La catedral de Huesca acoge la fiesta del santo Cristo de los Milagros

Miguel Barluenga
12 de septiembre de 2025

La catedral de Huesca ha acogido este viernes 12 de septiembre la celebración de la fiesta del santo Cristo de los Milagros, una de las solemnidades más arraigadas en la diócesis, que cada año recuerda su intercesión milagrosa en 1497: en plena epidemia de peste la imagen del crucificado sudó de forma milagrosa durante una procesión por las naves del templo y la ciudad quedó libre de la enfermedad.

Tras la llegada de los peregrinos procedentes de la ciudad y de localidades cercanas como Aniés, Argavieso, Banastás, Monflorite, Sangarrén, Salillas, Sena o Tabernas del Isuela, la eucaristía de las 8:00 h. ha sido presidida por el vicario general de la diócesis de Huesca, el reverendo Nicolás López Congosto, que en su homilía ha invitado a los fieles a redescubrir en la cruz “el signo de identidad creyente” y el “símbolo más querido del pueblo cristiano”.

Dirigiéndose a sacerdotes, miembros de la Cofradía del Santo Cristo de los Milagros y San Lorenzo Mártir, seminaristas, peregrinos y devotos presentes en la catedral, el vicario gnral recordó que, desde aquel hecho milagroso, generaciones de oscenses han depositado a los pies de la imagen sus oraciones y súplicas: “Huesca y los pueblos circundantes han descubierto el bien que hace postrarse a los pies de esta imagen que desde la cátedra de la cruz quiere enseñarnos y mostrarnos el inmenso amor que nos tiene”.

Subrayó que la cruz ha acompañado al cristianismo desde sus orígenes y que, lejos de ser un signo de derrota, se convirtió en fuente de salvación: “El instrumento de suplicio que mostró el Viernes Santo, el juicio de Dios sobre el mundo, se ha transformado en fuente de vida, de perdón, de signo de reconciliación y de paz”.

HOMILÍA 9:00 H.

Durante su homilía, animó a los fieles a no dejarse distraer por “intereses terrenos, superficiales y efímeros”, y a volver la mirada hacia Cristo crucificado como “manantial de vida inmortal, escuela de justicia y de paz, patrimonio universal de perdón y de misericordia”. El reverendo Nicolás López Congosto recordó también la dimensión comunitaria y esperanzadora de la devoción al santo Cristo de los Milagros: “Sabemos que no nos dejas nunca, que no te alejas de nosotros, que conoces nuestros sufrimientos e inquietudes, que compartes nuestra preocupación por los enfermos y por nuestros mayores”.

La jornada festiva reunió a numerosos devotos en el templo madre de la diócesis, en una celebración en la que se combinaron la memoria histórica del milagro de 1497 y la expresión actual de fe y confianza en la protección del santo Cristo de los Milagros, profundamente arraigada en la vida religiosa y cultural de Huesca.

La eucaristia solemne de las 19:00 h. cerró la Novena al santo Cristo de los Milagros y estuvo presidida de nuevo por el vicario general. Contó con la presencia de la corporación municipales encabezada por la alcaldesa, Lorena Orduna, más doce de los concejales; representantes de varias cofradías y las mairalesas y el mainate de la ciudad, protagonistas de la ofrenda al santo Cristo. Si por la mañana se había trasladado en procesión la imagen del santo Cristo desde el camarín de su capilla hasta el altar mayor, al final de la tarde fue devuelto al lugar donde se le venera el resto del año.

En su homilía vespertina, el reverendo Nicolás López Congosto se preguntaba qué tiene el santo Cristo para que suscite tanta devoción. Y se respondió que «la fe sencilla y profunda de los fieles», llena de «sabiduría», nos lleva a saber que «nada ni nadie nos puede separar de su amor».

HOMILÍA 19:00 H.

Y terminó con una oración al santo Cristo de los Milagros para recorrer con Él «el camino, la verdad y la vida»: «Santo Cristo de los Milagros, queremos reconocerte tu paso entre nosotros. Tú que deslizas tu presencia como un regalo del todo gratuito, regálanos hoy y siempre tu compañía. Danos, piadoso, tu amor, tu gracia y misericordia y tu perdón. Que por ti acompañados podamos ver las cosas como las ves Tú. Abrazarlas como aprendemos de tus brazos. Saberlas ofrecer y al final hallar en tu palabra y tu presencia nuestro más sentido regazo. Santo Cristo de los Milagros, reza por nosotros».

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