Aunque a veces yo también caigo en el mismo pecado, confieso que me enfado cuando otras personas generalizan al hablar de algunos temas.

No es la primera vez que oigo decir que las religiones son malas y hacen daño. Pero solo si me lo dicen personalmente puedo rebatir sus argumentos con los míos, y no puedo naturalmente, cuando lo oigo por la radio, como es en este caso que me ha dado la idea de este escrito.

El señor que hablaba esta mañana decía que no creía porque de niño le dijeron cosas que luego descubrió que no eran ciertas. Que solamente admiraba a personas como el Padre Ángel (no ha nombrado a nadie más), y sí que ha dicho que las religiones matan en nombre de Dios.

Supongo que a los que tenemos una cierta edad nos ha pasado lo mismo, pero solo hay que interesarse un poco por la historia y por sus diferentes épocas y ver que cada uno se relaciona con la que le ha tocado vivir.

Pero en lugar de leer los Evangelios, en el caso de los católicos, se miran en el ejemplo de personas concretas, y claro, si no son coherentes es la religión la que es mala, no las personas las que no siguen sus enseñanzas.

Esto me ha dado que pensar en la responsabilidad que cada uno de nosotros pueda tener por ser, muchas veces, muy distinto lo que hacemos de lo que decimos.

No cabe duda que las personas fallamos, y mucho. Nuestra frágil humanidad nos hace decir con San Pablo que muchas veces hacemos lo que no queremos, pero eso no quita que debamos esforzarnos por “parecer de verdad, lo que somos”. Hace tiempo podían esconderse muchos fallos, pero hoy día que todos nos enteramos de todo, a veces hasta de lo que no es verdad, tenemos que estar muy atentos de ser testigos creíbles de nuestra fe en Dios y en su Hijo Jesucristo. De lo contrario estaremos haciendo un mal servicio a nuestra Iglesia y, quizá, escandalizando y alejando de la fe a las personas que se miran en nosotros como ejemplos.

Hay personas que solo ven la maldad, o más bien las malas obras, y con ello ya juzgan al resto de los miembros de su misma condición o categoría. Yo misma, que he sido funcionaria, muchas veces he oído criticar a los funcionarios como vagos. Ciertamente debe haberlos, pero también lo es que muchos, me atrevo a decir que la mayoría, se ganan verdaderamente el sueldo que cobran. Y como ellos muchos otros colectivos. Bien decía mi madre “Coge buena fama y échate a dormir”

Hay muchos católicos y no católicos que, como el Padre Ángel, que decía este señor esta mañana, dedican su vida a hacer el bien. Con la particularidad que son la mayoría, pero que no hacen ruido y por tanto no se conocen, o no se quieren conocer, pero que están ahí y tampoco se esconden, que además no creen que hacen nada extraordinario, sino que es lo normal. Así que solo hace falta mirar alrededor y descubrir cuánto bien pueden hacer las personas que viven su religión. Aunque también cuánto daño.

Seamos positivos y miremos el bien que hay en el mundo y alejémonos del mal. De este modo haremos un mundo un poco mejor.