Lectio Divina: 8 de octubre de 2019

Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo?

1.- Oración introductoria.

Señor, esta escena de Marta y María me parece encantadora. Simbolizan dos actitudes esenciales en la vida cristiana: la de hacer, trabajar, servir a los demás y la de escuchar a Dios y a los hermanos. Son dos actitudes en una misma persona. Siempre que hay una María debe existir una Marta. Y siempre que hay una Marta, debe haber una María. El separarlas, dividirlas, compararlas, ha hecho mucho daño. Señor, te pido que estas dos actitudes las viva en mí. Que la oración me lleve a la fraternidad y la fraternidad a la oración.

2.- Lectura reposada del evangelio Lucas 10, 38-42

En aquel tiempo, entró Jesús en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada».

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

En Teresa de Jesús Marta y María siempre van juntas. Y ella personalmente encarna estas dos actitudes de ambas hermanas: Teresa la activa, la andariega, la fundadora de sus “palomarcicos”, y Teresa la contemplativa, la mística, la que hace de la oración “un encuentro de amistad estando mucho rato a solas con quien sabemos que nos ama”. Este trozo de evangelio, siguiendo el esquema del evangelista Lucas en la sección del camino significa la necesidad de la Palabra de Dios en la vida del cristiano. Por eso aparece Jesús como Maestro “enseñando”. Lo novedoso es que Jesús no ejerciera ese oficio de Maestro con un varón, Lázaro, -como era costumbre entre los judíos-, y lo hiciera con una mujer: María. Sabemos que las mujeres, en tiempo de Jesús, tenían prohibido el acceso a la enseñanza de la Biblia. Esta actitud de Jesús extraña a Marta que, en vez de ayudarle su hermana en la cocina, esté ocupando el puesto del hombre. Está claro que Jesús quiere romper con esa costumbre y así eleva a la “mujer” al rango que le corresponde como persona: abierta a la palabra Dios y al mundo del espíritu. El reproche cariñoso a Marta no es porque le haya preparado la comida con exquisito amor. Le reprocha que esté encerrada en sus cortos horizontes.. Jesús es un auténtico feminista y no está de acuerdo en reducir la vida de la mujer a “estar en la cocina y criar hijos”. Jesús está poniendo las bases de “una igualdad de género”. Yo estoy convencido de que, si Marta preparó la comida, María, después de comer, lavaría los platos y escucharía, con sumo gusto, a Jesús.

Palabra del Papa

¿Qué quiere decir Jesús? ¿Cuál es esa cosa sola que necesitamos? Ante todo es importante comprender que no se trata de la contraposición entre dos actitudes: la escucha de la Palabra del Señor, la contemplación, y el servicio concreto al prójimo. No son dos actitudes contrapuestas, sino, al contrario, son dos aspectos, ambos esenciales para nuestra vida cristiana; aspectos que nunca se han de separar, sino vivir en profunda unidad y armonía. Pero entonces, ¿por qué Marta recibe la reprensión, si bien hecha con dulzura? Porque consideró esencial sólo lo que estaba haciendo, es decir, estaba demasiado absorbida y preocupada por las cosas que había que “hacer”. En un cristiano, las obras de servicio y de caridad nunca están separadas de la fuente principal de cada acción nuestra: es decir, la escucha de la Palabra del Señor, el estar —como María— a los pies de Jesús, con la actitud del discípulo. Y por esto es que se reprende a Marta. (S.S. Francisco, 21 de julio 2013)

4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Guardo silencio)

5.-Propósito. Que sea la Palabra de Dios el alimento espiritual de este día.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Dios mío, al acabar esta oración, me siento más atraído por la persona de Jesús. ¡Qué divino y qué humano! Es hijo de su tiempo, de su época, pero no se resigna a seguir haciendo lo que siempre se ha hecho, cuando hay algo que se ha hecho mal. Y en el mismo pueblo de Dios se ha marginado a la mujer. Jesús la eleva a categoría de ser inteligente, libre y capaz de tener los mismos derechos que el varón. Gracias, Señor, por ser tan humano, tan comprensivo, tan justo.

PDF: 8 DE OCTUBRE