Las cien personas de la diócesis de Tarazona que han peregrinado a Roma del 29 de septiembre al 3 de octubre , ya han ganado el Jubileo, en una experiencia marcada por la oración, la fraternidad y el encuentro con el Señor.
Durante estos días, los peregrinos han atravesado las cuatro puertas santas: San Pablo Extramuros, Santa María la Mayor, San Juan de Letrán y San Pedro. El acceso a esta última se realizó por la Via della Conciliazione, en una marcha simbólica encabezada por el obispo de Tarazona, Mons. Vicente Rebollo, quien portó la Cruz del Peregrino como signo de guía espiritual.
La primera Eucaristía tuvo lugar en la Basílica de San Pablo Extramuros, donde se pidió al Apóstol el ardor evangélico para anunciar el amor de Dios. También se celebraron misas en lugares significativos como la Iglesia de Il Gesù, ante la reliquia de San Francisco Javier, y en la Iglesia Nacional Española de Montserrat.
Uno de los momentos más emotivos fue la audiencia con el Papa León XIV, en la que se nombró a los peregrinos de la diócesis de Tarazona, manifestando con entusiasmo su pertenencia a esta pequeña diócesis. Mons. Rebollo tuvo la oportunidad de saludar personalmente al Santo Padre, expresándole el cariño y la oración constante de su diócesis.
La peregrinación incluyó visitas a lugares emblemáticos de Roma como el Foro Romano, el Circo Máximo, el Coliseo y el barrio del Trastevere. La clausura se celebró con una misa en la Iglesia de San Antonio de Lisboa, donde el obispo entregó a cada peregrino su diploma jubilar, certificando el cumplimiento de los requisitos del Jubileo: confesión sacramental, comunión, rezo del Credo, oración por las intenciones del Papa y paso por las puertas santas.
Cada jornada comenzó con la oración de Laudes y concluyó con las Vísperas, en un ambiente de recogimiento y gratitud. En todo momento, se pusieron bajo la protección de la Virgen del Pilar, especialmente durante el rezo del Santo Rosario por la Via della Conciliazione, como parte del rito jubilar.
Los participantes han destacado el ambiente fraterno, la excelente organización y el profundo sentido espiritual de esta peregrinación, que ha sido para todos una oportunidad única de renovar la fe y vivir la gracia del Jubileo.