Lectio Divina: 27 de noviembre de 2019

No perecerá ni un cabello de vuestra cabeza.

1.-Oración introductoria.

Señor, hoy me acerco con cierto miedo a leer tu evangelio. Nos habla de cárceles, de odios, de muertes. Pero hay una palabra tuya que me da mucha paz. “No perecerá ni un cabello de vuestra cabeza”. Detrás de todos males, de todos los atropellos, de toda muerte, hay un Dios Padre que cuida con amor no sólo a sus criaturas sino de lo más pequeño de ellas: sus cabellos. Me emociona un Dios tan grande, creador de todas las galaxias, cuidando un cabello de mi cabeza. Señor, que siempre confíe en Ti.

2.- Lectura reposada del evangelio. Lucas 21, 12-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio. Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros, y seréis odiados de todos por causa de mi nombre. Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

Las palabras de este evangelio nos asustan a los cristianos: “seréis odiados por causa de mi nombre”. No somos odiados por el hecho de ser hombres, sino por el hecho de ser cristianos. Nos preguntamos: ¿Qué hace mal un cristiano para ser odiado? El cristiano es un seguidor de Jesús que “pasó por la vida haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo” (Hech. 10,38). Un cristiano es una persona que se levanta por la mañana con este programa: hacer todo el bien que pueda a la gente. Levantaré al que está caído; alegraré la vida del que está triste; acompañaré al que se siente solo; incentivaré al que está a punto de perder la esperanza. Y todo esto que yo lo he recibido gratis de mi Señor Jesucristo, lo daré también gratis. Si el cristiano hace todo esto, ¿por qué es perseguido? Porque, lamentablemente, también hay personas que, haciendo mal uso de su libertad, obran lo contrario: se levantan pensando a quién pueden hacer el mayor daño posible; a quién pueden destrozar la vida; a quién pueden dar mayor sufrimiento…Y esto sin importarles nada si ese mal se lo hacen a mayores o a niños; a jóvenes o ancianos. Todo ese inmenso mal que se produce en el mundo cada día, ¿Quién lo puede salvar? ¿Quién lo puede redimir? ¿Quién lo puede reciclar? ¡Sólo el amor! En la Cruz, Jesús aparece como una inmensa hoguera que arde en llamaradas de amor. Bella y hermosa la tarea de los cristianos, seguidores de Jesús: “Vencer el mal a fuerza de bien” (Ro. 12,21).

Palabra del Papa

“El segundo aspecto nos interpela precisamente como cristianos y como Iglesia: Jesús preanuncia pruebas dolorosas y persecuciones que sus discípulos deberán padecer, por su causa. Sin embargo asegura: “Pero no perecerá ni un cabello de su cabeza”. ¡Nos recuerda que estamos totalmente en las manos de Dios! Las adversidades que encontramos por nuestra fe y nuestra adhesión al Evangelio son ocasiones de testimonio; no deben alejarnos del Señor, sino impulsarnos a abandonarnos aún más en Él, en la fuerza de su Espíritu y de su gracia. En este momento pienso y pensamos todos, hagámoslo juntos, pensemos en tantos hermanos cristianos que sufren persecuciones a causa de su fe. ¡Hay tantos! Quizá más que en los primeros siglos. Jesús está con ellos. También nosotros estamos unidos a ellos con nuestra oración y nuestro afecto. También sentimos admiración por su coraje y su testimonio. Son nuestros hermanos y hermanas que en tantas partes del mundo sufren a causa de ser fieles a Jesucristo”. Los saludamos de corazón y con afecto (S.S. Francisco,  Ángelus del 17 de noviembre de 2013).

4.- Qué me dice hoy a mí este evangelio ya meditado. (Silencio)

5.- Propósito. Todo lo que ocurra en este día, aunque me haga sufrir, lo venceré con amor.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, yo no me puedo conformar con ser uno más, uno del montón, uno que gasta su vida sin hacer nada de provecho para los demás. Tal vez así, sin complicarme la vida, podría vivir sin ser perseguido; pero yo quiero vivir como cristiano, quiero poner mis pies en las huellas que Tú nos has dejado. No quiero limitarme a no hacer el mal, quiero implicarme en hacer el bien. Así tendré ocasión de dar testimonio de Ti ante el mundo.

PDF: 27 DE NOVIEMBRE