La Semana Santa está perdida…

… turísticamente -dicen muchos-; se puede retrasar -proponen otros-.

Escribir sobre Semana Santa y Pascua de Resurrección parece ser ‘de obligado cumplimiento’ en estos días. Pretendo, no por obligado cumplimiento, una sencilla reflexión personal sobre dos concepciones distintas de la Semana Santa que aparecen en las decisiones políticas y sanitarias, en los medios de comunicación y entre el personal de ‘a pie’. Lo hago porque existe el riesgo de que, creyendo en una de ellas, podemos estar empapándonos o aceptando cómodamente la otra. Son estas dos, que -seguro- ya habéis adivinado.

La del Hermano Mayor de la Cofradía de la Flagelación de Tarazona que, en su carta de presentación-invitación de las celebraciones, escribe: “Nos preparamos para vivir la Pasión, Muerte y, sobre todo, la Resurrección de Jesucristo. Es el momento de hacer un alto en nuestras vidas y pararnos a pensar si realmente nuestros pasos siguen las huellas de Jesús. Cada cofrade debe andar su propio camino, sabiendo que, amando a nuestros hermanos, lograremos que la vida sea más humana, sencilla y fraterna”.

La otra versión viene del mundo económico-político-turístico y de muchos-muchos de ‘vida corriente y moliente’, que quieren vacacionar, caiga quien caiga, o dan prioridad al bienestar personal que les pueda reportar cierto tipo de actividades y no tienen en cuenta el riesgo de las personas, ni se ponen en el lugar del otro. Esta segunda concepción, da por ‘perdida’ la Semana Santa desde la trágica experiencia que estamos viviendo. Que no pare el turismo y que la economía mejore es absolutamente justo y necesario. Y ojalá que llegue pronto. Estoy a favor del turismo y del negocio sano y justo, pero sin confundir ni mezclar las cosas. Porque…

Cuando partidos políticos, empresas nacionales y multinacionales, la hostelería… usan la palabra y la realidad ‘Semana Santa’ quieren decir otra cosa: turismo, vacaciones, dinero, economía. Ya no están hablando de lo que los cristianos celebramos e intentamos vivir en esta semana, que sí podemos llamar ‘santa’. Aunque, realmente, para el cristiano todos los días son santos. Algunos días, eso sí, los llamamos y los celebramos de modo solemne. Y, por eso, los llamamos ‘santos’.

Una variación de la Semana Santa ‘perdida’ es la Semana Santa ‘retrasada’. “Desde la Universidad Politécnica de Madrid se ha propuesto retrasar tres semanas la Semana Santa. ¿Con qué objetivo? Para disfrutar mejor de unos días de vacaciones y para beneficio de la hostelería. Eso, dando por supuesto que con este retraso la incidencia del virus habrá disminuido, porque habrá mucha más gente vacunada”.[1]

La Semana Santa no está perdida ni se puede retrasar. Sí se puede perder o retrasar una semana de vacaciones de primavera, legítima sí, pero no alcanzable para la inmensa mayoría de las personas que habitamos este mundo, débil para todos e injusto para muchísimos más.

De ahí que necesitamos estar ‘atentos’ para que no nos suceda que, creyendo en una de ellas, podemos estar empapándonos o aceptando cómodamente la otra. Lo dijo muy gráficamente y hace tiempo el pensador católico Georges Bernanos: El drama de los cristianos es bajar del Calvario hablando de fútbol.[2]

La verdadera elección cristiana, sin negar a la otra versión los valores que tiene, es contemplar, celebrar y vivir la pasión, muerte y resurrección de Cristo para hacernos y ser verdaderamente humanos, hombres nuevos, varón y mujer, personas… al servicio de los demás, especialmente de los que más sufren. Que los cristianos nos partamos y repartamos, como Jesús en su última cena, para alegrarle la vida a los que lloran.

Religión y turismo se unen (este año, no) en actos populares, procesiones con bellas y adornadas imágenes, aplausos, cantos…  relacionados con el contenido creyente de estos días. Esta unión, sin reflexión, puede ser más preocupante para los cristianos. La Semana Santa se puede celebrar con procesiones o sin ellas. No son ellas lo esencial. Importa que esas procesiones nos ayuden a vivir el misterio pascual: Cristo muerto y resucitado.

LA SEMANA SANTA NO ESTÁ PERDIDA. Es la gran oportunidad, la gran Gracia, que nos regala este tiempo de pandemia: desprovistos de actos bellos religioso-turísticos, podemos vivir intensa, recogida y contemplativamente la BELLEZA auténtica de Dios que comparte nuestros dolores y alegrías. Se entrega por nosotros y nos abre un futuro de Esperanza total, ya en este mundo y más allá.


[1] Martín Gelabert OP. Retrasar la semana santa, ¿con qué propósito? Religión Digital – 15.03.2021 

[2] Citado por Alejandro Fernández Barrajón. La Semana Santa secuestrada. Religión Digital – 23 marzo 21.