Domingo XXX, tiempo ordinario: 25 de octubre de 2020

Raúl Romero López
19 de octubre de 2020

INTRODUCCIÓN

El centro de la Revelación de Jesús es: Dios es Amor”. La revelación de  Dios «ABBÄ» es la gran novedad que introduce Jesús en la religión. La aceptación de Dios como “Padre” lleno de cariño paternal, es la diferenciación íntima del que ha entrado en el Reino. Ya nada va a ser igual: ni sus motivos para actuar, ni su oración… Se acabó la religión del miedo y queda inaugurada para siempre la religión de la ternura.

LECTURAS BÍBLICAS

1ª Lectura: Ex. 22,20-26.        2ª Lectura: 1Tes. 1,5c-10.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Mateo (22,34-40):

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?»  Él le dijo: «»Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»

REFLEXIÓN

Es cierto que el precepto del amor a Dios y el amor al prójimo está presente ya en el Antiguo Testamento, pero Jesús lo impregna de novedad al darle unas notas propias y peculiares que hay que tener muy presentes. 

1.– Jesús jerarquiza los mandamientos y preceptos. 

No resultaba fácil para una persona piadosa que buscaba ser fiel a la Ley, establecer una jerarquía entre los 613 preceptos importantes -248 positivos (tantos como los huesos del cuerpo, tal y como entonces se creía) y 365 prohibiciones- que se habían llegado a recopilar.  La pregunta no era tan sencilla como nos puede parecer a nosotros hoy, porque la mayoría de los juristas consideraba que todos los mandamientos tenían la misma importancia y obligatoriedad. Jesús no quiere que llevemos cargas inútiles encima de los hombros. Demás nos pesa ya la vida. Y reduce todo al amor. Jesús está convencido de que es lo único que puede salvar el mundo. Al mundo no lo van a salvar ni los sabios, ni los filósofos, ni los políticos, ni los banqueros…Lo único que nos puede salvar es el amor. La solución, según Jesús, es meter amor, como una levadura, en la masa y hacerla fermentar… Por eso el gran San Agustín dirá: ¡Ama y haz lo que quieras! Y continúa: “Si trabajas trabajarás con amor; si descansas descansarás con amor; si hablas hablarás con amor y si callas, callarás con amor; si corriges corregirás con amor. Sólo el que ama puede corregir. Sea el amor la raíz de tu vida y todo lo que hagas estará bien”. Por otra parte, cuando cumplimos unas leyes sin amor, en realidad no las cumplimos.

2.– Jesús unifica dos mandamientos que andaban sueltos.

Estos dos mandamientos eran conocidos entre los judíos. El primero: “amarás a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todo tu ser” es el famoso SEMÁ que pronuncia el judío al levantarse (Dt. 6,4-6). Y el otro “amarás a tu prójimo como a ti mismo” está en el Libro del Levítico (Lev. 19,18). ¿Dónde está la originalidad de Jesús? En que antes de Cristo estos mandamientos andaban sueltos… En libros distintos, y sin conexión entre sí. Por eso un judío piadoso podía rezar el Semá, ir al Templo a orar, etc., y después, como dice la primera lectura, “oprimir al forastero, explotar a viudas y huérfanos, prestar dinero con usura y hasta quitarle al pobre el manto que le sirve para dormir en la noche (Ex. 22,20-26). Jesús nos dice que no se puede hacerle trampas a Dios. Que hay que guardar los dos mandamientos conjuntamente. Que no se puede tragarse uno los santos en la iglesia y después herir, molestar, despellejar al prójimo en la calle. “El que dice que ama a Dios y no ama al hermano es un embustero” (1Jn. 4,20). Hay una especie de vasos comunicantes: sube el amor a Dios, sube el amor a los hermanos y, al contrario. Los dos mandamientos deben de estar al mismo nivel.

3.-Jesús cambia de perspectiva.

El amor a Dios es una respuesta: Amo a Dios porque me siento querido por Él. Ahí está la raíz del «mandamiento», y la esencia de la Buena Noticia. En el fondo, la Buena Noticia no es más que esto: «Dios te quiere, como te quiere tu madre, pero al infinito». El amor es la esencia del mundo. Lo contrario del amor es la muerte total. Amar o morir. Amor o destrucción. La esencia del ser humano es la capacidad de construirse amando. El error es intentar hacer sociedad humana sobre otros cimientos: violencia, poder, justicia. Se dice que hay que amar al prójimo como a uno mismo. Pero ¿quién era el prójimo para los judíos? Los que estaban “próximos” a ellos: familia, vecinos, o eran del mismo país, judíos como ellos. Pero no tenían por qué amar a los que estaban lejos…a los que no eran judíos. Jesús cambia el tema. Para un cristiano no hay extranjeros, no hay gente lejos, sino que cada hombre y cada mujer es mi prójimo sea del país que sea. El Dios que es Padre de todos “hace salir el sol sobre los buenos y los malos y manda la lluvia sobre los justos y los pecadores”. (Mt. 5,45) Es el Padre de todos. Y, por consiguiente, nadie ya podrá decir: “ése no es de los nuestros”

PREGUNTAS

1.- ¿Estoy dando al amor la importancia que se merece? ¿Creo que es el mandamiento principal, la esencia de mi vida cristiana? ¿Cómo lo estoy cumpliendo?

2.- ¿Estoy viviendo los dos mandamientos del amor de una manera unitiva y coherente? ¿En qué se nota en mi vida práctica?

3.– El amor a mi prójimo, ¿es consecuencia del amor que el Padre siente por mí?

Este evangelio, en verso, suena así:

Lo primero es una opción

a favor del Dios del cielo,

pues quien ama al mismo Padre

practica el amor fraterno.

Jesús nos recuerda a todos

dos mandamientos unidos:

“Amar a Dios y al hermano

igual que a nosotros mismos”.

El amor a Dios no deja

al prójimo en el olvido.

Amar a Dios en el prójimo

es nuestro gran “distintivo”

Amor como el de los “padres”

con relación a sus hijos.

Les dan todas cosas “gratis”

sin pasar ningún recibo.

Amor como el de los “hijos”

con sus padres más queridos.

Si son mayores, los cuidan

y los tratan con cariño.

Amor como el de los “novios”

que, al sentir su pecho herido,

abandonan sus familias

y forman un “nuevo nido”.

Amor, Señor, de ambos sexos

masculino y femenino,

que “por amor” no se casan

y  se consagran a Cristo.

Amor es llamarte “Padre”

Y “hermanos” a los vecinos.

Amor es ser, como Tú,

Para el mundo “pan partido”.

(Compuso estos versos José Javier Pérez Benedí)

Oración mientras dura la pandemia.

Dios todopoderoso y eterno, refugio en toda clase de peligro, a quien nos dirigimos en nuestra angustia; te pedimos con fe que mires compasivamente nuestra aflicción, concede descanso eterno a los que han muerto por la pandemia del «corona-virus», consuela a los que lloran, sana a los enfermos, da paz a los moribundos, fuerza a los trabajadores sanitarios, sabiduría a nuestros gobernantes y valentía para llegar a todos con amor, glorificando juntos tu santo nombre. Por JNS.  Amén.

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