Los Sacerdotes Operarios Diocesanos que colaboran en la formación vocacional del Seminario Menor de Aragón, en Zaragoza, han rediseñado las actividades para adolescentes y jóvenes que tenían previstas para este tercer trimestre de curso. Al prorrogarse el estado de alamar que nos obliga a continuar confinados en nuestros hogares, ha surgido la iniciativa El Seminario es Mi Casa, una serie de propuestas educativas para seguir dando continuidad a la tarea de acompañamiento y formación a los seminaristas menores; o, mejor dicho, a los adolescentes y jóvenes que quieran seguir esta acción y, como nosotros, plantearnos a qué nos está llamado Dios, aquí y ahora.
¿En qué consiste ‘El Seminario es Mi Casa’?
La iniciativa es similar a la que ya hicieron en Semana Santa. Cada dos o tres días, y por medio de su blog, https://seminariomenordearagon.wordpress.com/, irán proponiendo las estaciones del Vía Lucis para entender, disfrutar, orar e implicarnos en esa mirada vocacional de Jesús Resucitado. Juntos recorrerán este camino de luz por el que Dios nos llama a la vida, y una vida en plenitud. Así, en cada estación encontramos motivaciones, preguntas, oraciones, textos de la Palabra de Dios, reflexiones, subrayados de la carta del Papa a los Jóvenes “Christus Vivit”, ideas y sugerencias variadas que van desde manualidades, canciones, interpretar piezas de obras de arte de la literatura, la música, la pintura o la escultura… hasta el compromiso de asumir un reto para cada día. Y la iniciativa no se abre solo los seminaristas menores de Aragón, sino también a todos los adolescentes y jóvenes ¡y sus familias! Una propuesta pastoral para todos los del hogar y por medio de la cual cada uno debe familiarizarse con ese encuentro personal con Cristo Resucitado.
Y esto… ¿para ser curas?
Los sacerdotes operarios tiene claro que todo este material no solo sirve para «ser curas» sino, y sobre todo, «para ser auténticos cristianos. Chicos y chicas, y familias, que quieren ser testigos de que Cristo Vive. Y nos necesita. Como necesitó de María Magdalena y las mujeres, de Pedro y de Juan, de Tomás, de los Doce apóstoles, de los dos caminantes de Emaús, ¡hasta de los soldados que custodiaron su sepultura! Quien se encuentra con Él sabe que, de entrada, ya te está llamado a ser su discípulo. Él pone brasas en el corazón. Pero aún más, pues quien le sigue a Él sabe que está llamado a ser apóstol, es decir, enviado. Él envía a comunicar estas cosas. Y en esto ayudamos a los adolescentes y jóvenes, a que disciernan y se sientan acompañados a ser discípulos y apóstoles, enamorados de quien sabemos que nos ama y enviados a una vocación concreta, particular, única, divertida, necesaria para el mundo. Lo tenemos claro: Dios nos llama a la Vida, Jesús el Resucitado al seguimiento y el Espíritu Santo al testimonio. Para todos».