Dios es mucho más que mi necesidad

SALMO 54

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3 Oh Dios, sálvame por tu nombre,

sal por mí con tu poder.

4 Oh Dios, escucha mi súplica,

atiende a mis palabras;

5 porque unos insolentes se alzan contra mí,

y hombres violentos me persiguen a muerte

sin tener presente a Dios.

6 Pero Dios es mi auxilio,

el Señor sostiene mi vida.

7 Devuelve tú su maldad a mis contrarios

y destrúyelos, por tu lealtad.

8 Te ofreceré un sacrificio voluntario

dando gracias a tu nombre que es bueno;

9 porque me libraste del peligro

y he visto la derrota de mis enemigos.

 INTRODUCCIÓN

 Este salmo queda considerado por todos como un lamento individual. Por la confianza en que se apoya en Dios como el único que puede hacer justicia sobre él y salvarle de sus enemigos, atisbamos que se trata de un hombre de una fe profunda. El salmista nos invita a la confianza en Dios. Él va escribiendo las líneas de nuestras vidas que no ven nuestros ojos humanos.

“El salmo presenta reminiscencias de Jeremías y de la teología del Deuteronomio acerca del nombre de Yavé. Debe ser considerado de la época del post-exilio” (Deissler).

 

REFLEXIÓN-EXPLIACIÓN DEL MENSAJE ESENCIAL DEL SALMO

 Al salmista le interesa que Dios mantenga siempre su “buen Nombra” (v, 3) 

“Oh Dios, sálvame por tu nombre, sal por mí con tu poder” El salmista comienza con un vocativo llamando a Dios con confianza .No ha llamado a las puertas de nadie ni le interesa que le abran otras puertas. Quiere que le salve Dios. Acude al nombre de Dios. El nombre indica el poder de Dios actuando. Dios se hace presente por la fe del que le invoca. “El nombre del Señor es como una torre fuerte” (Prov 18, 10).

“Por tu nombre” significa por esa fama que tienes, conseguida a pulso, de hacer justicia al que no se puede defender. Lo tuyo es mantener siempre ese buen nombre.

 

“Dios estorba al que quiere  obrar el mal”. (v.5)

“Unos insolentes se alzan contra mí, y hombres violentos me persiguen a muerte sin tener presente a Dios”

Los enemigos son unos extraños, es decir, unos que no actúan como vecinos, como próximos. Sólo me buscan para herirme y hacerme daño. Son violentos. Literalmente: se echan al cuello (donde está la  respiración) para matarme. Y lo hacen sin tener presente a Dios, es decir, sin poner delante a Dios.

Huyen de la realidad de Dios. Les falta el sentido religioso de la vida. Por eso actúan de esa manera. ¿Quién sería capaz de obrar el mal si pusiera a Dios por delante? La falta de Dios trae esas malas consecuencias.

 

“Dios no es una palabra ya vieja y  gastada sino una espléndida realidad actual (v. 6).

“Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida” Es una frase que contrasta con la negación anterior. El salmista parece que quiere mostrar a Dios como algo que se pudiera ver… Y es que Dios para él es una realidad viviente. ELOHIM (Dios), ADONAY (mi Señor) y YAVÉ (Señor).

Ese Dios del inicio se transforma ahora en mi Señor, justamente en el centro del salmo y en el centro de su oración íntima. “No temas porque yo estoy contigo. No lances alrededor de ti miradas angustiosas porque yo soy tu Dios. Vengo en tu ayuda. Yo te hago fuerte. Yo te sostengo con la derecha de mi justicia” (A. Deissler).

“Él sostiene su vida”. El salmista se siente seguro en Dios, como pisando una tierra firme. Sin él se desmoronaría todo su ser. Sin Él la vida sería el sin sentido, el caos, la nada.

El tema de Dios no lo podemos plantear a niveles teóricos sino existenciales. Cuando nos piden razones de nuestra fe debemos contestar no con las palabras, sino con la misma vida.

