En medio de la noche del mundo, Dios enciende la lámpara de la vida

Raúl Romero López
21 de junio de 2021

Salmo 132

Descarga aquí el pdf completo

1 Señor, tenle en cuenta a David todos sus afanes:

2 cómo juró al Señor e hizo voto al Fuerte de Jacob:

3 “No entraré bajo el techo de mi casa,

no subiré al lecho de mi descanso,

4 no daré sueño a mis ojos, ni reposo a mis párpados,

5 hasta que encuentre un lugar para el Señor,

una morada para el Fuerte de Jacob”.

6 Oímos que estaba en Éfrata, lo encontramos en el Soto de Jaar:

7 entremos en su morada,

postrémonos ante el estrado de sus pies.

8 Levántate, Señor, ven a tu mansión, ven con el arca de tu poder:

9 que tus sacerdotes se vistan de gala, que tus fieles vitoreen.

10 Por amor a tu siervo David, no niegues audiencia a tu ungido.

11 El Señor ha jurado a David

una promesa que no retractará:

“A uno de tu linaje pondré sobre tu trono.

12 Si tus hijos guardan mi alianza

y los mandatos que les enseño,

también sus hijos, por siempre, se sentarán sobre tu trono”.

13 Porque el Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella:

14 “Ésta es mi mansión por siempre, aquí viviré, porque la deseo.

15 Bendeciré sus provisiones, a sus pobres los saciaré de pan;

16 vestiré a sus sacerdotes de gala, y sus fieles aclamarán con vítores.

17 Haré germinar el vigor de David,

enciendo una lámpara para mi ungido.

18 A sus enemigos los vestiré de ignominia,

sobre él brillará mi diadema”.

INTRODUCCIÓN

El salmo 132 evoca el episodio del traslado del arca de la Alianza al monte Sión (2 Sam 6,12-19). Cuando se escribe el salmo, el rey, la ciudad de Jerusalén y el pueblo están pasando momentos difíciles. Dios parece que da la espalda al ungido (v. 10), hay escasez de provisiones en la ciudad (v. 15) y se hace mención a los enemigos (v. 18).

El salmo tiene dos partes: La primera comienza con el recuerdo del juramento hecho por David de dar al Señor una morada digna. En la segunda, Dios, en forma de oráculo, jura a David que su dinastía no tendrá fin, prometiendo prosperidad para todo el pueblo.

Cuando se hace evidente el fracaso de la monarquía, Israel sigue esperando en un descendiente de David que restablecerá para siempre el Reino de Dios y su culto.

REFLEXIÓN-EXPLICACIÓN SOBRE EL MENSAJE PRINCIPAL DEL SALMO

Para Dios, lo que cuenta es lo positivo de una persona; lo negativo ha sido borrado por el arrepentimiento sincero. (v.1).

Para los israelitas, los antepasados viven y reviven en sus descendientes. En el caso presente, cuando Dios aparta del trono a los descendientes de David, es al mismo David a quien rechaza, olvidando los méritos de este piadoso rey. David se distinguió por su fidelidad exclusiva al Señor, pues nunca se contaminó con la idolatría. Dios perdonó sus pecados.

David quiere construir una digna morada para Yavé. Lo que David ignora es que la morada más digna para Dios es el corazón del hombre (v.2).

Según el cronista, David no se encontraba a gusto en su suntuoso palacio, pensando que el Señor no tenía por abrigo sino una pobre tienda, como en el desierto durante el éxodo. Generosamente comunica a Natán su propósito de construir un templo para Yavé: “Yo estoy habitando una casa de cedro, mientras que el arca de la alianza de Yavé habita bajo una tienda” (1 Cron 17,1) El salmista presenta esta firme resolución en forma de juramento: ¡Que yo muera si entrare en mi casa a dormir antes de haber asegurado a Yavé una digna morada!

Fórmula hiperbólica para manifestar su decisión de preparar sin dilación un templo a Yavé. Notemos que el verdadero templo del Dios vivo no está construido con materiales humanos, sino con piedras vivas. Por eso dirá san Agustín: “Todos los creyentes hacen un lugar para el Señor. El Señor tiene su lugar en el corazón porque uno solo es el corazón de todos los unidos por la caridad”.

