Salmo 61
Dios mío, escucha mi clamor,
atiende a mi súplica.
3 Te invoco desde el confín de la tierra
con el corazón abatido:
llévame a una roca inaccesible
4 porque tú eres mi refugio
y mi bastión contra el enemigo.
5 Habitaré siempre en tu morada
refugiado al amparo de tus alas;
6 porque tú, oh Dios, escucharás mis votos,
y me darás la heredad
de los que veneran tu nombre.
7 Añade días a los días del rey,
que sus años alcancen varias generaciones;
8 que reine siempre en presencia de Dios,
que tu gracia y tu lealtad le hagan guardia.
9 Yo tañeré siempre en tu honor,
e iré cumpliendo mis votos día tras día.
INTRODUCCIÓN
Este salmo se refiere claramente al género de súplica. En él encontramos dos estratos: el primero trata de una súplica individual de un exiliado de Jerusalén que añora la ciudad. En el segundo estrato se ha insertado una oración litúrgica por el rey. Si el salmista abriga la firme seguridad de ser escuchado individualmente, ¿por qué no pedir por una institución tan querida entonces, como era la monarquía? Y eso precisamente ha hecho la mano del liturgista amante de la monarquía davídica. Lo que uno aprecia de verdad trata de transformarlo en oración. La fecha de composición es incierta, pero habría que situarla antes del exilio, cuando la monarquía alcanzó su esplendor.
Para entrar a estar con Dios, necesitamos un pórtico (2).
El salmo comienza con un verso de introducción invocando a Dios. Psicológicamente necesita afianzar su confianza en el poder salvador de Dios. Por otra parte, al decir “Dios mío” hace referencia a una intimidad. En toda oración es muy importante crear un clima de intimidad, de confianza, de seguridad en Dios. Y esto más cuanto mayor es la inseguridad que nosotros sentimos. Este tiempo es ya parte de la oración. En algunas catedrales el pórtico es tan importante como lo que hay dentro. (Pensemos en el Pórtico de la Gloria en la Catedral de Santiago de Compostela)
No hay mayor lejanía que la ausencia de Dios (v. 3).
“Desde el confín de la tierra”. Teóricamente puede referirse a un extremo del territorio o un país extranjero, como en el salmo 42. Pero aquí, por el contexto significa un símbolo de lejanía espiritual. Es un amante del templo y su ciudad. Lejos de allí su corazón desfallece, le falta suelo, se hunde. De ahí que pide la roca inaccesible de Dios. Allí se sentirá seguro. “El corazón abatido” es el corazón desmayado, es decir, se siente inseguro e impotente.
Notemos que la cercanía o lejanía no es cuestión de kilómetros. Es cuestión de amor. Yo puedo estar muy cerca de mi mamá aunque viva físicamente muy lejos de ella. Por el contrario, un matrimonio puede vivir en la misma casa y en el mismo lecho y estar muy lejos por la falta de amor.
“Sin el amor que encanta,
la soledad del ermitaño espanta.
Pero es más espantosa todavía
La soledad de dos en compañía”.
(Campoamor)
Sentir la lejanía de Dios como falta de aire, falta de suelo… es una bonita experiencia religiosa. Equivale a decir: yo no puedo vivir sin él. A esta experiencia se refiere el salmista cuando dice: “Te invoco desde el confín de la tierra”.
Cerca de Dios, los enemigos se alejan. (v,4)
El “Tú eres mi refugio” puede tener dos traducciones:
- Puede significar que el salmista ya ha encontrado una zona segura donde refugiarse. Sus enemigos, aunque le persiguen, ya no le pueden hacer daño. “El nombre del Señor es una torre poderosa a la que acuden los justos en busca de protección” (Prov 18, 10).
- Puede expresar la confianza apoyada en experiencias precedentes. Por eso es tan importante tener experiencias positivas de Dios para los momentos de dificultad.
Nada más hermoso que vivir siempre bajo las alas de Dios (v. 5).
