La llave de la celda de Mandela

Bienvenida sea la fiesta. Es parte de la vida. Hacer fiesta rompe la monotonía del tiempo, del trabajo. Nos lleva a disfrutar con la familia, con los amigos. Por eso nos hace bien.

Pasamos de año. Hacemos fiesta. Un motivo más, un motivo distinto, para hacer fiesta. Bienvenida sea. Para algunos, con ese dato, es suficiente. Y la fiesta se convierte en desmadre, juerga, borrachera, ruido, inconsciencia… Un modo de ‘matar’ el tiempo, en el sentido más real de la palabra ‘matar’. Ahí está y ahí queda. Recojo el dato. No soy un negacionista para molestar e incordiar al personal. No juzgo ni protesto inútilmente.

Recojo otra posibilidad, a la que tenemos igualmente derecho. Tal real y más humana, creo, que la pura fiesta desbocada. ‘Pensar el tiempo’. No matarlo. Ni vaciarlo de sentido. “La celebración del año nuevo es un intento vano de darle solemnidad al tiempo”[1]. Una solemnidad vacía, hueca. “Ha venido mi hija a preguntarme si podía tirar a la basura el papel con sus propósitos de Año Nuevo. Le pregunto si recuerda cuáles eran. Ya los ha olvidado”.[2]

Para ‘pensar el tiempo’ desde la perspectiva de un año ‘nuevo’ celebrado ‘como es costumbre’ (paradojas en las que caemos tan a gusto), me ha venido a la mente, sin pretenderlo, una frase de Benedicto XVI, que me gustó un montón y que recuerdo con cierta frecuencia: “Se pueden organizar fiestas, pero no la alegría”.[3] La alegría es otra cosa. Que se puede vivir, o se vive mejor, sin alienaciones fiesteras. Y siempre. Sin que necesite motivos añadidos. Aunque hay muchos momentos que, por motivos bellos y sencillos, reavivan y visibilizan esa alegría.

Pero… ¿qué es el tiempo?  Es la pregunta que me hago ahora cuando dicen que se acaba un año
y lo despiden con risas y festejos para acoger con buena marcha al nuevo. Y me respondo, recordando al poeta: ‘el tiempo eres tú’. No hay tiempo para mí fuera de mí. El tiempo somos cada uno de nosotros viviendo con profundidad o sin ella. Llenando mi vida de sentido positivo, solidario y fraterno, mi tiempo -el único que para mí existe- tiene consistencia y fecundidad.

El tiempo somos cada uno de nosotros viviendo. Mi vida es mi tiempo. Como el tuyo es tu vida. El tiempo existe porque vivimos personas. El tiempo es bello, si tu vida es bella. El tiempo es sano, si tu vida lo es. Tu tiempo es valor que permanece, si tu vida deja huella. El tiempo es lo que somos cada uno de nosotros. Aunque tu vida sea la más humilde y escondida frente al tiempo de los grandes, no por eso tu tiempo es vacío, sin importancia.

Un tiempo lleno, una vida fecunda ha sido la del arzobispo anglicano de Ciudad del Cabo (Sudáfrica) Desmond Tutu, al que quiero rendir un sentido agradecimiento por su tiempo hecho vida fecunda. Desmond Tutu, uno de los símbolos de la lucha contra el apartheid, fallecido el 26 de diciembre a los 90 años. Conocido y admirado por muchos, recojo algunas de sus afirmaciones y compromisos. Un ‘héroe de hoja perenne’, bella imagen que no es mía, noventa años sostenido por su fe cristiana y su activismo político, no de partido, frente a uno de los regímenes más racistas de la historia del ser humano. Tutu escribió: «Sé amable con los blancos, que necesitan redescubrir su humanidad». «No estoy interesado en recoger las migajas de compasión que caen de la mesa de alguien que se considera mi amo. Quiero el menú completo de los derechos». «El líder es un sirviente. El liderazgo no es hacer tu propio camino, no es algo para engrandecer tu figura, sino para servir». «Si quieres la paz no hables con tus amigos, habla con tus enemigos». “¡Seremos libres juntos!”. “Me negaría a ir a un cielo homófobo”. “Doy gracias a Dios por crear al Dalai Lama”. “Francisco es un tremendo soplo de aire fresco” …

En el lado opuesto, también en Sudáfrica, encontramos un tiempo vacío o lleno de intereses egoístas y nada humanos. Una noticia que he encontrado en un periódico de Bolivia y que no la he visto en otro medio español. Nelson Mandela, otro gran luchador como Tutu y víctima del apartheid al que lograron vencer, pasó 18 de sus 27 años de cárcel en Robben. 18 años en una celda cuya llave ofrece ahora al mejor postor su carcelero, Christo Brand. La llave podría superar el millón de libras (cerca de 1,2 millones de euros) en la puja, prevista para el 28 de enero, por la casa Guernseys, con sede en Nueva York.[4] Lo más grande y lo más vil pueden encontrarse muy al lado.El Gobierno de Sudáfrica ha condenado la subasta de la llave de la celda. «Es incomprensible que se considere subastar la dolorosa historia de nuestro país y el simbolismo de la llave. La llave debe devolverse a sus legítimos propietarios con efecto inmediato y esta subasta debe frenarse… y asegurar la devolución de la llave a Sudáfrica». Y así se hará.

El tiempo, la vida. Se puede convertir lo más sagrado y doloroso en un negocio. La llave de la celda de Mandela. Tiempo y vida vacíos.

El tiempo, la vida. Habitados por dos personas que han llenado de fe, libertad y amor, el tiempo de sus vidas o sus vidas en el tiempo.

Hay que ‘pensar el tiempo’ que es ‘pensar la vida’. El tiempo no es oro. Pensado sí puede convertirse en oro. De otra clase.


[1] CHAPU APAOLAZA – (Des)propósitos para el nuevo año. LA RAZON – 01-01-2022

[2] Ibidem.

[3] Exh. Apost. VERBUM DOMINI, 123. 30 sept 2010.

[4] LOS TIEMPOS. Cochabamba (Bolivia). 24/12/2021.