Este Primero de Mayo viene marcado por la crisis del coronavirus COVID-19, una pandemia que ha destruido en España cerca de un millón de puestos de trabajo y ha precarizado, en muchos casos, las relaciones laborales. Por eso, advierte Iglesia por el Trabajo Decente, es hora de “superar planteamientos individualistas” y comprometerse “solidariamente con la comunidad y el bien común”.
Vale la pena no perder de vista el espíritu de cooperación y desprendimiento que, durante estas semanas de confinamiento, ha inundado de luz un panorama oscuro e incierto. Administraciones públicas, empresarios, trabajadores… Toca actuar con altura de miras para que nadie se quede atrás, garantizando unas condiciones laborales que protejan tanto la integridad física como psíquica, sin olvidar que el trabajo es un medio de realización personal que debe dignificar al ser humano (y no al contrario).
Con mayo comienza también el mes de María, modelo de fe, caridad y unión con Cristo. A pesar de que este año no van a poder celebrarse las múltiples manifestaciones de piedad popular que tienen lugar tradicionalmente en nuestros pueblos y ciudades, como señala el arzobispo D. Vicente Jiménez Zamora, “podemos intensificar de otra manera, con creatividad pastoral, nuestra devoción y amor a la Madre de Dios y Madre Nuestra”.
Que ella inunde nuestros corazones de paz, alegría y ternura.
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