“Habitaré siempre”. El que está a gusto con una persona quiere perpetuar la experiencia. Cuando se trata de humanos esa experiencia se desea hasta la muerte. Por eso los enamorados se dicen: te querré hasta que la muerte nos separe. Cuando se trata de una experiencia con Dios no hay límite. Pablo, lleno de emoción, exclama: “Y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tes 4, 17). Las alas aluden a los querubines del arca que sirven de pedestal a Yavé y significan protección salvadora para los que están cerca de Dios. Se lee en el libro del Éxodo: “Pon dentro del arca la ley que te voy a dar. Allí me encontraré contigo y, desde lo alto de la tapa, de entre los dos seres alados que están sobre el arca de la alianza, te haré saber todas mis órdenes para los israelitas” (Ex 25, 21-22).
Las leyes de Dios, todas las normas, no son normas frías. Todas están cubiertas con las alas de la acogida y el amor.
“Porque tú, oh Dios, escucharás mis votos y me darás la heredad”
La heredad es la parte correspondiente en la tierra prometida. La que entregó Dios a las tribus. No olvidemos que la tribu de Leví se quedó sin heredad porque Dios era su herencia (Sal 23). El salmista se siente feliz con su suerte. ¿Acaso puedo tener otra suerte, otro regalo mayor que Dios mismo? Y ese regalo lo recibimos todos los cristianos en la persona de Jesús. “En Él Dios nos ha enriquecido con toda clase de bendiciones” (Ef. 1,3). La fe es un don que se acepta, se celebra y se agradece toda la vida. Por eso, de vez en cuando, los cristianos nos debemos hacer esta pregunta: ¿Estamos contentos con nuestro Dios?
El que gobierna en nombre de Dios debe gobernar según la voluntad de Dios” (v.7-8.
Son varias las peticiones por el rey y conviene desglosarlas. Se pide una larga vida. Una vida que sobrepase la media normal. Hay que tener presente que, en esta época, no existe perspectiva de vida futura. La señal de la bendición de Dios será una vida larga aquí en este mundo. Se pide que reine siempre en presencia de Dios. En la mentalidad del salmista sólo un reino concebido según el proyecto de Dios tiene garantías de perpetuidad. El rey debe plegarse constantemente a la voluntad de Dios. Y esto lo debe hacer todos los días de su vida. En el reino de Israel ha habido de todo. Pero han abundado los reyes que no han gobernado según el corazón de Dios.
Todavía pide más para el rey: que le guarden la gracia y la lealtad de Yavé. Lo que pide es el amor y la fidelidad de Dios. Con esta escolta privilegiada el rey podrá ir a cualquier parte y todo le saldrá bien. ¿A quién podrá temer en el camino?
“Yo tañeré siempre en tu honor, e iré cumpliendo mis votos día tras día”
El salmista tiene un alma muy sensible, muy delicada. Le promete a Dios cantar siempre en su honor. Parece que ha encontrado en la alabanza una fuente de felicidad. Honrar a Dios, glorificar a Dios, darle gusto en todo… esa es su vocación, su razón de ser.
Lejos del salmista los así llamados compromisos por un tiempo. El salmista cumplirá con Dios todos los días. Todos los días le ofrecerá sacrificios, pero sobre todo, le ofrecerá el regalo de su corazón. Hoy día asustan a los jóvenes los compromisos de por vida. También tratándose de Dios. Hay que saber conectar con el salmista y descubrir con él, el gozo de un servicio hecho por amor.
El salmista nos invita a rezar por nuestros gobernantes, por nuestros superiores, por todos los que están constituidos en autoridad. Pero hemos de pedir que todos los que tienen autoridad la ejerzan, según el plan de Dios. Ojalá que todos entendamos la autoridad como un buen servicio a Dios y a los hermanos.
TRASPOSICIÓN CRISTIANA
- 2,4-8: El apóstol Pedro escribe a los cristianos en su primera carta: “Acercaos a Él, piedra viva, rechazada por los hombres, pero escogida y apreciada por Dios… pues dice la Escritura: yo pongo en Sión una piedra angular, escogida, preciosa; el que crea en ella no será defraudado
- Manati: “En este salmo todo gravita alrededor de un deseo”.