Ante la presencia viva de Dios, la verdadera actitud es la de la adoración (v. 6-7).

David se había asentado con sus hombres en Éfrata (la región de Belén) y, de repente, recibe el mensaje de que el arca sagrada, que se había perdido en las guerras contra los filisteos, acababa de localizarse en Quiriat Yearim.

Ante la presencia del arca, la actitud religiosa que brota espontánea de David y sus seguidores es la de la adoración. Caen de rodillas ante Dios que está ahí presente en el arca. En la adoración, el hombre se siente pequeño ante Dios, como la nada ante el Todo. Es el reconocimiento oficial de que Yavé es el único Dios, el único Señor.

Dios es la alegría de los pueblos. No puede haber alegría sin Dios (v. 8-9).  

El Señor, durante la peregrinación por el desierto, se levantaba cuando el arca se ponía en movimiento. Ahora es el coro el que pide a Dios que se levante por última vez. Ya no va a quedarse en el desierto; ya no va a perderse más. Va a tener una casa, una mansión, un santo templo.

Y se organiza una procesión festiva: a los levitas les toca llevar sobre varas el arca, los sacerdotes se visten con traje de fiesta, los fieles acompañan con aclamaciones. ¿Y el rey David? El rey se pone a danzar como un niño. “David… iba danzando delante del arca con gran entusiasmo, cantando al son de la cítara, arpas, tambores, sistros y címbalos” (2 Sam 6,5).

La presencia de Dios en medio del pueblo produce alegría y entusiasmo desbordantes. Una imagen bonita de un Dios que empuja a cantar, a bailar y hacer fiesta. Tal vez los cristianos hemos perdido esa dimensión lúdica en nuestros encuentros con Dios. Muchas de nuestras celebraciones resultan demasiado serias, demasiado tristes.

El cielo consistirá en una fiesta eterna. Y debemos prepararnos para ella aquí en la tierra. No es cuestión de llegar allí totalmente desentrenados.

Un pecador que se arrepiente y llega a amar mucho a Dios, puede llegar a ser santo y servir de ejemplo a los demás. Es lo que le pasó a David (v 10).

Se le pide a Dios que, por amor a David, que fue su siervo y cuyos méritos se acaban de recordar, no rechace a cualquiera de sus descendientes, ungidos del Señor.

Debemos resaltar aquí la fuerza de nuestras oraciones cuando las hacemos por medio de Jesucristo. Recordando y poniendo delante del Padre la obra de su Muerte y Resurrección movemos a Dios Padre a que nos conceda lo que le pedimos.

Las promesas de Dios son para siempre (v.11).

Yavé responde al juramento generoso de David con otro juramento aún más generoso: Dios dará el trono de David a uno de sus hijos. La promesa de continuidad de la dinastía davídica era signo claro de la cercanía de Dios. Y Dios no se deja vencer en generosidad. La respuesta a la gracia siempre es fuente de nuevas gracias, de nuevos favores. Y el regalo más bonito de Dios es Dios mismo: su presencia, su cercanía.

Los templos materiales sirven para dar un espacio para Dios. ¿Qué diremos de los templos espirituales?  (v. 13).

La elección del monte Sión donde se construirá el templo es pura iniciativa de Dios. Es asombroso que, junto al verbo escoger se mencione el verbo piel (desear) que expresa una relación íntima con Yavé. El templo es la consagración de un espacio para Dios. Es verdad que Dios está en todas partes y el universo en toda su inmensidad no puede contenerle, pero ha querido manifestarse especialmente en este lugar. Dios ama el monte Sión con su templo. Si Dios ama el templo material ¿cómo amará a los templos vivos del Espíritu?

Éstos serán objeto de una máxima intimidad: “Mirad que estoy llamando a la puerta. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Ap 3,20).

La bendición de Dios es siempre copiosa y universal (v.15-16).

