Esta es la frase con la que Cáritas nos invita a vivir esta Navidad. La Navidad llega a una sociedad herida, mucho más pobre, frágil y vulnerable.

El día a día se impone y nos va dando de bruces con una realidad que queríamos vislumbrar diferente, como si fuera el espejismo de una nueva normalidad distinta y mejor, llena de fiesta, de color y de ensoñación.

Son ya 11 millones de personas las que se encuentran en una situación de exclusión social en España. El empleo, la vivienda y la aparición de la brecha digital se configuran como detonantes del impacto de esta profunda crisis que se va instalando en nuestras calles, el 24% de hogares en España está en crisis.

Otros bienes de primera necesidad también se ven comprometidos por esta carencia (alimentación, salud, vestido o transporte), mientras que en este tiempo de Navidad las cifras de consumo se disparan en una sociedad digitalizada que excluye a quienes no disponen de conexión suficiente o de un dispositivo conectado a la red, lo que supone una pérdida de oportunidades para acceder al empleo, la educación, las ayudas públicas o las propias relaciones sociales.
Pero, a pesar de todo esto, la Navidad llega como lo que es. Es tiempo favorable en el que Dios se hace presente en medio de nuestra historia para igualarse a nosotros como lo que somos, hombres y mujeres, humanidad y barro, fragilidad y posibilidad.

Al igual que Dios se hizo presente en el pesebre de un portal a las afueras de un pequeña aldea, en medio de una sociedad convulsa y dividida, hoy también se hace presente en la vida de las personas que están sufriendo pobreza y desigualdad en las orillas de los caminos, en las víctimas de los discursos de odio, de trata y de abuso, en las personas migrantes que cuestionan nuestras fronteras y nuestro modelo de sociedad globalizada, en la que todo está conectado pero en la que los valores humanos y éticos se diluyen y la transforman en sociedad líquida, desvaída y fugaz.

Hoy, como hace más de 2000 años, Dios sigue naciendo en el corazón de cada persona y espera ser acogido en el pesebre de nuestras pobrezas y anhelos, en el portal de nuestras casas y de nuestros sueños.
Esta Navidad Dios vuelve a hacerse niño para mostrarnos que al igual que un recién nacido, solo podemos sobrevivir vinculados y conectados unos a otros.

Esta Navidad queremos anunciar buenas noticias, esas que nos ensanchan el corazón, nos llenan la cara de sonrisa y nos hablan de la bondad que vive alojada en cada persona.

Te invitamos a formar parte de nuestra historia común, de esta Navidad del 2021, en la que podemos construir una sociedad con sabor a fraternidad y esperanzada, participando con el resto de personas en la construcción de una comunidad que cuide y celebre el encuentro y la vida desde el amor, desde la solidaridad y la compasión que nos habitan.