Manos Unidas ha puesto en marcha su 63 campaña contra el hambre en la que pretenden reconocer la realidad para transformarla.

La pandemia del coronavirus ha agravado la desigualdad y el número de personas con hambre aguda se duplicará, por desgracia, estas cifras esconden rostros de seres humanos que no tenemos tiempo ni de mirar ni de tener presentes. No podemos seguir ignorando la dura realidad que viven millones de personas en el mundo, y que cada día, se están volviendo más invisibles y más olvidados a causa de nuestra indiferencia.
La desigualdad, cada vez mayor, ha vuelto a ampliar la brecha entre los países pobres y ricos. Una desigualdad que puede condenar a la pobreza a 500 millones de personas más, además de incrementar las, ya de por sí, “vergonzantes” cifras del hambre en el mundo.

Ayer, en el Obispado tuvimos el acto central de presentación de la Campaña. Se comenzó con la proyección de un video de la campaña, posteriormente la presidente de Manos Unidas dio la palabra a Carmen Gascón, responsable de educación, que fue la encargada de explicar el cartel de este año.

Posteriormente tomó el testigo Antonio Martínez, misionero diocesano, que nos contó su experiencia en Ecuador. También participó en la presentación nuestro Obispo, don José Antonio Satué.
Como nos señaló Alicia en su intervención, en la Delegación de MANOS UNIDAS de la Diócesis de Teruel y Albarracín, trabajan más de 100 voluntarios para que esto sea posible. En Alcorisa, Cella, Calamocha y Gea de Albarracín hay pequeños grupos de trabajo, que organizan y programan a lo largo del año diferentes actividades en las que, hacen visible la realidad de los países más pobres.

Durante el año 2021 se han financiado desde nuestra diócesis cinco proyectos de desarrollo con donativos aportados por particulares, empresas e instituciones públicas como el Ayuntamiento, la Diputación Provincial y la Comarca Comunidad de Teruel.
Proyectos
También se presentaron los proyectos para este año 2022 en Manos Unidas de Teruel, son dos:
El primero de ellos se sitúa en Antananarivo, la capital de Madagascar (África).
Este proyecto, pretende mejorar el acceso de la mujer a la educación. Las actividades serán de rehabilitación de un albergue, su equipamiento y la puesta en marcha de cursos de formación de las jóvenes.
El proyecto beneficiará directamente a 120 jóvenes rurales y el objetivo es darles un marco favorable para vivir y estudiar, al tiempo que se les enseña a ser responsables y autónomas.
El segundo proyecto a financiar se sitúa en Ecuador (América), en la provincia de Esmeraldas.
El objetivo es el fortalecimiento económico y organizativo con equidad de productores y productoras de cacao. Se consolidará, la producción de plantas de cacao y se trabajará en acciones relacionadas con su cosecha y comercialización.
El proyecto incidirá directamente en el empoderamiento de las mujeres, tanto en lo relativo a la exigibilidad y el ejercicio de sus derechos, como en los niveles de partición, representación y autonomía económica.