Aquí no se trata de un reparto diversificado: a los pobres, pan; a los sacerdotes, vestidos; a los fieles, música. Se trata de una bendición solemne, abundante y copiosa para todos. Incluso los pobres se saciarán. Habrá comida, bebida, vestidos, música y fiesta para todos. Así son las bendiciones de Dios.

Hagamos de nuestras vidas unas “lámparas encendidas” (v.17-18).

Estos últimos versos se dedican al rey. “El vigor de David” hace referencia a la fecundidad y tiene relación con la sucesión. La dinastía de David está asegurada. Los enemigos del rey serán derrotados, mientras que el poder real, simbolizado en la diadema, florecerá esplendorosamente.

“Enciendo una lámpara para mi ungido”. En las casas orientales, la lámpara conserva el fuego doméstico y la llama continua simboliza la vida. Hay que destacar la imagen tan sugerente de Dios encendiendo la lámpara de la vida. Dios es el amigo de la vida. Hace brotar la vida y la conserva. En medio de la noche de tantos crímenes, tantos atropellos, tantas guerras, tanta violencia, aparece Dios suscitando la luz de la vida.

La vida que nace de Dios es una vida en plenitud. “Yo he venido para dar vida a los hombres y para que la tengan en plenitud” (Jn 10,10).

Dios no prende fuego a la lámpara de la vida para que ésta permanezca mortecina o apagada. Dios quiere que la lámpara de nuestra vida arda y brille con todo su esplendor. Dios nos llama a participar de su propia vida divina.

TRASPOSICIÓN CRISTIANA

La idea del Templo y su significado se refleja ya en el A:T.

Ex. 33,7-11: Moisés levantó la tienda y la plantó fuera, a distancia del campamento, y la llamó «Tienda del Encuentro». El que deseaba visitar al Señor, salía fuera del campamento y se dirigía a la Tienda del Encuentro. Cuando Moisés salía en dirección a la tienda, todo el pueblo se levantaba y esperaba a la entrada de sus tiendas, mirando a Moisés hasta que este entraba en la tienda. En cuanto Moisés entraba en la tienda, la columna de nube bajaba y se detenía a la entrada de la tienda, mientras el Señor hablaba con Moisés. Cuando el pueblo veía la columna de nube a la puerta de la tienda, se levantaba y se postraba cada uno a la entrada de su tienda. El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con un amigo 

Jesús critica a los que convierten en mercado la Casa de su Padre.

Jn. 2,14-16: Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre». 

Orígenes: “Cristo es la luz del mundo e ilumina a la Iglesia con su luz. Y como la luna recibe su luz del sol para poder ella, a su vez, iluminar la noche, así la Iglesia, recibiendo su luz de Cristo, ilumina a todos los que se encuentran en la noche de la ignorancia”.

San Agustín: “Tú anhelas la amistad de Cristo que quiere alojarse en tu casa; hazle lugar. ¿Qué significa hacerle lugar? No te ames a ti, ámale a él. Si te amas, le cierras la puerta; si le amas, le abres. Si le abres y entra, no perecerás amándote, sino que le encontrarás por haberle amado”.

ACTUALIZACIÓN

Tal vez la mejor actualización de lo que es un Templo y el significado del mismo, lo tengamos en el Templo de la Sagrada Familia de Gaudí.

Este templo, en realidad, es una inmensa escultura, en piedra, a la fe, a la esperanza y a la caridad. Alguien ha hablado de Gaudí y de su Sagrada Familia como el templo en honor de Dios: una basílica gótica, de cinco naves, crucero, claustro, y dieciséis gigantescas torres dedicadas a los doce apóstoles y a los cuatro evangelistas, con dos cimborrios consagrados a Jesucristo y a la Virgen María. Sus tres fachadas están dedicadas al Nacimiento, a la Pasión y a la Gloria de Cristo, el Señor

Un coreano muy distinguido, Jun Young-Joo, director de la Cámara de Comercio e Industria de Pusan (Corea), confiaba, en octubre de 1998, a la edición española de la revista Paris Match:

«A través de las obras de Gaudí y del toque divino que tiene me convencí de la existencia de Dios, y por él, gracias a él, me convertí al catolicismo, aunque era un budista devoto y convencido.»

