Lectio Divina: 20 de julio de 2020

Raúl Romero López
20 de julio de 2020

Maestro, queremos ver un milagro tuyo

1.- Introducción.

Señor, cómo me gustan las palabras de este evangelio: ¡Aquí hay uno que es más que Jonás! ¡Aquí hay uno que es más que Salomón! Y más que Moisés y más que Buda y más que Mahoma…Es hombre y es Dios. Como hombre, tan cercano, tan llanote, tan encontradizo con nosotros. Y como Dios, tan inabarcable, tan infinito…Por eso, Tú, Señor, eres el único capaz de llenar nuestros vacíos, nuestras limitaciones, nuestra finitud. ¡Gracias, Dios mío!

2.- Lectura reposada del evangelio: Mateo 12, 38-42

En aquel tiempo, un grupo de letrados y fariseos dijeron a Jesús: Maestro, queremos ver un milagro tuyo. Él les contestó: Esta generación perversa y adúltera exige una señal; pues no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre de la ballena, pues tres días y tres noches estará el Hijo del Hombre en el seno de la tierra. Cuando juzguen a esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que la condenen, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás. Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.


3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

Los judíos de entonces y los cristianos de ahora piden “señales”. Quieren ver milagros, apariciones, cosas extraordinarias. Como si la verdadera fe se alimentara de estos hechos portentosos. Pero el evangelio nos dice que Jesús no accedió a esta serie de planteamientos. No convirtió las piedras en panes, ni se tiró del pináculo del Templo abajo, ni se sometió a la voluntad del Maligno. Comió el pan “con el sudor de su rostro”, y pasó por la vida “como uno más” sin organizar espectáculos para entretener a la gente y alimentar un falso mesianismo. San Pablo estuvo en la comunidad de Corinto, rica en carismas, pero dijo claramente que “si no hay amor, lo demás no sirve de nada”. En la vida normal, en la sencillez de nuestro trabajo ordinario, ahí está el Señor. Ofrecer a Dios nuestra vida tal y como nos viene, en lo que tiene de sufrimiento y de gozo, refiriéndolo todo a la Muerte y Resurrección de Jesús, he ahí el verdadero “signo de Jonás” que todos nosotros debemos actualizar cada día. 

Palabra del Papa

“He aquí el síndrome de Jonás, que golpea a quienes no tienen el celo por la conversión de la gente, buscan una santidad —me permito la palabra— una santidad de tintorería, o sea, toda bella, bien hecha, pero sin el celo que nos lleva a predicar al Señor. El Señor ante esta generación, enferma del síndrome de Jonás, promete el signo de Jonás. En el Evangelio de san Mateo se dice: pero Jonás estuvo en la ballena tres noches y tres días… La referencia es a Jesús en el sepulcro, a su muerte y a su resurrección. Y éste es el signo que Jesús promete: contra la hipocresía, contra esta actitud de religiosidad perfecta, contra esta actitud de un grupo de fariseos. El signo que Jesús promete es su perdón a través de su muerte y de su resurrección. El signo que Jesús promete es su misericordia, la que ya pedía Dios desde hace tiempo: misericordia quiero, y no sacrificios. Así que el verdadero signo de Jonás es aquél que nos da la confianza de estar salvados por la sangre de Cristo. Hay muchos cristianos que piensan que están salvados sólo por lo que hacen, por sus obras. Las obras son necesarias, pero son una consecuencia, una respuesta a ese amor misericordioso que nos salva. Las obras solas, sin este amor misericordioso, no son suficientes. (Papa Francisco)

4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Guardo silencio)

5.- Propósito: Esperar a Dios en el acontecer de este día normal.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, quiero agradecerte lo poco complicado que eres. No nos exiges para ser cristianos nada anormal ni extraordinario. Simplemente quieres que hagamos bien lo que debemos hacer cada día: trabajar, comer, andar, rezar, descansar. Quieres que prolonguemos tu   existencia y te hagamos presente en el quehacer de cada día.  

Oración mientras dura la pandemia.

Dios todopoderoso y eterno, refugio en toda clase de peligro, a quien nos dirigimos en nuestra angustia; te pedimos con fe que mires compasivamente nuestra aflicción, concede descanso eterno a los que han muerto por la pandemia del «coronavirus», consuela a los que lloran, sana a los enfermos, da paz a los moribundos, fuerza a los trabajadores sanitarios, sabiduría a nuestros gobernantes y valentía para llegar a todos con amor, glorificando juntos tu santo nombre. Por JNS.  Amén.

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