El Santo Padre el papa Francisco ha nombrado a Mons. Pedro Cuesta, Sch.P., Superior General de la Orden de las Escuelas Pías, como obispo de Huesca y de Jaca, unidas in persona Episcopi, en la persona del obispo.
Ha llegado la hora de la despedida. El tiempo de mi ministerio episcopal entre vosotros como Administrador Apostólico en Sede Vacante se acaba. Jubilarse es hacer sitio al que viene detrás. Hay que saber retirarse y despedirse. En este momento expreso mis sentimientos de obediencia, gratitud y oración al Santo Padre el Papa León XIV, Sucesor de Pedro, principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad de la Iglesia tanto de los obispos como de los fieles.
Mi gratitud se extiende a todo el Pueblo de Dios, que peregrina en estas tierras benditas de Huesca y de Jaca. Dios ha sido grande y bueno conmigo y quiero agradecérselo, en unión con todos los sacerdotes, miembros de vida consagrada y fieles laicos, que me habéis acompañado durante este año y medio con vuestra amistad, cercanía y colaboración.
Con la gracia de Dios, en medio de mi fragilidad, como Administrador Apostólico en Sede Vacante, he tratado de servir a estas Iglesias particulares de Huesca y de Jaca, haciendo de mi ministerio episcopal entre vosotros, como antes en Osma-Soria, Santander y Zaragoza, un “amoris officium”, un servicio de amor, según reza mi lema episcopal.
Me despido de todos vosotros, queridos diocesanos. ¿Qué voy a seguir haciendo ahora en esta nueva etapa final de mi vida? Es la hora de la oración reposada y sin prisas, del retiro silencioso y discreto, de la paciencia callada y sufrida, del sereno y tranquilo atardecer, del agradecimiento humilde y generoso por tantos dones recibidos. Es la hora de dejarse ceñir, de ir donde quizá uno no quiere, pero Dios en su providencia amorosa te lleva. Que esta nueva etapa de mi vida sea como la de san Pedro una confesión de amor.
En las manos amorosas de Dios dejo todo lo que queda atrás, con el contrapunto de luces y sombras, para lanzarme a lo que aún me pone por delante, sostenido por el gozo de que me ha llamado por mi nombre para servirle en su Iglesia como cristiano, como sacerdote y como obispo, pues nada hay comparable a la alegría de gastar la vida en el servicio de Cristo y de su Iglesia.
Con Dios os dejo, con la protección maternal de la Virgen María, tan querida y venerada en nuestras tierras, y con la intercesión de San Lorenzo y San Vicente, diáconos y mártires, Patronos de Huesca, y de Santa Orosia, virgen y mártir, Patrona de Jaca.