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Eva María Souto, de Aínsa a Kenia: «Con muy poco se puede hacer mucho por los demás»

Diócesis de Barbastro-Monzón
23 de febrero de 2019

Eva María Souto Oncinellas, ingeniera técnica industrial, vive en Ainsa y ha estado un mes en una misión en Kenia, una experiencia que ha compartido con los asistentes a la presentación del proyecto de Manos Unidas de la diócesis de Barbastro-Monzón. El consiliario de medios de comunicación de la diócesis de Barbastro-Monzón, el sacerdote José María Ferrer, ha hablado con ella.

¿Como surge el proyecto de ir a Kenia?
Desde muy pequeña he tenido interés por las misioneras, siempre me ha fascinado su capacidad de amar y de ayudar a los demás. En marzo del año pasado conocí a las Monjas Matilde y Consuelo, de las Marianitas Sisters que tienen una misión en Kenia, y desde ese momento empezamos a escribirnos, intercambiar testimonios y a organizar mi viaje a su misión.

¿Con quién has estado en Kenia y qué hacen en la misión?
He tenido la suerte de compartir esta experiencia con una amiga que se llama Patricia. Cuando le contaba los testimonios de Sister Matilde, decidió ir conmigo a Kaikor para colaborar con la Comunidad y ha sido de gran ayuda. Mira, en la misión hacen de todo, funcionan como un pequeño Gobierno. Donde no llega el Gobierno de la nación allí están ellas.

Hacen de todo, dices. Concrétanos algunas de las actividades y tu experiencia.
La parroquia de Kaikor está en Turkana, al norte de Kenia, un territorio semiárido entre las fronteras de Uganda, Sudán y Etiopía. En Turkana habitan multitud de tribus nómadas con muchos conflictos bélicos entre ellas. Es por eso que las mujeres y los niños principalmente han dejado las montañas y se han adentrado unos kilómetros hacia territorio más seguro y es allí donde se ubica la casa de las Marianitas Sisters. La misión de estas Hermanas es trabajar con toda la población y con todas las necesidades vitales de las personas.
Una de las actividades más importantes que vienen haciendo es llevar “una clínica móvil” instalada en un coche todoterreno Toyota conseguido gracias a un proyecto de emergencias de Manos Unidas. Esta “clínica móvil” sirve para llevar la asistencia médica a puntos lejanos del territorio dónde están los nómadas, y esta ayuda asistencial va enfocada a los más necesitados, sobre todo mujeres, niños y personas ancianas.
También, gracias a Manos Unidas y a la ayuda de otras Organizaciones, se han creado escuelas en Turkana  en las que, además de la educación escolar, se asegura a los niños y niñas una comida al día, agua y asistencia sanitaria. Es habitual que las niñas asistan menos al colegio porque son las encargadas de cuidar a sus hermanos pequeños
y de atender la casa (choza), denominadas “mañatas”, pero en las escuelas de las Hermanas Marianitas se favorece que tanto niños como niñas asistan y tengan la misma educación.
Otra labor muy importante es la construcción de pozos de agua. En un lugar como Kaikor, donde hay poquísima lluvia y casi siempre los ríos están en lugares de conflictos bélicos, tener agua significa tener vida, significa poder SOBREVIVIR. Muchos de estos pozos se consiguen gracias a los proyectos de Manos Unidas. El agua de los pozos no solo sirve para beber; sirve también para el aseo personal, para cocinar, para los animales, para regar las Huertas que están poniendo en marcha y que con los proyectos de agricultura están aprendiendo a cultivar. Por su cultura nómada, una agricultura estable les resulta complicado y han de aprender a cultivar la tierra con los nuevos medios técnicos. Desde la misión de Kaikor también ayudan con becas de estudios a niños y niñas, muchas veces huérfanos, que no tienen posibilidades para ir a estudiar a Lodwar, que está a siete horas yendo en un todoterreno.

Has conocido historias con nombres muy propios.
Como la historia de Akai, una niña huérfana de 5 años, a la que se le ha dado la posibilidad de no ser vendida para el matrimonio y de tener un año de educación. O el conocimiento de que las mujeres son cambiadas por cabras y camellos, tantos collares llevan en su cuello tantas cabras valen. También conocimos el caso de Dominic, un joven huérfano de 16 años primero de su promoción: al no poder pagarse los estudios iba a ser expulsado de la escuela y, a través de la Misión, se ha conseguido pagarle un año de formación. Me pareció muy importante el apoyo que prestan a mujeres y hombres alcohólicos que quieren emprender alguna actividad económica, como por ejemplo el caso de Gladys, una mujer que había sufrido abusos y tenía problemas de alcoholismo y a la que han ayudado facilitándole las reuniones en Alcohólicos Anónimos en Lodwar y a la que han apoyado dándole los materiales necesarios para crear un puesto de venta de “Mandasi”, comida típica de Turkana.
Gracias a los diversos proyectos que realizan las Marianitas Sisters y al seguimiento que se hace, se prepara a personas que se requieren como enfermeras, traductores, profesores, personal para el trabajo de las huertas, seguridad del lugar, etc. A estas personas se les da la oportunidad, no sólo de ganarse un sueldo, sino también de sentirse útiles y valiosos, de formar parte de una comunidad, de que reciba apoyo a su familia y lo más importante: que tengan fuerza para seguir adelante.

¿Principales carencias?
Primordialmente el hambre, el agua, la unidad familiar. Podría contar cantidad de historias en las que queda reflejado el maltrato, las violaciones a mujeres y niñas, problemas con las autoridades, enfermedades que aquí son sencillas y allí implican la muerte.

¿Y valores? ¿Con qué te quedas?
Su solidaridad, su capacidad de afrontar la adversidad desde pequeños, su aceptación de las limitaciones que la vida les pone delante, su aprender a no sufrir por las cosas banales de la vida.

¿En resumen?
Es complicado resumir una experiencia tan impactante y enriquecedora. Lo que sí que puedo decir es que con muy poco se puede hacer mucho por los demás. Me quedo como experiencia de vida con la sonrisa de los niños, con la felicidad sincera y simple; y con el agradecimiento prácticamente por nada. Y por resumir algo más: para ser feliz no es necesario acumular y acumular cosas materiales; sólo es necesario tener la capacidad de sentir.

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