Domingo 6º, tiempo ordinario: 12 de febrero de 2023

No he venido a abolir, sino a dar plenitud.

INTRODUCCIÓN

         “La moral cristiana compromete nuestra vida. No es solo un conjunto de reglas que, una vez cumplidas nos dejan libres. La ética cristiana hipoteca nuestra existencia. En el fondo, no se trata sólo de una forma de actuar, sino de una manera de vivir. Un vivir a la manera de Jesús, adoptando su estilo, siguiendo sus pasos” (Mons. Tolentino).  Nuestro cristianismo será más humano y evangélico cuando aprendamos a vivir las leyes, normas, preceptos, tradiciones como los vivía Jesús: buscando ese mundo más justo y fraterno que quiere el Padre. Hay que llevar la ley del Señor en el CORAZON.

LECTURAS

1ª lectura: Eclo. 15,15-20.        2ª lectura: 1Cor.2,6-10

EVANGELIO

No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos. Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano “imbécil”, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “necio”, merece la condena de la gehenna del fuego. Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo. Habéis oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la gehenna. Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la gehenna.Se dijo: “El que repudie a su mujer, que le dé acta de repudio”. Pero yo os digo que si uno repudia a su mujer —no hablo de unión ilegítima— la induce a cometer adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio.También habéis oído que se dijo a los antiguos: “No jurarás en falso” y “Cumplirás tus juramentos al Señor”. Pero yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo cabello. Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno.Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos (Mt. 5,17-37).

REFLEXIÓN

1.- El evangelio y la Ley.  El Sermón del Monte no es Ley sino Evangelio. Esta es la diferencia entre la Ley y el Evangelio: la Ley deja a la persona con sus propias fuerzas, le pone preceptos que ha de esforzarse en cumplir, le amenaza, le premia, le exige esforzarse …; el Evangelio la coloca ante el don de Dios, le hace conocer a un Padre, le convierte en hijo, lo cambia por dentro … y ya no tiene que mandarle nada. El observante de la ley vive pendiente de la ley y pregunta por las obras que hay que hacer, cuándo y cómo las tiene que hacer. El que vive la gracia del evangelio no pregunta por las obras que hay que hacer porque antes de que se lo pregunten ya están hechas, porque se ha adelantado el amor. El que vive bajo la ley es un esclavo, El que vive en la gracia es un hombre libre. La ley de Jesús fue ésta: «Yo hago siempre lo que al Padre le agrada».

2.- «No he venido a abolir la Ley y los profetas, sino a dar plenitud».  La plenitud de la Ley es el amor. (Ro. 13,8). El que no ama no puede cumplir ninguna ley cristiana. Y toda ley cristiana tiene que ser vehículo y expresión del amor. «La fe cristiana, poniendo el amor en el centro, ha asumido lo que era el núcleo de la fe de Israel, dándole al mismo tiempo una nueva profundidad y amplitud» (Deus Caritas est, nº 1l). Aquel que no mata, cumple la Ley, pero si no arranca de su corazón la agresividad hacia su hermano, no se parece a Dios. Aquel que no comete adulterio, cumple la Ley, pero si desea egoístamente la esposa de su hermano, no se asemeja a Dios. En estas personas reina la Ley, pero no Dios; son observantes, pero no saben amar; viven correctamente, pero no construirán un mundo más humano. En definitiva, pueden ser buenos judíos, pero son malos cristianos.

3.- Se puede matar de muchas maneras. Con los ojos. Hay miradas que matan… Con la lengua. La Bíblia dice que es como una espada de doble filo … De hecho, con las palabras herimos a las personas, las despellejamos… Con el corazón. Cuando tenemos odio por dentro … Las plantas crecen con el sol y la lluvia. Las personas con el amor … Uno está muerto cuando ni ama ni es amado por nadie. «El que no ama es un cadáver». (1ª Juan 3,14). Y se mata también no dando de comer a los que pasan hambre … Dios ha puesto los dones de este mundo para todos… Manos Unidas nos acerca esa triste realidad de tantos niños que mueren por no tener comida.

PREGUNTAS

1.- ¿Estoy en la ley o en el Evangelio? ¿He descubierto el gozo de obrar por amor?

2.- ¿Estoy convencido de que, si no amo no cumplo ninguna ley cristiana?

3.- Me horroriza el aborto. ¿y los niños que vienen a la vida y los dejamos morir de hambre?

Este evangelio, en verso, suena así:

Quien se salte de la Ley

el más mínimo precepto,

será el menos importante

para Dios, para su Reino.

Pero quien enseñe a todos

a cumplirlos con su ejemplo,

será grande; y en su vida

el Reino será su premio».

Cumplir la Ley, por lo tanto,

produce un feliz efecto,

si nos conduce hasta Dios

ya su reconocimiento.

Pero el mero cumplimiento

de la Ley nunca es correcto,

si sólo nos conformamos

con un «cumplimiento externo».

En este pozo cayeron

letrados y fariseos

que, por cumplir lo mandado,

creyeron que ya eran «buenos».

«Si vosotros no cumplís

mejor que aquellos maestros

la voluntad del Señor,

-les dijo Jesús en serio-,

nunca entraréis en el Reino.

Os quedaréis siempre lejos,

porque la «letra» no salva,

si el «espíritu» está muerto».

A Jesús no le interesa

el «formalismo»: los métodos,

el orden, la disciplina,

el mejor funcionamiento.

Jesús prefiere mirar

el «fondo»: el. Convencimiento,

la adhesión del corazón,

lo que nos sale de dentro.

(José Javier Pérez Benedí)

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