Dios debe ser para nosotros: el suelo en que nos afirmamos, el aire que respiramos, el pan con que nos alimentamos, el agua con que saciamos la sed de eternidad que anida dentro de nuestro corazón. De vez en cuando nos debemos hacer este tipo de preguntas: ¿Quién está sosteniendo actualmente mi vida? ¿Quién sostiene la vida de mi grupo, de mi comunidad?

 

“En este versículo, más que venganza se pide justicia” (v. 7).

“Devuelve tú su maldad a mis contrarios y destrúyelos por tu lealtad” Una de tantas frases de los salmos que nos hacen daño a nuestros oídos habituados a las dulces palabras del Sermón de la montaña. Estamos dentro de la ley del talión donde se pide para el enemigo el mismo mal que éste pretendía hacerte a ti.

Yavé devolverá contra los malvados el mismo mal que ellos han tramado contra el orante. Dios ha empeñado su palabra de atender al desvalido.

Por eso apela a la lealtad. Notemos que en la venganza hay algo más que un instinto pasional. Se mira a la liberación que va a tener el oprimido y la satisfacción de la exigencia de justicia. Más que venganza se pide justicia. Recordemos que, en estos tiempos, no está elaborada la teología de la otra vida. La justicia se tiene que realizar aquí en este mundo.

 

“Te ofreceré un sacrificio voluntario” (v.8)

El sacrificio voluntario es el espontáneo, el que sale del corazón, el que no es forzado ni obligado, el que se hace a gusto y con el fin de complacer a Dios. Esas obras enteramente libres son las que más agradan a Dios. ”Dios ama al que da con alegría” (2Cor. 9,7)

Y para que pudiéramos obrar de esa manera Dios nos ha hecho libres. Dice muy bien el Concilio Vaticano II: “Dios ha querido dejar al hombre en manos de su propia decisión para que así busque espontáneamente a su Creador y, adhiriéndose libremente a éste, alcance la plena y bienaventurada perfección” (G.S. Nº 17).

Cuando el salmo habla de sacrificio voluntario habla del que está fuera de catálogo. Fuera de lo mandado o exigido. En una pura complacencia interna.

Como decía Santa Teresa “contentos de poder contentar a Dios”. Ésta es la mejor manera de agradecer a Dios.

 

A Dios hay que dejarle las manos libres para que pueda actuar (v. 9).

“Porque me libraste del peligro y he visto la derrota de los enemigos” Ver la derrota de los enemigos supone constatar, a todas luces, la acción de Dios en favor del salmista. Así aparece que Dios es Dios y ha hecho honor a su buen nombre, a su fama de salir en defensa de los humildes e indefensos. En este salmo se aprecia que Dios es más grande que nuestra necesidad. A veces nosotros queremos presionar a Dios con nuestras necesidades. Y Dios nos da mucho más de lo que nosotros pedimos.

Este salmo nos invita también a mantener la fe en la adversidad. Es ahí donde uno da la medida de la talla de su fe. Es ahí donde uno dice con la vida lo que dice creer con las palabras. El creyente de verdad, en situaciones de dificultad, constata un verdadero crecimiento en la fe. “He visto la derrota de los enemigos”. Notemos que muchas veces los enemigos peores los llevamos dentro de nosotros mismos. En muchas ocasiones hemos luchado nosotros inútilmente. Hemos querido liberarnos y no hemos podido. Pero también hemos constatado que, en la medida que perdíamos nuestras propias seguridades humanas y nos afirmábamos del todo en Dios, hemos experimentado en nosotros verdaderas maravillas.

Hemos de buscar en nuestra vida espiritual los llamados “milagros del corazón”. Éstos son los más importantes. El dejar de ser egoístas, el poder amar como nos manda Jesús, incluso a los enemigos, el poder estar siempre disponibles para el servicio desinteresado a los demás, etc., esto es un don, un regalo de Dios, un verdadero milagro interior.

Dice San Agustín que la conversión de Pablo fue más milagro que la resurrección de Lázaro. Y ciertamente, con la conversión de Pablo se han dado unas ininterrumpidas conversiones en cadena. Lázaro volvió a morir. Pablo sigue vivo: llamando, sugiriendo, incitando a convertirnos a Dios.

