Opinión

Carlos Piñeyroa

Los favoritos de Dios

1 de diciembre de 2025

Son las doce de la noche. Hace apenas una hora que hemos llegado al aeropuerto del Prat procedentes de Roma. Venimos del Jubileo de los Pobres, un encuentro que preparó con esmero el Papa Francisco y que ha culminado el Papa León. Veintiún personas: ocho profesionales, ocho Hijas de la Caridad, y cinco personas a las que la Provincia de España Este de las Hijas de la Caridad acompañamos en sus procesos de vulnerabilidad y pobreza. Son las doce de la noche, y debería estar ya durmiendo, pero todo ebulle en mi interior. 

Roma, el Vaticano, se ha convertido estos días en la ciudad santa por excelencia. Y no lo ha sido por la presencia del Papa, o por ser el Vaticano sin más, lo ha sido porque el pasado domingo 17 de Noviembre, cientos, miles de personas cuyas vidas se han visto destrozadas en algún momento por las adicciones, la prostitución, la situación de ilegalidad, la prisión, la institucionalización reiterada,…han tenido oportunidad de decirle al mundo que, en medio de la oscuridad, siempre se hace presente la luz. Cientos, miles de personas, como tú o como yo, pero con una vida atravesada por el dolor, han dado testimonio de que un Dios, repleto de ternura, ha estado, no en frente, sino al lado ellos, en cada una de las pruebas. Cientos, miles de personas acompañadas de las entidades sociales que les cuidan y protegen han gritado a este mundo de dolor que la Esperanza se abre paso en medio de la dificultad. 

Se habla mucho de liderazgo. Yo hablo mucho de liderazgo. Pero puedo asegurar que lo vivido estos días ha sido para mí la mayor lección de liderazgo jamás recibida. En estos días, ingenuamente, creímos que nosotros, profesionales y hermanas, acompañaríamos a estas cinco  personas a la celebración del Jubileo en Roma. Lo cierto es que han sido ellos y ellas, sin duda, los que nos han acompañado a nosotros. Xian, Juan, Merche, Lidia, y Caleb (nombres ficticios que preservan su intimidad), desde su desapercibida humildad, nos han guiado con sus vidas hasta el gozo de este Jubileo de los Pobres. Xian, mujer china, huida del régimen comunista que le prohibía profesar su fe nos repetía una y otra vez, con una mirada llena de ternura, la suerte de poder santiguarse, comulgar, entrar en una iglesia…Juan, que lleva en la historia de su piel a las Hijas de la Caridad, nos ha enseñado cómo la entrada y salida de reformatorios, cárceles, instituciones,…puede dejar huella, pero no te puede robar nunca la alegría de vivir…Merche, que dice más en sus silencios que en sus palabras, nos ha enseñado que no importa cuantas veces caigas, como salir de tu país engañada, o como perderlo todo en la dana, porque, con esfuerzo y perseverancia, la luz siempre regresa…O Lidia una mujer que atravesada por una historia de adicciones, es sin embargo la mujer más sencilla y honesta del mundo, cuya risa enamora, y cuyas pocas palabras te llenan como ningún discurso lo haría,…y Caleb, un hombre sincero, inundado en sus otras vidas por el alcohol, y que, tras un año sin acercarse a él, tiene la oportunidad, ahora, de acercarse a su familia….

Susana era una Hija de la Caridad muy querida en Zaragoza. Su equipo cuenta de ella, que cuando un caso en la Obra Social de las Hijas de la Caridad de Zaragoza se hacía imposible, y había unanimidad en despedirlo y enviarlo fuera del recurso, ella siempre decía: “Vamos a pasarlo a la carpeta “los favoritos de Dios””, y para aquellos que eran nuevos en el equipo les explicaba: “los favoritos de Dios son aquellos que nadie quiere, que han fallado tantas veces que la paciencia humana ya no sabe qué hacer con ellos,…” y cuando esa persona nueva preguntaba, con razón, por qué lo hacía, por qué le daba esa enésima oportunidad, ella contestaba: “porque ahí, en medio de esa persona, es con toda seguridad donde habita Dios”. 

Quizás en este Jubileo de los Pobres hayamos tenido el privilegio de compartir con estos cinco favoritos de Dios la mayor lección de liderazgo del mundo: el liderazgo de la humildad, el de aquellos que se guían de una confianza plena en un Dios que tiene una promesa que cumple. Ojalá reconozcamos, de una vez por todas, que tenemos mucho que aprender, que equivocamos la mirada, que efectivamente en medio de los favoritos de Dios está la esencia que necesitamos; que no es en la fuerza, es en la fragilidad, que no es en la abundancia, es en la sencillez, que no es el ser servido, sino el servir, que no es en destacar sino en diluirse. Tenemos muchos ejemplos alrededor, sólo hay que mirarlos… y reconocerlos. 

(Artículo publicado en Heraldo de Aragón el domingo 30 de noviembre de 2025)

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