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Opinión

Jesús Moreno

A pie de calle

«Hacerse espaldas unos a otros»

4 de mayo de 2022

                “Porque andan ya las cosas del servicio de Dios tan flacas, que es menester hacerse espaldas unos a otros los que le sirven para ir adelante, según se tiene por bueno andar en las vanidades y contentos del mundo” … “Son estos tiempos recios y son menester amigos fuertes de Dios para sustentar a los flacos”. Escribe Santa Teresa de Jesús.[1]

                Ciertamente, cualquier tiempo pasado no fue mejor que el actual. Fue distinto. Con realidades positivas y situaciones negativas muy similares en el fondo, aunque pudieran tener manifestaciones distintas a las de hoy. Las de hoy que, por ser las nuestras, nos parecen peores. Quizás hemos avanzado en posibilidades tanto de hacer más y mejor el bien como de actualizar el mal, convirtiéndolo en ‘más mal’. Lo que sí sucede es que conocemos mejor tanto el bien como el mal que hacemos y nos hacemos hoy.

                Los textos de Santa Teresa hacen referencia a que “las cosas del servicio de Dios (son) tan flacas… y los tiempos recios” y nos propone como respuesta esperanzada la necesidad (menester) de “amigos fuertes de Dios”. Aquellos tiempos y estos ya sabemos lo que nos proponen, según Teresa, “a los que le sirven” (a Dios): “amigos fuertes”.

Santa Teresa no se olvida tampoco de que “se tiene por bueno andar en las vanidades y contentos del mundo”. Con un lenguaje del siglo XVI, ¡qué bien refleja la situación de hoy y… de mañana! Realismo puro y proyecto ‘esperanza’: “hacerse espaldas unos a otros”. Todo “para ir adelante”.

Dejamos a un lado lo dicho hasta ahora sobre la ‘flaqueza del servicio de Dios’ y ‘las vanidades y contentos del mundo’. Nos quedamos en “hacerse espaldas unos a otros… para ir adelante”. Y pienso en nuestra vida de cada día, en la normalidad de nuestras relaciones diarias, en nuestra familia, en los momentos bellos y en los difíciles de nuestra existencia y la de los demás, en los amigos, en nuestros vecinos, en los compañeros de trabajo, en los hermanos y hermanas de la parroquia o del grupo cristiano… En estas circunstancias ‘normales’ de la vida, en el día a día y a pie de calle, estamos llamados a ‘hacernos espaldas unos a otros para ir adelante’.

Esta bella expresión nos recuerda sencillamente algo tan necesario como es sabernos ayudar sin humillar, sin paternalismo ni prepotencia. Que necesitamos vivir acompañados, sostenidos en momentos complicados, apoyados en nuestras expectativas. Que, para hacer frente al egoísmo, a la superficialidad, al ‘sálvese quien pueda’, es imprescindible hacerlo juntos y unidos para no dejarnos atrapar. “Para ir adelante”.

Lo bello y positivo de la vida, lo que hacemos cada uno o en familia o en grupo, también necesita ‘hacernos espaldas unos a otros’. Así lo bello y positivo se robustece, echa raíces más profundas, avanza para el bien de todos. La alegría es mayor cuando se vive o se comparte haciendo espaldas con los otros. Lo mismo sucede con la solidaridad, con el perdón, con el compromiso por la paz, con la acogida de emigrantes y refugiados, con la ayuda, con la sonrisa, con el dinero…

Y en la vida cristiana. En nuestro tiempo, tan distinto y tan parecido en lo hondo del ser humano, lo de ‘hacernos espaldas” nos recuerda y nos ayuda a encarnar realmente: “Uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos” (Mt 23,8). La fe y la vida cristianas siempre han necesitado, porque pertenece a su ser más profundo, las espaldas de los demás, la comunidad, celebrar juntos, escuchar juntos la Palabra, comprometerse juntos por la dignidad de todos, por la fraternidad universal y la amistad social. Nunca, aunque lo sigamos haciendo e incluso promoviendo, la fe cristiana ha sido individualista, siempre personal y comunitaria.

Y hoy, en nuestro tiempo, necesitamos ‘hacernos espaldas’ de un modo intenso, renovado y fortalecido ‘para ir adelante’, para permanecer fieles en una Iglesia pequeña en medio de un mundo que ha manifestado lo que ya vivía en su interior: la indiferencia religiosa. Hoy la fe o la vivimos haciéndonos espaldas unos a otros o la perderemos en la soledad en medio de un mundo indiferente ante el que estaremos solos y perdidos. Porque nos habremos olvidado de unir las espaldas, de vivir unidos a la comunidad cristiana a la que pertenecemos. Una comunidad sin apellido excluyente o ‘mejor’ que las otras. Una comunidad centrada, por sobre todo, en la persona, la vida, el mensaje de Jesús de Nazaret. Jesús y comunidad: el camino “para ir adelante”. No hay otro.

Que seríamos pequeños, si no lo hemos olvidado, ya nos lo dijo el Señor: “No temas, rebaño pequeño, porque vuestro Padre ha decidido daros el reino” (Lc 12,32)

“El Papa Benedicto fue un profeta de esta Iglesia del futuro, una Iglesia que se hará más pequeña, que perderá muchos privilegios, será más humilde y auténtica, y encontrará energía para lo esencial. Será una Iglesia más espiritual, más pobre y menos política: una Iglesia de los pequeños. Benedicto como obispo lo había dicho: preparémonos para ser una Iglesia más pequeña. Esta es una de sus ideas más ricas. […]

Finalmente, quiero decir que no debemos olvidar esa joya que es la Evangelii nuntiandi de Pablo VI. ¿Cuál es la vocación de la Iglesia? No son los números. Es evangelizar. La alegría de la Iglesia es evangelizar. En definitiva, el verdadero problema no es si somos pocos, sino si la Iglesia evangeliza. En las reuniones previas al Cónclave se habló del retrato del nuevo Papa, precisamente allí, en las Congregaciones Generales, se utilizó la imagen de la Iglesia saliendo, saliendo. En el Apocalipsis dice: «Yo estoy a la puerta y llamo». Pero hoy el Señor llama desde dentro para que lo dejen salir. Esta es la necesidad hoy, la vocación de la Iglesia hoy” (Francisco. Conversación con los jesuitas malteses. 3 abril 2022).

“Es menester hacerse espaldas unos a otros los que le sirven para ir adelante”.


[1] Libro de la Vida. Cap. 7,22; 15,5. El libro que estoy leyendo me ha ofrecido esta cita de Santa Teresa que tanto me ha gustado. Ya se ve.

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