 

TRASPOSICIÓN CRISTIANA

 Jesús fue escuchado en la Cruz. Aparentemente Jesús murió en pleno abandono. Por un tiempo el Padre guardó silencio. Después habló, gritó y lo resucitó. Y esto era mucho más importante que liberarlo de la muerte. “Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte. Y fue escuchado por su piedad filial” (Hebreos 5,7). No lo libró de la muerte, pero le dio la Resurrección que era mucho más importante para Él y para todos nosotros.

 

Deissler: “Para el cristiano este salmo es una oración llena de grandeza y de fuerza pero enriquecida con una resonancia nueva”.

 

Santa Teresa de Jesús: “Yo domino a los demonios desde lo alto y no les hago más caso que a las moscas. Los encuentro singularmente flojos. Desde que se ven despreciados, todo coraje les abandona. Atacan a los que se rinden a su discreción”.

 

San Agustín: “Estos (los impíos) florecen con la felicidad del siglo, perecen por la fuerza de Dios. Florecen para el tiempo, perecen para la eternidad. Florecen con falsos bienes y perecen con verdaderos males”.

 

ACTUALIZACIÓN 

En nuestro mundo constatamos que muchos hermanos nuestros están sufriendo mucho  a causa de malos gobernantes. El pedir que desaparezcan de la escena es optar por los pobres y oprimidos.  Los cristianos no queremos la venganza, pero sí que desaparezcan las situaciones injustas y los pueblos dejen de sufrir porque tienen derecho a vivir en paz y libertad.

 

PREGUNTAS 

  1. ¿Tengo presente a Dios en mi vida? ¿En qué se nota? ¿Cuento con Dios en mis determinaciones personales?
  2. ¿Me siento distante de alguna persona de mi comunidad? ¿Qué hago para acercarme?
  3. La gente de la calle, ¿ya nota que es Dios quien está sosteniendo mi vida?

 

ORACIÓN

 “Oh Dios, escucha mi súplica”

Hoy, Señor, no te pido que me hables, sino que me escuches. Lamentablemente en este mundo hay poca gente que quiera escuchar. Hay mucho ruido, muchas prisas, muchas ganas de hacer cosas… pero nadie tiene tiempo para escuchar. De hecho, hay mucha gente enferma por falta de comunicación. Pero Tú, Señor, eres distinto. Siempre nos escuchas, siempre tienes tiempo para nosotros. Cuando nos invitas a la oración, ¿qué otra cosa buscas, sino nuestro encuentro y el deseo de que pongamos en Ti todas nuestras preocupaciones?

 

“Sin tener presente a Dios”

En este mundo secularizado en que vivimos cada día, Tú, Señor, cuentas menos. La gente se está acostumbrando a vivir prescindiendo de Ti. Luchan, trabajan, hacen planes y proyectos pero sin tenerte presente a Ti. Y es por eso que abundan tanto los mentirosos, los violentos, los farsantes, los corruptos. Hazte, Señor, presente en nuestro mundo. Te necesitamos. Hoy más que nunca. Aunque nosotros nos apartemos de Ti, Tú nunca te separes de nosotros.

 

“El Señor sostiene mi vida”

Yo, Señor, no quiero hablar de Ti de una manera fría, puramente teórica. Quiero hablar de lo que Tú supones en mi vida, de lo que Tú haces en mí. Tú eres mi roca, mi fundamento. Sin Ti, mi vida se derrumba. Vengo a ser como esa casa edificada sobre la arena. En cambio, contigo, me siento fuerte, soy como la casa bien edificada sobre roca.

 

“Te ofreceré un sacrificio voluntario”

Sí, quiero ofrecerte un sacrificio de alabanza y de acción de gracias nacido del corazón. No quiero darte nada forzado ni obligado. Quiero hacer de mi vida una donación libre y espontánea. Quiero experimentar el gozo de las obras libres como las de Adán en el paraíso. Antes del pecado.