Opinión

Jesús Moreno

A pie de calle

La esperanza es una niña muy pequeña

4 de septiembre de 2024

Lo que me asombra, dice Dios, es la esperanza,

y no salgo de mi asombro.

Esta pequeña esperanza que parece una cosita de nada,

esta pequeña niña esperanza,

inmortal.

(Charles Péguy, el gran poeta de la esperanza)

            Pudisteis leer en mis colaboraciones, hace ya un mes, estos versos de Charles Peguy que son parte de su inmenso e intenso poema sobre LA ESPERANZA: El pórtico del misterio de la segunda virtud.

            Me parece una buena manera de emprender un nuevo curso conectando con el final del curso pasado. Por eso, retomando la fortaleza ‘de una niña muy pequeña’, la esperanza, con el profundo poema de Charles Péguy. Aunque sea un poco largo, puede convertirse en una gracia, una experiencia profunda, para comenzar un nuevo curso. Un buen texto de reflexión para este mes de septiembre, con el que iniciamos un nuevo curso (en términos escolares). Para gozar con su lectura y para que deje ‘algo’ en nuestra vida. Quien ya conozca el poema, podrá gozarlo una vez más.

“Yo soy, dice Dios, Maestro de las Tres Virtudes.

La Fe es una esposa fiel.

La Caridad es una madre ardiente.

Pero la esperanza es una niña muy pequeña.

Yo soy, dice Dios, el Maestro de las Virtudes.

La Fe es la que se mantiene firme por los siglos de los siglos.

La Caridad es la que se da por los siglos de los siglos.

Pero mi pequeña esperanza es la que se levanta todas las mañanas.

Yo soy, dice Dios, el Señor de las Virtudes.

La Fe es la que se estira por los siglos de los siglos.

La Caridad es la que se extiende por los siglos de los siglos.

Pero mi pequeña esperanza es la que todas las mañanas nos da los buenos días.

Yo soy, dice Dios, el Señor de las Virtudes.

La Fe es un soldado, es un capitán que defiende una fortaleza.

Una ciudad del rey,

En las fronteras de Gascuña, en las fronteras de Lorena.

La Caridad es un médico, una hermanita de los pobres,

Que cuida a los enfermos, que cuida a los heridos,

A los pobres del rey,

En las fronteras de Gascuña, en las fronteras de Lorena.

Pero mi pequeña esperanza es

la que saluda al pobre y al huérfano.

Yo soy, dice Dios, el Señor de las Virtudes.

La Fe es una iglesia, una catedral enraizada en el suelo de Francia.

La Caridad es un hospital, un sanatorio que recoge todas las desgracias del mundo.

Pero sin esperanza, todo eso no sería más que un cementerio.

Yo soy, dice Dios, el Señor de las Virtudes.

Yo soy, dice Dios, el Señor de las Virtudes.

La Fe es la que vela por los siglos de los siglos.

La Caridad es la que vela por los siglos de los siglos.

Pero mi pequeña esperanza es la que se acuesta todas las noches

y se levanta todas las mañanas

y duerme realmente tranquila.

Yo soy, dice Dios, el Señor de esa Virtud.

Mi pequeña esperanza

es la que se duerme todas las noches,

en su cama de niña, después de rezar sus oraciones,

y la que todas las mañanas se despierta

y se levanta y reza sus oraciones con una mirada nueva.

Yo soy, dice Dios, Señor de las Tres Virtudes.

La Fe es un gran árbol, un roble arraigado en el corazón de Francia.

Y bajo las alas de ese árbol, la Caridad,

mi hija la Caridad ampara todos los infortunios del mundo.

Y mi pequeña esperanza no es nada más

que esa pequeña promesa de brote

que se anuncia justo al principio de abril.

(Charles Péguy, El misterio de los Santos inocentes)

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