«Este templo de la Sagrada Familia recuerda y compendia otra construcción hecha con piedras vivas: la de la familia cristiana, donde la fe y el amor nacen y se cultivan sin cesar.»

Éstas fueron las primeras palabras que el Papa Juan Pablo II dijo nada más ver, por vez primera, en 1982, el templo creado por Gaudí en Barcelona

Muchos años atrás, en 1915, un nuncio del Papa, monseñor Ragonesi, al visitar las obras, le había dicho a Gaudí: «Usted es el Dante de la arquitectura, y su obra es uno de los más grandes poemas cristianos en piedra”.

Gaudí sostenía que la curva es la línea de Dios, y la recta, la de los hombres; quizás por eso la curva es esencial en su obra; descubrió nuevas formas arquitectónicas, y supo copiar de la naturaleza, obra de Dios.

PREGUNTAS

1.- En el Antiguo Testamento Dios habitaba en un templo material. Ahora habita en templos espirituales. ¿Soy consciente de que yo estoy habitado por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo?

2.- La Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo. ¿Trato a cada uno de los miembros de mi comunidad como trataría al propio Jesucristo?

3.- ¿Me preocupa tanta gente que vive al margen de la Iglesia de Jesús? ¿Qué puedo hacer para acercarlos?

ORACIÓN

“No entraré bajó el techo de mi casa… hasta que encuentre un lugar para el Señor”

Señor, es hermoso constatar que, desde siempre, los hombres han querido darte el oro más precioso, la plata más fina, las maderas más apreciadas para construir templos en tu honor.

Pero tal vez no han caído en la cuenta de que habitas especialmente en el corazón de cada persona que sufre, que no tiene casa, ni siquiera posibilidad de tenerla. Aviva, Señor, en mí el deseo de trabajar por un mundo más humano y más justo. Haz que yo no viva tranquilo en mi casa confortable mientras tantos hermanos míos habitan en chabolas.

“A los pobres los saciarás de pan”

Señor, estas palabras del salmista no se han cumplido todavía. Y no es que el mundo no tenga bienes suficientes para todos. Los tiene y en abundancia. El problema está en que los bienes de este mundo están muy mal repartidos. En el siglo XXI hay miles de hombres, mujeres y niños que cada año se mueren de hambre.

Señor, ¡qué feliz sería comiéndome un trozo de pan si supiera que todos comían pan! ¡Qué hermosa sería la vida si todas las personas del mundo tuvieran cubiertas las necesidades más elementales!

“Enciendo una lámpara para mi ungido”

El mundo, Señor, está frío y triste. Sólo hay fuegos artificiales que aparecen y desaparecen. Necesitamos lámparas que den calor y luz a tantos hogares apagados. Los hombres saben subir a la luna, pero no saben pisar esta tierra. Los hombres saben hacer trasplantes de corazón, pero no saben trasplantar amor y ternura. Los hombres saben construir casas, pero no hogares. Enciende la lámpara de la vida: la lámpara del amor, de la solidaridad, de la paz, de la alegría, de la felicidad.

ORACIÓN EN TIEMPO DE LA PANDEMIA

Señor Resucitado: Mora en cada uno de nuestros corazones, en cada enfermo del hospital, en todo el personal médico, en los sacerdotes, religiosos y religiosas dedicados a la pastoral de la salud, en los gobernantes de las naciones y líderes cívicos, en la familia que está en casa, en nuestros abuelos, en la gente encarcelada, afligida, oprimida y maltratada, en personas que hoy no tienen un pan para comer, en aquellos que han perdido un ser querido a causa del coronavirus u otra enfermedad. Que Cristo Resucitado nos traiga esperanza, nos fortalezca la fe, nos llene de amor y unidad, y nos conceda su paz. Amén

Este artículo se ha leído 83 veces.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Compartir
WhatsApp
Email
Facebook
X (Twitter)
LinkedIn

Noticias relacionadas