Las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl presentaron esta semana en Zaragoza su Memoria 2024, una radiografía de su acción social, educativa y profética en Aragón. Con más de 12 millones de euros invertidos y más de 1.600 personas acompañadas —570 de ellas migrantes derivadas a la Comunidad—, la congregación vuelve a situarse como uno de los pilares en la atención a personas en situación de vulnerabilidad. Su llamada es clara: acoger con dignidad, acompañar con cercanía y denunciar lo que no funciona.
“Más acogida y menos alarmismo”
Uno de los mensajes más contundentes de la jornada lo expresó Carlos Piñeyroa, director general de la entidad, en los micrófonos de La Rebotica de Radio Zaragoza:
«Ese alarmismo de que llegan, los atendemos y cuando termina el proceso, si no se les concede el asilo, van a la calle, eso no es cierto».
Piñeyroa explicó que, tras finalizar los programas de protección internacional o ayuda humanitaria, estas personas son derivadas a los recursos del tejido asociativo, ayuntamientos, comunidades autónomas o el Estado:
«Es el final de una cadena. Lo que necesitamos es una intervención preventiva, como agilizar los permisos».
El responsable de la entidad comparó la situación con la llegada ordenada de 2.000 trabajadores chinos para la gigafactoría de Stellantis y CATL, preguntándose:
«¿Por qué, en otros casos, parece que improvisamos? Lo que necesitamos es coordinación entre administraciones, sociedad y empresas. No repartir culpas».
Empadronarse sin domicilio: barrera para la dignidad
Otro de los focos de denuncia fue el bloqueo burocrático que sufren las personas sin hogar para empadronarse en Zaragoza. Nieves García, directora de la entidad en Aragón, explicó que el trámite puede alargarse hasta cinco meses:
«Y alguien con un alquiler lo logra en un día. Esto dificulta el acceso al sistema sanitario, a permisos de trabajo y a la regularización de la situación de muchos».
Desde las Hijas de la Caridad reclaman que sean los Servicios Sociales quienes agilicen estos trámites y se habiliten direcciones de empadronamiento para personas en exclusión, tal y como contempla la ley, pero rara vez se aplica de forma eficaz.
La salud mental de la infancia, una emergencia invisible
En el ámbito educativo, donde atienden a más de 1.600 niños y niñas, la congregación lanza una voz de alerta sobre la salud mental infantojuvenil. Según los últimos datos del informe de la Red de Lucha contra la Pobreza, España presenta la tasa de pobreza infantil más alta de la Unión Europea, con 2,3 millones de menores afectados. Y muchos de ellos, en Aragón, sufren también problemas emocionales sin recibir atención suficiente.
«Desde los centros escolares hemos visto un aumento muy significativo de niños y adolescentes con problemas de salud mental», explican desde la entidad. «En muchos casos, la única opción es la atención privada, pero para muchas familias vulnerables, eso es inasumible».
Denuncian tiempos de espera que superan los tres meses y piden una inversión real y ejecutada en el Plan de Salud Mental 2022-2025 del Gobierno de Aragón.
Una red que sostiene la esperanza
La memoria presentada recoge el trabajo de 300 trabajadores, 100 voluntarios y 55 hermanas en seis centros y proyectos desplegados en Zaragoza, Teruel y Barbastro. Desde colegios a comedores sociales, desde residencias de mayores a viviendas de inclusión, la presencia vicenciana en Aragón deja una huella visible y evangélica.
«El alarmismo no soluciona nada, la acogida coordinada sí», concluyen.
Con más de dos siglos de historia en la Comunidad, las Hijas de la Caridad siguen encarnando el espíritu de san Vicente de Paúl y santa Luisa de Marillac: servir a Cristo en los pobres, con creatividad, profetismo y ternura. Una impronta que interpela, una presencia que transforma.
Un comentario
Inmenso agradecimiento a la labor Vicentina mediante ese valiente equipo.Adelante, como lo hacen siempre dondequiera que se encuentren Que el mundo siga siendo testigo de esta hermosa labor.