Es una tradición consolidada el famoso concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena y que tiene lugar cada año en la mañana del 1 de enero en la Sala Grande de la “Musikverien” de la ciudad de Viena, en Austria. Así es como el Año Nuevo comienza con esta universal actuación musical. Del mismo modo, como ya es tradición, cualquier escuela concertada en Aragón comienza el Año Nuevo también con un concierto. Para ser más exactos, cada mes de enero el Boletín Oficial de Aragón publica la correspondiente Orden de la Consejería de Educación para el acceso o la renovación de los conciertos educativos.
De esta forma, al comienzo de cada año y como inexorable tradición, los centros concertados se someten, una vez más, al procedimiento administrativo correspondiente para renovar su concierto educativo con la Administración. Un procedimiento que en el pasado curso fue todo un cúmulo de sobresaltos, demandas judiciales, medidas cautelares, sentencias en unos casos y procesos judiciales que, en otros, aún continúan “sub iudice”.
La renovación de los conciertos educativos supuso el año pasado un «via crucis» marcado por el acuerdo de presupuestos entre PSOE y Podemos, por el que se proponía la reducción de un significativo número de unidades en centros concertados. Dicho planteamiento respondía a un axioma ideológico que considera que la escuela concertada tiene carácter de subsidiaria respeto de la escuela pública, del tal forma que aquella solo debe existir en la medida en que ésta no alcance a cubrir las demandas de plazas escolares por parte de las familias. Toda una declaración de intenciones en contra de la libertad de enseñanza y en pro de un pretendido monopolio educativo sobre la premisa de un modelo de escuela única, pública y laica, que ha sido rechazado por los Tribunales.
Como es conocido, la situación generada llevó a la calle a más de 30.000 personas, convocadas por las organizaciones más representativas de este sector, entre ellas Escuelas Católicas de Aragón. Pese a ello, la Administración redujo el concierto de unidades a un buen número de escuelas católicas concertadas. Los recursos interpuestos ante los Juzgados de lo Contencioso-administrativo dieron la razón a los centros, admitiendo, en algunos casos, la existencia de desviación de poder en la actuación de la Administración educativa. Quedan, no obstante, por resolver los recursos interpuestos ante el Tribunal Superior de Justicia de Aragón, que decretó, eso sí, el mantenimiento cautelar de las unidades inicialmente denegadas para aquellos centros que las solicitaron.
Este Año Nuevo, para la escuela concertada y su renovación de conciertos, parece que empieza con dos cuestiones fundamentales, tras los ecos de aquella manifestación. Una, el nuevo acuerdo de presupuestos entre PSOE y Podemos, por el que, al parecer, se reconoce, en el proyecto de presupuestos de la Comunidad Autónoma, la financiación total del importe de los conciertos educativos. Una buena noticia. No obstante, no podemos olvidar que, pese a ello, el concierto educativo no cubre la totalidad del coste del puesto escolar, resultando deficitario en un 30%. Este déficit impide afirmar que la financiación del concierto garantice la gratuidad de la enseñanza en la escuela concertada y hemos de seguir reivindicando su adecuación real.
La otra cuestión, pone en el centro de la política de la Administración el denominado equilibrio en la distribución de los alumnos con necesidades educativas especiales. O lo que es lo mismo, la atención a la diversidad. Una cuestión que se presta fácilmente a la demagogia y que exige, a la propia escuela católica, una profunda reflexión sobre su identidad y razón de ser.
Como en el Concierto de Año Nuevo, que culmina con el aplauso del público a la famosa Marcha Radetzky, veremos si la renovación de los conciertos educativos respeta, en esta ocasión, el principio de libertad de enseñanza y, como en aquel, podemos también aplaudir.