Genoveva Buatas ha asumido la delegación diocesana de Manos Unidas, a propuesta de su antecesora, Inmaculada Pellicer, y muy agradecida “por la colaboración, ayuda y experiencia de sus compañero”. El pasado 13 de octubre, se formalizó su nombramiento episcopal, en un año complejo, en el que un providencial legado contribuirá a materializar la iniciativa diocesana para este 2020: «Empoderamiento de unidades de producción agroecológicas de once unidades en red», en Guatemala.

Se trata de un proyecto de economía solidaria en Guatemala, en una zona muy conflictiva del altiplano guatemalteco. «Manos Unidas quiere facilitar que sus habitantes, si así lo desean, puedan quedarse a vivir allí, pero con recursos dignos», subraya, detallando como beneficiarios directos a 373 campesinos y, como indirectos, a un total de 2.238, para un proyecto con un coste de 86.914 euros «Nuestros proyectos siempre rondan esa cantidad, porque esta es una diócesis muy poco poblada pero muy generosa», añade. No ha sido fácil esta campaña, en la situación que vivimos, desarrollar las habituales actividades recaudatorias, pero «la providencia siempre acaba por aparecer. Nos ha llegado un regalo, en forma de herencia. Y aunque la cantidad sea importante, no lo es menos la voluntad, el amor y la entrega con las que estos legados ayudan a nuestra labor». Esta fórmula, aportar parte de la herencia a entidades como Manos Unidas, permiten prolongar nuestra ayuda en el tiempo y multiplicar el bien.