Un grupo de 29 jóvenes de la parroquia de Santa Catalina Mártir de Majadahonda, Madrid, han regresado un año más al Monasterio de El Pueyo de Barbastro a trabajar en diversas actividades de mantenimiento. Pero además de aplicarse en tareas de limpieza, lija o pintura, estos jóvenes también cuentan con tiempo y espacio para «rezar y encontrarnos con el Señor en la Oración y en el trabajo», explica el sacerdote que les acompaña, Alfonso Rodríguez.
El pasado miércoles, nuestro obispo, Ángel Pérez, compartió con este grupo la eucaristía en la iglesia del Monasterio y la cena, seguida de una prolongada sobremesa en la que, un año más, quiso subrayar uno de los perfiles más característicos de la diócesis de Barbastro-Monzón: una diócesis martirial. Alfonso Rodríguez destaca la cercanía de don Ángel con los jóvenes, que «quedaron encantados», y la gratitud de estos muchachos «por nuestros pastores».
Este grupo parroquial ya estuvo en el Monasterio en 2018 y regresaron el año pasado, anunciando entonces sus intenciones de volver. Las razones, explicaban entonces, son muchas y entre ellas destacan dos. Por un lado, porque este Monasterio «es la casa de María»; por otro, por la impronta de los 18 benedictinos, beatos mártires, dentro de una diócesis martirial. «La Madre acompaña a sus hijos en el martirio como acompañó a Jesús en la cruz», señala el sacerdote.