegación diocesana de Misiones. Gracias a todos los que trabajáis y colaboráis en ella por vuestro trabajo y compromiso constante que tanto nos ayuda en la diócesis.   

“Seréis mis testigos”: los testigos de hoy los tenemos a nuestro lado; son nuestros misioneros, y somos también nosotros mismos. El Domund de este año es una clara invitación a reavivar la llamada del Señor, el envío a ser sus testigos. ¡Os ánimo a colaborar con generosidad en esta Jornada misionera!