La Iglesia celebra cada 11 de febrero la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes en recuerdo de la primera aparición de la Virgen a santa Bernardette Soubirous en 1858. La Hospitalidad de Lourdes de Zaragoza ha organizado del 4 al 7 de julio su peregrinación anual al Santuario de la Virgen de Lourdes, donde han participado un buen número de personas entre peregrinos, enfermos y voluntarios, acompañados por el arzobispo de Zaragoza, Don Carlos Escribano.
En el «Espejo de la Iglesia en Aragón» de COPE entrevistamos a Ignacio Álvarez, Diácono y voluntario en Lourdes. A continuación, transcribimos la entrevista.
Rocío Álvarez: Para poner en contexto. Mi padre no solo va a dar su testimonio como voluntario de esta peregrinación a la que lleva acudiendo varios años, sino que lo va a hacer desde su situación vital actual. Aclaro, él es viudo desde 2009, varios años después de enviudar, sintió la llamada del Señor al sacerdocio, así comenzó un camino de discernimiento y formación, hasta llegar a este mes de abril de 2025, en el que fue ordenado diácono transitorio y próximamente, si Dios quiere, será ordenado el sacerdote de nuestra Archidiócesis de Zaragoza. Y para mí es una alegría tenerlo aquí conmigo en este espacio de trabajo, al que llevo dedicando tantos años, hablando y contando tantas cosas buenas de nuestra querida Iglesia. A la que ahora mi padre pues va a pertenecer de una forma muy especial. Me voy a dirigir a él como papá. Espero que lo entendáis. Se me hace muy artificioso y extraño dirigirme a él como Ignacio. Así que vamos a empezar, papá. ¿no sé si quieres comentar algo sobre esta presentación que he hecho de ti?
Ignacio Álvarez: Pues sí, hija. Fui llamado con una gran fuerza después de la muerte de mamá. Allí en Santander donde tuvimos que desplazarnos por motivos de trabajo mío. Y la verdad es que bueno, después de la JMJ del 2011, decidí ir al seminario y allí estuve, hasta 2020 estudiando. Y ahora ya a partir de 2022 he vuelto con vosotros. Y estoy feliz por la acogida tan cariñosa que he tenido en Zaragoza, en la diócesis, en el en el seminario, estoy muy agradecido.
R.Á.: Y volviendo al tema que nos ocupa, Lourdes es para ti un destino recurrente. Bueno, ya es tu tercer año en Lourdes has ido como seminarista y esta vez ya como diácono ¿De qué manera cambió tu experiencia?
I.Á.: Pues Lourdes impacta siempre. Como diácono transitorio, pues voy vestido de clérigo, diferentes personas me han pedido que las bendiga, que bendiga algún objeto religioso que habían comprado. Participo en las celebraciones desde un lugar diferente, más cerca del obispo, más cerca del Señor en la celebración, en la celebración litúrgicamente, porque más cerca del Señor que los fieles, que el pueblo no, porque todos ofrecemos nuestra vida en la misa. Y, además, pues recibimos al Señor, por eso todos estamos igual de cerca. Y más cerca también un poco del equipo de los sacerdotes en la organización religiosa. La convivencia con todos como servidor de la Iglesia, el trato con los peregrinos y voluntarios es más cercano, más desde la fe, no solo humano, es algo que impresiona. Estar en Lourdes, lugar de la aparición de la Virgen, como servidor de la Iglesia, se recibe un consuelo especial.
R.Á.: ¿Y qué partes o aspectos de la peregrinación son los más especiales para ti?
I.Á.: Bueno, pues varios, la verdad es que, aunque ya he ido más veces impresiona y vienes cambiado, aunque ya lo conoces. Pues la acogida humilde de los organizadores, la acogida a mí mismo y a todos. Se acordaban del año anterior y me animaban a volver este año y ha sido una gozada colaborar con ellos. La Hospitalidad que se encarga de acoger los enfermos desde su casa y de devolverlos otra vez a casa, cuidados en todo tiempo. La cantidad de personas voluntarias movilizadas ha sido muy grande. Nos explicaba en el autobús, José María Bordetas, que la Hospitalidad también se llama así, porque se dieron cuenta de que tenían que cuidar los enfermos desde que salían de su casa hasta que llegaban a Lourdes y allí, o sea, ser hospitalarios. La experiencia que supone para los voluntarios más jóvenes, que van a ayudar a los enfermos, transportarlos con sus carros, típicos de Lourdes, prepararles la comida, servírsela a levantarlos, acostarlos, cuidarlos, estar con ellos. Y como ellos después testimonian eso que están haciendo. Eso impresiona también. De viernes a lunes, la organización ferrea sin ser deshumanizada. Se puede combinar las dos cosas. Cada acto comienza y termina a su hora. La movilización es enorme. Las procesiones de voluntarios del hotel al hospital y la vuelta a hotel según la función a realizar es una cosa muy bonita, nos encontramos ahí en el puente, en diferentes momentos del paisaje de Lourdes, con el río que atraviesa, un poco el amanecer de la mañana o el anochecer y con el sol a veces en un momento, pues importante y que casi molesta, después la lluvia a veces. Entonces nos vamos encontrando allí. Nos saludamos, últimos buenos días. Van los diferentes voluntarios a hacer su función según las horas, los que van a preparar la comida, los que van a levantar enfermos, unos van, otros vuelven.
La organización del santuario coordinando todas las hospitalidades, o sea, la organización del propio santuario coordinando todas las hospitalidades de todas las diócesis de España y Europa y otros países, con sus idiomas. El cuidado de la liturgia, las dimensiones de los lugares donde participan los enfermos con sus carros, con la precisión para aparcar los carros y recogerlos, es una cosa impresionante. Ves ahí los espacios enormes, como llegan todos, como se colocan, como aparca de forma concreta para que no se vayan, ni una queja, ni una mala cara, con unos horarios exigentes, madrugar mucho, descansar poco, una alegría grande.
El paso por la gruta y la celebración de la misa en la gruta es también muy impresionante. El rosario con velas encendidas en varios idiomas es una auténtica visualización de la Iglesia, una y unida rezando lo mismo, participando de la misma liturgia, una misma fe y una misma caridad. La verdad es que es impresionante. Vamos siguiendo las banderas. Cada hospitalidad con su bandera para encontrarla pronto y ponerse en el grupo que corresponda. Es la Iglesia unida y fiel, en marcha, por donde nos ha llevado la Señora, a Nuestra Señora de Lourdes. Es una cosa impresionante. Testimonios espontáneos de voluntarios de cómo han sido tocados por la Virgen, por su hijo. Según vamos al hotel, según subimos en el ascensor. Son testimonios voluntarios. Es una cercanía a lo que será el cielo. Los sacerdotes están de servicio continuamente para los que lo necesiten.
R.Á.: Pues, papa, que alegría escucharte, contarnos con tanto entusiasmo lo que has vivido, pues de una forma tan intensa, tan bonita. A mí me ha cantado, Lourdes siempre es un planazo para acabar el curso y empezar al verano, pues con el norte bien puesto. Un abrazo enorme, papá.
I.Á.: Gracias hija.