- Agustín: “Seré cubierto bajo el velo de tus alas. He aquí por qué estamos seguros en medio de tantas tentaciones hasta que venga el fin del siglo y nos reciban los siglos eternos: porque seremos cubiertos con la protección divina. En el mundo hay fuego, pero debajo de las alas de Dios hay una gran sombra”
- Garrone: “El cristiano, ¿no hará una oración constante para evitar la locura de los hombres que viven el gran sufrimiento y la gran angustia de estar lejos de Dios?
- Schökel: “El cristiano puede rezar este salmo, añorando la presencia de Dios en el templo. Pero llegado al templo terreno, siente una nueva nostalgia por aquel templo celeste, donde el rostro de Dios se manifiesta. Allí podrá habitar por siempre junto a Dios, allí tendrá la heredad de los que veneran el nombre del Señor Jesús”
- San Agustín: “Puedes decir lo que quieras de la eternidad, y puedes decir cuanto quieras porque, por más que digas, dirás de menos. Pero algo has de decir para pensar en lo que no puedes decir”.
ACTUALIZACIÓN
Vincenzo Paglia: “El salmista también está describiendo la situación de desorientación, de fragilidad, de incertidumbre y de miedo que envuelve a los hombres y mujeres de nuestros días; y quiere poner en nuestros labios una oración para que el Señor acoja nuestro anhelo de aquella estabilidad y de aquella seguridad sobre las que fundar la propia existencia. La acertada imagen de la “roca” indica la estabilidad que todos necesitamos”
Ángel Aparicio: “Este salmo pertenece a nuestro tiempo. Dios está presente en el espacio y en el tiempo porque santifica con su presencia nuestro espacio y nuestro tiempo, sin suprimir nada de lo que es humano y cósmico, porque el creyente de hoy también habita en los confines y tiene anhelo de la sublime presencia de Dios”
PREGUNTAS
- Mi cercanía física de Dios (Biblia, capilla, rezos), ¿me está llevando a una cercanía en la fe y en el amor?
- ¿Sé llevar a mi oración a todos los miembros de mi comunidad? ¿Estoy mirando a todos y cada uno de los miembros de mi comunidad con una mirada de fe y amor?
- Mi presencia física, ¿es signo de la presencia de Dios? Cuando las personas están conmigo, ¿tienen la sensación de haber estado cerca de Dios?
ORACIÓN
Te invoco desde el confín de la tierra”
A veces, Señor, me siento lejos de Ti. Me parece que estoy en el fin del mundo. Todo me parece extraño y desconocido. No encuentro tierra donde afirmar mis pies. ¡Y me hundo!
Desde esa lejanía, desde ese abismo, yo, Señor, te grito: “Escucha mi clamor”. Yo no puedo vivir sin Ti. Me falta suelo. Me falta aire. Me falta luz. Me falta pulso. ¡Me faltas Tú! Ven cerca de mí ahora que yo estoy lejos.
“Me refugio al amparo de tus alas”
Las alas, además de servir para volar, también sirven para proteger, cobijar, anidar. No pretendo, Señor, volar demasiado alto porque me podría caer. Simplemente quiero que tus alas me protejan, me den cobijo y me ayuden a crear un nido de amor. Y en ese templo no tengo necesidad de piedras, sino de alas. Las piedras dan frío. Las alas calientan. Haz que yo viva siempre en esa abrasadora cercanía de tu presencia.
“Cumpliré mis votos día tras día”
Es muy fácil y hasta resulta bonito cumplir los votos en el día de la profesión religiosa, o en el día de la Ordenación sacerdotal. Lo difícil es guardarlos cada día. Y lo que te pido, Señor, es mantener la ilusión de mi entrega todos los días de mi vida. Que no me canse de servirte, que no me canse de quererte. Que sepa estrenarte cada día y nunca te hagas viejo entre mis manos. Haz que no pierda el amor primero. Que no caiga sobre mí la rutina. Que cada día sepa descubrirte como novedad.