Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron
1.- Introducción.
Señor, según el evangelista Mateo, un día te subiste a un monte para hablarnos de las Bienaventuranzas. Nos querías decir que, desde ahora, tú serás para nosotros el nuevo Moisés y la nueva ley. Por eso esta mañana quiero escuchar las bienaventuranzas como si yo estuviera presente en ese monte y las oyera por primera vez. Desde la cumbre de esa montaña quiero respirar el aire puro que llega perfumado con la fragancia del campo de Galilea con sus árboles en flor. En este ambiente maravilloso quiero que me enseñes los auténticos caminos para la felicidad.
2.- Lectura reposada del Evangelio Mateo 5, 1 – 12
Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-Reflexión
Las bienaventuranzas son la mejor expresión de lo que Jesús llevaba dentro. Antes de ser expresadas, fueron vividas por Él. Y constituyen el ADN más profundo de Jesús. San Mateo las sitúa en un monte para indicarnos que es Jesús el Nuevo Moisés, pero su doctrina supera los contenidos de los diez mandamientos. En Jesús nada hay mandado. Todo su obrar consiste en hacer la voluntad del Padre, agradarle, darle gusto, deleitarle. En el monte Sinaí había truenos, relámpagos, miedos…pero en el monte de las bienaventuranzas todo es paz, libertad, alegría, gozo de vivir. Y hasta la misma naturaleza sirve de marco. Dice Dolores Aleixandre: “Si las bienaventuranzas tomaran forma, figura y colores, reflejarían el azul tranquilo del lago, el verde sombra de los olivos y cipreses, el tono pardo del desierto de Judea y los mil matices de flores silvestres que crecen en sus colinas con las lluvias de primavera”. Las Bienaventuranzas exhalan el perfume exquisito del jardín interior en el que vive el alma de Jesús en su relación de intimidad con el Padre. Las bienaventuranzas están destinadas a todos. “Viendo las muchedumbres” se sentó como Maestro. Pero sólo las pueden entender los que están cerca de Jesús. “Se acercaron sus discípulos” (v.1). Sólo los que ya “han tocado” a Jesús, los que “han experimentado algo” de la vida de Jesús, pueden aceptarlas. Sólo los que han sido perdonados, pueden aprender a perdonar; sólo los que han sido amados por Jesús, pueden comprender la inmensidad del amor de Dios.
Palabra del Papa
“La palabra bienaventurados (felices), aparece nueve veces en esta primera gran predicación de Jesús. Es como un estribillo que nos recuerda la llamada del Señor a recorrer con Él un camino que, a pesar de todas las dificultades, conduce a la verdadera felicidad. Queridos jóvenes, todas las personas de todos los tiempos y de cualquier edad buscan la felicidad. Dios ha puesto en el corazón del hombre y de la mujer un profundo anhelo de felicidad, de plenitud. ¿No notáis que vuestros corazones están inquietos y en continua búsqueda de un bien que pueda saciar su sed de infinito? […]Y así, en Cristo, queridos jóvenes, encontrarán el pleno cumplimiento de sus sueños de bondad y felicidad. Sólo Él puede satisfacer sus expectativas, muchas veces frustradas por las falsas promesas mundanas. Como dijo san Juan Pablo II: “Es Él la belleza que tanto les atrae; es Él quien les provoca con esa sed de radicalidad que no les permite dejarse llevar del conformismo; es Él quien les empuja a dejar las máscaras que falsean la vida; es Él quien les lee en el corazón las decisiones más auténticas que otros querrían sofocar. Es Jesús el que les suscita el deseo de hacer de su vida algo grande”» (S.S. Francisco, Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud 2015).
4.- ¿Qué me dice hoy a mí este texto evangélico ya meditado? (Guardo silencio).
5.-Propósito. Voy a hacer en este día todo para agradar a Dios.
6.- Dios me ha hablado hoy por medio del evangelio. Y yo le respondo con mi oración.
Te agradezco, Señor, que hoy me haya enterado un poco más hacia donde van las bienaventuranzas. Quieren un nuevo estilo, una persona nueva, un ser distinto de los demás. No buscan la felicidad por el camino del poseer, del ambicionar, del dominar sino por el camino que ha elegido Jesús: el camino gozoso del servicio desinteresado a los hermanos. Y esto como consecuencia de que Dios es mi riqueza, mi gozo, mi esperanza, y, sobre todo, mi “Abbá”. Mi papá. Gracias, Señor.
ORACIÓN EN TIEMPO DE LA PANDEMIA
Señor Resucitado: Mora en cada uno de nuestros corazones, en cada enfermo del hospital, en todo el personal médico, en los sacerdotes, religiosos y religiosas dedicados a la pastoral de la salud, en los gobernantes de las naciones y líderes cívicos, en la familia que está en casa, en nuestros abuelos, en la gente encarcelada, afligida, oprimida y maltratada, en personas que hoy no tienen un pan para comer, en aquellos que han perdido un ser querido a causa del coronavirus u otra enfermedad. Que Cristo Resucitado nos traiga esperanza, nos fortalezca la fe, nos llene de amor y unidad, y nos conceda su paz. Amén