Ante una sociedad y unos acontecimientos que pueden llevar a desanimarnos y encerrarnos en nosotros mismos, un día como hoy, 25 de marzo, Jornada por la Vida, la Iglesia nos invita a tener la mirada y el corazón atentos a las situaciones que nos rodean para tender la mano a quien lo necesite.
Hoy nos cuenta su testimonio una joven que, gracias a una de esas manos amigas, se vio apoyada para seguir adelante con la vida de una niña que se desarrollaba dentro de ella.

Le damos las gracias por compartirlo con todos nosotros y por su fuerza y valor, esperando que nos sirva para seguir trabajando con ánimo y esperanza.
Hola a todos a los que leáis esta carta.
Hoy, día 25 de marzo, se celebra el Día de la Vida y con mi testimonio quiero contar lo que significó para mí seguir adelante con mi embarazo a los 16 años.
Descubrí que estaba embarazada porque tenía muchas nauseas y malestar. Desde el primer día tenía claro que quería tenerlo y busqué ayuda en Ainkaren y Red Madre para que me apoyaran.
En la primera ecografía en la que vi a mi bebé me di cuenta de la maravillosa vida que estaba creciendo dentro de mí. Era el momento de decírselo a mis padres, pedí ayuda y estuve acompañada por tres mujeres estupendas de la Asociación; la verdad es que mis padres no se lo tomaron tan mal como yo temía, me entendieron y apoyaron, pero en su cabeza yo sabía que lo estaban pasando muy mal aunque no me lo mostraran.
No fue fácil puesto que yo seguía en el instituto y, aunque nadie me dijo nada, los murmullos al pasar sí que se escuchaban. Por suerte, todos mis profesores se portaron muy bien conmigo y me ayudaron un montón. Con mucho esfuerzo me saqué la ESO y en marzo, cuando día a luz, me quedé en casa para cuidar a mi niña, haciendo los trabajos desde allí. Ahora lo cuento así pero en su momento tenía un montón de miedo, miedos que aún perduran.
En septiembre empecé un grado medio de un año y me puse a trabajar en un bar los fines de semana para tener dinero y poder llevar a mi hija a la guardería y no gravar demasiado a mis padres. Por las tardes me dedicaba a estudiar y cuidar a la niña. Luego empecé a limpiar en hoteles y en casas mientras buscaba otra cosa. Por suerte nunca me faltó trabajo pues puse empeño en conseguirlo.
Ahora mi hija tiene 5 años y tengo un buen trabajo con buenos horarios que me permiten estar con ella. Ha sido la mayor suerte de mi vida el haberla tenido, fue una decisión de la que nunca me arrepentiré. Estoy consiguiendo salir adelante con ella a mi lado.
A día de hoy, sigo estudiando para mejorar por ella y por mí y aprendiendo que el miedo hay que afrontarlo para superarlo