En la fiesta de los Mártires del siglo XX, y tras la celebración de la eucaristía retransmitida por La2 de TVE en el programa El Día del Señor desde la S.I. Catedral de Barbastro, la Diócesis de Barbastro-Monzón ha celebrado la primera sesión de la de la Causa de Beatificación de los Siervos de Dios Félix Sanz Lavilla y 251 compañeros mártires. Sus nombres, junto al lugar en el que sufrieron martirio en 1936, han sonado por orden alfabético en medio de un respetuoso y emotivo silencio.

Los asistentes, entre los que se encontraban alrededor de 160 familiares de estos hombres y mujeres, aplaudieron a petición del obispo, Ángel Pérez, a los 210 sacerdotes, tres clarisas y 39 laicos, cinco de ellos seminaristas, que dieron su vida por la fe. «Se lo debíamos», insistió don Ángel en la Capilla de lo Mártires. Junto a él, el Presbiterio diocesano, parte actora de la Causa, se sumó a los aplausos.

Fiesta de los Mártires del siglo XX

Previamente, la Catedral de Barbastro había acogido la eucaristía presidida por el obispo, Ángel Pérez, y concelebrada por el Presbiterio, con participación de fieles llegados de todas las unidades pastorales de la diócesis. Esa misma representación se visibilizó en la liturgia, con lectores de los cuatro arciprestazgos, y en el coro diocesano que aportó la música a esta misa solemne, cuyo cantó de despedida fue el himno Testigos, compuesto por las Hermanas Pobres de Santa Clara, de Monzón.

En su homilía, el obispo destacó que los mártires «han nacido en una familia, como la nuestra, han crecido y madurado humana y cristianamente con nuestra gente. Han llegado a descubrir que la verdad más profunda, pese a las contrariedades que les pueda tocar vivir, es responder con autenticidad a una única pregunta: desde dónde quieres Señor que te ame, te sirva o te siga». Una vez más ha recordado que el martirio es un don y cada uno encuentra «su propia vocación martirial asumiendo el proyecto que Dios» tenga sobre él. En el caso concreto de los mártires su testimonio de fe enseña «que cuando nadie repara en ti, ni te entienden, cuando te silencian o ningunean, cuando todo se tuerce o fracasan todos tus proyectos… sólo la fidelidad al Padre, el abandono de fe, la entrega en obediencia martirial que vivió Jesús, te ayudarán a descubrir paradójicamente cómo también se puede perder y, sin embargo, ganar».