Durante seis días, del 17 al 22 de julio, veintidós niños y niñas de la Diócesis de Tarazona están disfrutando del campamento de verano que tras unos años sin realizarse se ha vuelto a retomar en el Seminario diocesano.
Once monitores voluntarios se encargan de que los niños disfruten al máximo en un entorno incomparable, rodeados de naturaleza y de unas instalaciones que permiten el desarrollo de una gran variedad de actividades.
«Se intenta fomentar un tiempo de ocio pero también que se conozca más la figura de Jesús, que trabajen valores y a través de distintas dinámicas educativas y lúdicas disfruten de unos días maravillosos. Se han programado diferentes actividades: talleres, veladas, juegos, gyimkanas… para que se diviertan al máximo, salgan con la sensación de que quieren repetir y de que saben mucho más sobre Jesús», señala el coordinador, César López.
Los niños se despiertan cada día con música, desayunan y tienen una pequeña oración en la que realizan un canto de alabanza a Jesús y se hace una pequeña presentación del valor que trabajarán durante la jornada. Después empiezan ya con las actividades: piscina por la mañana, donde disfrutan de distintos juegos, y los talleres y, tras la comida, las dinámicas para profundizar en los valores y, de nuevo, más actividades como representaciones, veladas de misterio o un festival de eurovisión. «El objetivo es fomentar la cooperación entre ellos y, por suspuesto, que se diviertan», apunta César López.
Además de los juegos y las distintas dinámicas, un día visitarán la Catedral de Tarazona y algunos puntos de interés de la ciudad y disfrutarán de tiempo libre para poder realizar compras o hacer lo que deseen.
El domingo, último día, es especial ya que vienen sus familias a recogerlos y se busca hacer algo distinto para implicar también a los padres. «Ese día se celebra una eucaristía muy participativa y los niños se encargan de preparar las ofrendas, las peticiones y les hace mucha ilusión que sus padres estén ahí».
Los monitores están muy contentos porque los chavales se lo están pasando muy bien, «ellos mismos nos lo están diciendo de manera espontánea», y se ha creado un buen ambiente entre todos.
«Salvo dos monitores, el resto del equipo es nuevo y ha habido que retomar la organización tras varios años sin realizarse. La idea es que el equipo se mantenga para años posteriores y se puedan alcanzar los cien niños». Tres de los monitores participaron en su día en los campamentos diocesanos y ahora han querido retomar la experiencia desde «el otro lado» porque guardan un grato recuerdo.
Los niños que han participado en esta edición vienen de Illueca, Fuendejalón, Calatayud y Tarazona.