“Si se encierra la esperanza no hay futuro para la sociedad”

 

Son las palabras que el papa Francisco dirigió a un grupo de funcionarios de prisiones y

Personas presas que publica L´osservatore Romano el 22 de septiembre.

Me parece tan hermoso tener esa fe tan sólida, esa esperanza firme y esa caridad sin fronteras que tengo que comunicarlo.

No estamos acostumbrados a leer que se habla a los funcionarios de prisiones y/o a los presos de nuestras cárceles, pero Francisco nos envía un mensaje: su trabajo (el de los funcionarios) es oculto, difícil y a menudo insatisfactorio, pero esencial. Sois, les dice, una presencia cercana para los que están en prisión y sois constructores del futuro. Sois tejedores de justicia y esperanza.”

Sois, continúa, personas que ante una humanidad herida y a menudo devastada, reconocéis en nombre del estado y de la sociedad su dignidad irreprimible (de los presos) y superáis la tragedia de la indiferencia.

“Nunca se prive a nadie del derecho de empezar de nuevo.  Velar porque el castigo no comprometa el derecho a la esperanza, el derecho a volver a empezar”

Esto nos lleva de nuevo a reflexionar de cual es nuestra actitud como cristianos y como ciudadanos ante esta realidad tan dura de la cárcel, de la Prisión permanente revisable, de la cadena perpetua: ¿no van a tener derecho estos ciudadanos nuestros a volver a empezar? Nunca nos hemos equivocado y decidimos que no volverá a pasar…?

El Papa nos presenta la Palabra de Dios en la Biblia: “Acordaos de los presos como si estuvierais encarcelados con ellos” Hebreos 13, 3 y nos anima a “convertirnos en testigos creíbles del perdón de Dios, porque Dios es mayor que nuestra conciencia y todos estamos  en el corazón de Dios”

Una buena reflexión para este Adviento y final de año que se aproxima. Me gustaría que en Navidad un odio menos hubiese en mí y un perdón más haya en mi corazón.