«La dignidad de una persona no puede depender del azar ni de la suerte, ni ser el privilegio de unos pocos afortunados», afirmó el obispo de Barbastro-Monzón en la presentación de la Campaña de Navidad 2025 de Cáritas Diocesana. Bajo el lema «Hagamos que tener una vida digna deje de ser cuestión de suerte», constituye una de las dos grandes llamadas anuales a la solidaridad y busca despertar una conciencia nueva acerca de los derechos de cada persona.
Mons. Ángel Pérez insistió en que la exclusión social no es una cuestión de «mala suerte», sino de «malas condiciones, trabas administrativas, salarios insuficientes, vivienda precaria, soledad, miedo y ausencia de oportunidades reales». Oportunidades que dependen de cada uno de nosotros y que, para don Ángel, plantean «una pregunta sencilla, que deseo que nos acompañe estos días: ¿Qué puedo hacer yo para que esta Navidad alguien viva con mayor dignidad?»
A ese qué puedo hacer yo, dieron respuesta Jose Mas, director de Cáritas Diocesana, y Julia Lirios Tormo, delegada de Caridad, para quien la propia campaña «busca provocarnos» para actuar, con la guía y reflexión de cuatro verbos: perseverar, confiar, creer y amar.
El paso a la acción va implícito en el mensaje de Cáritas: tener acceso a una vivienda estable, un empleo digno, la salud y una red de apoyo «no es cuestión de suerte: es cuestión de justicia, de organización social y de una buena administración de los recursos que ya tenemos«.
4.000 personas acompañadas en 2025
Sobre esto profundizó Jose Mas, repasando los números de una realidad social que se agrava. El IX Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social muestra como la desigualdad, la pobreza y la exclusión social se agravan, revelando un modelo social agotado.
En Aragón 306.000 personas viven en exclusión, 142.000 más que en 2018. Pero, además, la exclusión ya no es solo económica, sino multidimensional: vivienda, empleo precario, salud mental, burocracia, soledad y falta de redes se entrelazan creando situaciones que ninguna familia debería vivir, una suma de factores que afecta, sobre todo, a niños, jóvenes, personas migrantes y quienes carecen de apoyos.
Para combatir esta realidad, Cáritas Barbastro-Monzón vertebran una red que cuenta con cerca de 300 voluntarios y unos 70 técnicos profesionales. Estos voluntarios operan en 17 puntos de presencia, 12 de ellos en el medio rural, un «pilar insustituible» frente al aislamiento que sufre la población excluida.
En la Diócesis de Barbastro-Monzón, esta realidad tiene nombres, apellidos y cifras. Cerca de 4.000 personas han sido acompañadas en lo que va de 2025 y el 50,7% acudía por primera vez. El 36,5% están en situación administrativa irregular, invisibles para la mayor parte de la sociedad, pero nunca para Cáritas.
En áreas específicas, se han ofrecido 1.540 ayudas directas en alimentación, suministros y vivienda, más de 200 menores han sido atendidos en refuerzo escolar y 220, en colonias y ocio saludable.
A clases de español y alfabetización digital acuden 353 personas y 124 mayores son acompañados en talleres y actividades, además de visitas y apoyo en zonas rurales. Así mismo, se han realizado 357 intervenciones de salud y bienestar emocional y 45 grupos de ayuda mutua.
Un paso para convertir la fe en compromiso
Cáritas invita a convertir «nuestra solidaridad en estructura, nuestra fe en compromiso y nuestra esperanza en oportunidades reales». El Obispo concluyó su intervención con una llamada a la sociedad a sumarse para que la dignidad deje de ser una cuestión de azar:
- Con un donativo, para abrir puertas reales.
- Con tiempo, haciéndose voluntario.
- Con gestos comunitarios en parroquias, escuelas o empresas.
- Con la oración, que sostiene lo invisible.