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La palabra de Dios en la vida del enfermo (XIV)

Raúl Gavín
5 de abril de 2018

LA ENFERMEDAD Y EL ESCRUTE DE LA PALABRA

Como último apartado de estas reflexiones sobre la Palabra de Dios en la vida del enfermo, atenderé al escrute de la Palabra, como ayuda extraordinaria para el hombre, y en particular, para el enfermo, en el diálogo, a veces complicado, con Dios.

¿Qué es escrutar las escrituras? No es sino una forma de oración en la que la Palabra de Dios, la Biblia, se convierte en protagonista, en herramienta indispensable en este diálogo con Dios, de llamada al Señor y de respuesta de lo alto.

Puesto que lo que tiene lugar es una “charla” con el Padre, conviene que el escrute se realice en soledad, sin la compañía de otras personas, en silencio y sin prisas. Al menos, debemos disponer de dos horas para esta oración. Esto es importante porque habitualmente estamos sujetos a tal velocidad y a semejante bombardeo de imágenes y sonidos, que resulta complicado descubrir a Dios en tal escenario. Busquemos por tanto, la soledad y el silencio; como acostumbraba el mismo Jesucristo cuando dejaba a los apóstoles y se retiraba a orar.

Asimismo, es necesaria una disposición interior adecuada en el momento de iniciar el escrute de la Palabra. Es aconsejable antes de abrir la Escritura, ofrecer una oración con humildad a Dios, sin pretensiones en cuanto a los resultados. Es decir, se trata de pedir ayuda al Señor, de rogar su consolación y de someterse finalmente a Él, aceptando incluso su silencio. Lo primordial es estar con el Señor, no el resultado en forma de consuelo que podamos obtener por estar unas horas con Él.

Una vez dispuesta adecuadamente la estancia y preparado nuestro interior, se toma la escritura a partir de un versículo previamente escogido por alguna razón, ya sea porque se encuentra en el evangelio de ese día, ya sea porque alguien se ha referido a ese pasaje en alguna conversación reciente, ya sea cualquier otro motivo que nos empuje a decidir escrutar ese versículo en concreto.

Es necesario, por las razones que explicaremos más adelante, que la Biblia con la que vayamos a escrutar recoja los paralelos a los versículos así como las notas a pie de página.

Imaginemos que escrutamos 2 Cor. 12, 10: “Por eso me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte”.

Una vez leído este versículo, lo meditaremos, lo interiorizaremos, anotaremos en un papel lo que entendemos que el Señor nos quieres comunicar y lo volveremos a leer si fuera necesario hasta que el Espíritu nos impulse a dar un paso más. Buscaremos entonces los paralelos o notas a pie de página a las que se refiere el versículo. Por ejemplo, en este texto se muestra un paralelo que es Col. 1,29. Asimismo, repetiríamos idéntico método con el versículo de Colosenses y con el resto de paralelos que aparecen a partir de la cita inicial. A su vez, Colosenses u otros paralelos pueden tener, igualmente, sus propias citas paralelas o notas a pie de página que podríamos ir repasando.

 

Puede ocurrir que yendo de cita en cita, el tiempo vaya transcurriendo y caigamos en la desesperanza porque no logramos descubrir la voz de Dios a través de la Escritura o porque nos rebelamos ante la posibilidad de que el Señor guarde silencio siendo que nosotros le rogamos que nos hable. En este caso, conviene recurrir de nuevo a la oración antes de continuar escrutando y así recuperar la disposición interior adecuada, según explicábamos al principio.

En conclusión, el escrute de la palabra constituye una ayuda apreciable que facilitará el diálogo del enfermo con el Señor; se trata de, como si en un árbol estuviéramos, ir saltando de rama e rama buscando, a través de los textos sagrados, encontrar lo que Dios quiere comunicarnos en ese momento determinado de nuestra propia historia.

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